Capítulo 14.

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— Olga ¿le dijo algo? — Angie se apresuró a preguntarle una vez la mujer llegó junto a ella.
— Sí, me pidió que dejara pasar a alguien.
Francesca, al escuchar aquello, se puso de pie rápidamente. — Angie, si no le molesta, ¿me dejaría subir?
Olga se encargó de responder la pregunta de la joven. — De hecho me pidió que sea el señor Germán quien pase. — Todos los presentes se quedaron sorprendidos por el pedido de Violetta, por lo general cuando se encontraba de aquel modo nunca quería verlo pero claro, las cosas  habían cambiado mucho el último tiempo aunque no todos lo supieran.
— Tranquilos chicos, les prometo hablar con ella para que los reciba. — Luego de hacer una promesa que no estaba seguro de que pudiera cumplir, Germán se dirigió escaleras arriba.
— Angie ¿podría hablar con usted? — Maxi sintió la mirada de sus amigos y continuó hablando. — En privado.
— Claro, hablemos en la cocina. — Seguido de sus palabras, ambos se encaminaron hacia aquel lugar.
— Es muy raro todo ¿no?
León  miró confuso a la pelirroja.— ¿A qué te refieres Cami?
— A todo, el encierro de Vilu y como Maxi le pidió hablar a solas Angie.
— Lo de Violetta más que raro me parece preocupante y sobre Maxi, tal vez es algo privado. — Razonó Broduey.
Ludmila asintió a las palabras de su amigo. — Si Cami, creo que estás mezclando las cosas y armando una película que nada que ver.
— Tal vez y si lo esté mezclando pero ¿desde cuándo Maxi tiene secretos con nosotros y prefiere decírselos a Angie?
— Quizás tengas razón. — Admitió Andrés. — Pero lo más raro aquí es que Violetta prefiera hablar con Germán.
Natalia se encogió de hombros.— ¿Por qué es raro? A mí me parece lógico, después de todo es su padre ¿no?
— Pero siempre que está mal por cualquier cosa prefiere hablar con ustedes que son sus amigas antes que con él.
— Bueno, en eso Andrés tiene razón — La joven italiana estuvo de acuerdo. — y esta vez ni siquiera quiso abrirnos la puerta. — Continuó con una pizca de tristeza.
— Mejor esperemos que baje el señor Germán y que nos diga qué le sucede a Violetta. — Todos asintieron a las palabras de León y dieron por finalizado el tema.

— ¿Me dirás qué te sucede?
— Creo saber qué le pasa a Violetta.
— ¿Cómo que crees saberlo? ¿Ella te dijo algo?
— No, ella no me dijo nada pero creo que está relacionado con la llamada que recibió el padre de Vilu. — Se explicó Maxi.
Angie frunció el ceño en señal de confusión. — ¿Qué relación tiene la llamada con Violetta? Ella está mal desde mucho antes, Maxi.
— Si lo sé pero si no escuché mal, quien llamó fue el doctor Cooper y él es el médico que atiende a Vilu ¿no? — Angie asintió levemente. — Ella me dijo que cada vez que hay alguna novedad el médico se encarga de llamar a su padre.
— Tienes razón, hoy Vilu tuvo cita con él. Con lo de su encierro no me había parado a pensar, seguro hubo alguna noticia.
— Y la actitud de Violetta me hace creer que no es nada bueno. — Confesó su temor.
— Mejor no nos adelantemos, esperemos a que Germán baje y nos cuente que es lo que en verdad sucede. — Angie intentó tranquilizarlo, ella tenía el mismo temor que él pero no sentía que fuese correcto decirlo. Sin decir más nada, se reunieron con los demás en la sala.

Germán acarició el cabello de su hija que estaba recostada en su cama, ya no lloraba con la misma intensidad que antes pero las lágrimas continuaban empañando sus ojos y mojando sus mejillas. — Ya no llores hija, son buenas noticias. — Habló con tranquilidad.
Violetta se sentó en la cama. — ¿Y si algo sale mal? El médico dijo que es riesgoso y no solo la operación, puede que la recuperación no sea del cien por ciento.
— Sé que tienes miedo hija pero te atenderán los mejores especialistas, no va a pasar nada malo. — Intentó convencerla pero solo obtuvo su silencio. — De acuerdo Vilu, si no quieres yo no te obligaré.
— ¿En serio? — Lo miró con alivio en sus ojos.
— Claro que no, jamás te obligaría a hacer algo que no quieres, además ya eres mayor y creo que puedes tomar tus propias decisiones pero necesito pedirte un favor.
— Claro pa', lo que tú quieras.
— Piénsalo bien ¿de acuerdo? Piensa en nosotros, en tu familia y amigos ¿a caso no te gustaría poder pasar muchos más momentos junto a las personas que te aman? No creas que quiero presionarte pero tú sabes que ninguno de nosotros podría soportar que algo malo te sucediera, sé que tienes miedo, yo también lo tengo pero no hay que aferrarse a él, no solo hay que pensar en las cosas malas. Además tú tienesuna ángel en el cielo, estoy seguro de que tu madre te cuidará para que la operación salga bien. — Las palabras de su padre realmente le habían llegado a lo más profundo de su ser, tanto que le habían vuelto a provocar las lágrimas pero a diferencia de las anteriores, estas no eran de miedo sino por escuchar todo el amor que su padre le tenía.
— Está bien, lo voy a hacer, me operaré.
Germán no pudo evitar sonreír. — ¿Hablas en serio hija? ¿En verdad lo harás?
— Si, no quiero quedarme con las ganas de ver tu cara cuando te diga que me casaré o que serás abuelo. — Violetta se permitió bromear y olvidarse por un instante de todos sus temores y pensamientos.
Germán se tensó ante las palabras de su hija. — Pero para eso faltan muchos años.
— Claro que si papá, era solo una broma. — La joven soltó una pequeña risa.
— Eso espero. — Declaró antes de cambiar el rumbo de la conversación. — Tus amigos están muy preocupados por ti ¿no quieres que haga subir a tus amigas?
— Sí, diles que pasen — Su padre se puso de pie pero Violetta continuó hablando. — y a los chicos también.
No pudo evitar bufar ante el pedido de su hija. — Está bien pero necesito que me digas una cosa.
— Claro ¿qué pasa?
— Por favor dime que no te gusta ningún chico. — Suplicó a su hija y ella reprimió su risa.
— No cambias más papá, tranquilo que no me gusta ninguno — Seguido de sus palabras, Germán comenzó a cerras la puerta pero su hija decidió agregar. — porque estoy enamorada. — Su padre se detuvo de golpe por unos segundos antes de terminar de cerrar la puerta ahogando las risas que provenían desde dentro.

— Germán ¿qué le pasa? ¿Está bien? — La preocupación de Angie iba en aumento al ver la palidez de su rostro y no obtener respuesta alguna. — Esperen aquí chicos, lo voy a llevar al despacho. — Tomó a Germán por el brazo mientras lo dirigía hacia el cuarto junto a la escalera.
— Por favor, dígame qué sucede. — Le rogó luego de sentarlo en la silla tras el escritorio.
— Me dijo que está e-ena-enamorada. — Terminó por decir provocando una sonrisa divertida en Angie. — No veo qué es lo gracioso.
— Mejor dejemos esta charla para otro momento, mejor dígame cómo le fue con Vilu ¿qué le dijo? ¿dejará que la vean?
— ¿Qué? — Preguntó preso de la confusión, aún no dejaba de pensar en la confesión de su pequeña hija. — Ah, sí. Me pidió que les diga que suban, quiere hablar con todos sus amigos.

— ¿Nos dirás que pasa? — Francesca cuestionó a su amiga.
— ¿De qué hablas Fran? — Respondió aún con una sonrisa divertida en sus labios.
— Violetta no te hagas la desentendida, hace unos momentos no dejabas entrar a nadie y no parabas de llorar, ahora no puedes borrar esa sonrisa de tu cara. — Se podía notar el reproche en la explicación de su amiga pelirroja.
León pasó su mirada de los labios de Violetta hacia sus ojos. — ¿Qué hizo que apareciera esa sonrisita tan divertida? No es que me queje, me encanta verte así.
— Eh… — Le fue inevitable titubear, la mirada y palabras de León la ponían nerviosa. — Nada importante, solo algo que le dije a mi papá. — Pudo sentir el calor en sus mejillas al recordar lo que había dicho.
— De acuerdo — Ludmila decidió interrumpir el momento que comenzaba poner incómodos a todos sus amigos. — ¿Nos dirás qué te sucede? ¿Por qué te encerraste de esa manera?

Violetta, una historia no tan feliz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora