Capítulo 30.

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Luego de despedirse de Violetta nadie la había vuelto a mencionar, era como el gran elefante rosa en la habitación que todos deliberadamente fingían que no existía. A la mañana siguiente la tención había desaparecido un poco hasta el momento en que Diego y Federico salieron del hotel, no dieron muchas explicaciones al respecto pero tampoco era necesario, era evidente a quién irían a ver.

Hacia varios minutos desde que Violetta se había reunido con los dos chicos y los nervios solo iban en aumento. La noche anterior no pudo dejar de pensar en los sucesos del día, lo mal que se sentía en un principio y como había terminado sin poder parar de sonreír.
— En verdad nunca voy a terminar de agradecerles todo lo que han hecho por mí.
— Ya te dijimos que no debes agradecernos por nada, los amigos están para apoyarse. — Federico le repitió la misma respuesta que le dedicaba cada vez que ella les daba las gracias, algo que hacía a menudo.
— Pero no todos los amigos son como ustedes. — El rostro de Violetta fue ensombrecido por la tristeza. — Aún no puedo creer que fuesen capaces de engañarme así y hacerme quedar como una idiota.
— Los idiotas son ellos por no valorarte. Recién nos conocemos y ya puedo darme cuenta la persona increíble que eres. — Las dulces palabras de Diego causaron una sensación de calidez en el interior de la chica.
— Nadie vale más que tu sonrisa, menos aún personas como Joaquín y sus amigos.
No pasó mucho tiempo para que la sonrisa en la joven volviese a aparecer, aquellos dos muchachos parecían saber exactamente qué decir o hacer para animarla. Pero su sonrisa se desvaneció rápidamente cuando un pensamiento cruzó por su mente ¿Así fue como hizo sentir a sus antiguos amigos?
— Quizás yo no sea tan distinta. — Dijo Violetta con la cabeza gacha.
— ¿Lo dices por lo que sucedió antes de irte del Studio? — Ella no se animó a mirar a la cara a ninguno de los jóvenes, simplemente asintió. — Eso no te hace igual a Joaquín o sus amigos, se nota que tú quieres a las chicas y a los chicos.
Escuchar a Diego decir aquello le trajo algo de alivio, saber que él no la juzgaba sin dudas era reconfortante. — La verdad es que sí, jamás dejé de quererlos o extrañarlos.
— ¿Entonces? ¿Por qué te fuiste así, diciendo que ya no los querías?
Y en ese momento ella se dio cuenta de que solo tenía dos alternativas, mentirles a las dos personas que la habían apoyado incondicionalmente o sincerarse con ellas, lo que significaría tener que hacerlo con el resto.
— Era lo mejor.
Ambos chicos intercambiaron miradas, confundidos por tan breve respuesta.
— ¿Lo mejor? ¿Estás diciendo que hacerles creer que no los quieres y que te fueras en esos términos es en verdad lo mejor para ellos? — La voz y el rostro del español estaban llenas de incredulidad.
Violetta asintió levemente. — Mejor que la alternativa.
— ¿Y cuál era la alternativa? — Cuestionó Federico sin poder evitar fruncir el ceño.
Había llegado la hora, debía elegir entre continuar mintiendo y decir finalmente la verdad... O al menos la verdad sobre lo sucedido en Buenos Aires y su forma de actuar.
— De acuerdo, les contaré toda la verdad. —Y bajo sus miradas atentas, Violetta les contó toda la verdad, desde su diagnóstico hasta el día en que se encontraron en el café. — Nunca quise hacerlos sufrir, creí que si los alejaba les evitaría tanto dolor.
— Lamentamos mucho lo de tu enfermedad, Vilu. — Dijo Diego con tristeza. — Estás en todo tu derecho de no querer contarle al resto pero ¿No te gustaría volver a ser esos grandes amigos?

— Me encantaría pero no puedo.
— Claro que puedes, ellos te quieren y tú a ellos. — Le aseguró Federico. — Y si lo dices porque no los quieres hacer sufrir, déjame que te diga que ellos sufren más pensando que no los quieres.
— Habla con ellos, solo es necesario que alguien dé el primer paso para que regreséis a ser buenos amigos.

— ¿Se tardarán mucho más? — Volvió a preguntar la rubia. Hacia más de media hora que llevaba en la habitación de sus amigos esperando por su novio.
— Por millonésima vez, dijeron que saldrían a caminar. — Respondió un León ya fastidiado de escuchar la misma pregunta cada cinco minutos.
— Pero ustedes dijeron que hace casi una hora de eso, además ninguno contesta el celular. — Señaló Francesca sin dejar de caminar de un lado de la habitación hacía el otro. — ¿Y si les pasó algo?
— ¿Pueden calmarse? — Les pidió Broduey. — Están siendo demasiado dramáticas, ya verán que en cualquier momento van a llegar.
— ¿Y si no llegan? ¿Si Fran tiene razón y algo realmente les sucedió? ¿Si… — Las suposiciones de Natalia fueron calladas al abrirse la puerta de la habitación, dándole paso a los tres jóvenes.
— Eres increíble Die. — Dijo Violetta entre risas mientras entraba junto a sus amigos. — Hola. — Saludó con timidez al grupo dentro del cuarto.
— ¿Dónde estaban ustedes dos? — Los cuestionó bruscamente Camila pasando por alto el saludo de la chica.
— Fuimos a caminar y nos encontramos con Vilu, así que nos fuimos a beber algo. — Explicó Diego.
Ludmila se cruzó de brazos, adoptando la usual postura que ponía cada vez que quería demostrar firmeza. — ¿Durante toda una hora y sin responder su celular?
— Lo sentimos, no queríamos que se preocuparan. — Se disculpó el joven Italiano. — Simplemente nos entretuvimos conversando.
— Y hablando de conversar, Vilu necesita hablar con todos ustedes. — Dijo rápidamente Diego sin dejar que sus novias y amigos pudiesen seguir con el cuestionario.
El anuncio del joven puso toda la atención y miradas en Violetta, quien se había mantenido al margen de toda la escena.
— ¿Qué sucede Vilu? — Maxi le preguntó con curiosidad pero sin dejar de sonar amable, podía ver la incomodidad reflejada en el rostro de su amiga y no quería hacerla sentir aún peor.
Violetta dio un paso hacia adelante, abrazó su cintura insegura de cómo debía comenzar. — Yo… Es algo complicado de decir.
— Tranquila, — Federico acarició el hombro de la chica. — empieza desde el principio.
Violetta asintió. — Es mejor que nos pongamos cómodos, es una historia muy larga.
Una vez todos se habían acomodado sobre las camas, dejando a Violetta sentada frente a ellos, Andrés la animó a hablar. — Bueno ¿Qué es lo que tienes que contarnos?
— Antes que nada quiero decirles que jamás los odiaría, sin importar lo que les haya dicho en Argentina.
— Si eso no fue verdad ¿Por qué lo dijiste? — La cuestionó Camila.
— Les diré toda la verdad, ya no quiero inventar más excusas.
— ¿A qué te refieres con toda la verdad? — Escuchar la voz de León dirigiéndose a ella la afectaba realmente, no es que no le gustase, todo lo contrario pero en esas circunstancias solo podía preguntarse en cómo reaccionaría.
Violetta llenó sus pulmones de aire buscando fuerzas para hablar. — Como ya saben, no estudio más música, la verdad es que nunca tuve una beca para venir a estudiar a una academia. Contrario a lo que ustedes deben creer, hace apenas casi cuatro meses que vivo en España. — Su confesión llenó de sorpresa a casi todo el grupo.
— Pero tú nos dijiste que te ibas hace como seis meses. — Recordó Broduey. — ¿Qué hay de los primeros meses? ¿Dónde estuviste?
La joven miró rápidamente a cada uno antes de responder. — En Buenos Aires. — Los ojos que la observaban con atención se abrieron con sorpresa y el silencio se llenó por un coro pronunciando la misma pregunta "¿Qué?". — ¿Recuerdan la vez en que nos encontraron a Maxi y a mí abrazados en el S.U.M? — Todos asintieron al unísono. — En ese momento les dijimos que estábamos componiendo una canción juntos pero era mentira, la razón de por qué nos abrazábamos era que él me estaba consolando. Meses antes me había hecho una serie de estudios, al principio solo eran los típicos estudios de rutina hasta que el médico pidió que me hiciera algunos más detallados y fue entonces cuando lo descubrieron. Había una irregularidad en mi sistema, básicamente estaba enferma pero no podían determinar qué era exactamente lo que tenía, lo único que sabían era que… — Y de repente el nudo en su garganta se hizo presente, jamás se acostumbraría a utilizar aquella palabra refiriéndose a su futuro… o a la falta de él. Tragó con fuerza y con los ojos cristalizados, continuó. — Me estaba matando. — Las expresiones de dolor en los rostros frente a ella la hicieron sentir como su corazón se contraía. — Un tiempo después los médicos encontraron la forma de retrasar el progreso de la enfermedad, debían intervenirme quirúrgicamente. El procedimiento no era del todo seguro, no podían garantizarme que funcionara o que saliese sin algún tipo de secuelas. No quería que sufrieran por mí, entonces creí que lo mejor era alejarlos, que tal vez si me llegaban a odiar no les afectaría tanto, quería ahorrarles un poco de dolor. — Un sentimiento de vergüenza creció en ella, se sentía tan estúpida al decir eso luego de saber que, a diferencia de sus planes, si habían sufrido por su culpa. Violetta suspiró resignada ante ese pensamiento. — Me operaron al día siguiente que me fui del Studio, había pensado decirles toda la verdad luego de eso pero las cosas no resultaron del todo bien. En medio de la intervención estuve privada de oxígeno, lo que causó que esté en coma por dos meses — El horror se apoderó de todos los presentes. — y al despertar no podía caminar. No les voy a mentir, los días después de despertar fueron demasiado difíciles, vivía encerrada en mi casa, tenía tanto miedo de salir y encontrarme a alguno de ustedes, de que me vieran en esa silla incapaz de hacer una de las cosas que más amaba en el mundo; bailar junto a mis amigos. — Una lágrima traviesa escapó de sus ojos y rodó por su mejilla. — Entonces pensé que lo mejor sería irme y al poco tiempo estaba volando hacia aquí. Espero que algún día logren perdonarme por todo. — Concluyó sintiéndose realmente arrepentida por tantos engaños y me tiras pero sobre todo, por causarles tanto sufrimiento.
Violetta se quedó en silencio, a la espera de gritos o reproches pero nada de eso sucedió, todos se habían quedado en un completo silencio y cuando ella no lo soportó más, se paró de su asiento y salió de aquella habitación.
Maxi se paró de golpe frente a todos.— ¿Es en serio? ¿No le dirán nada?
— Se acaba de abrir ante vosotros ¿y lo único que hacen es quedarse allí sentados y dejar que se vaya? — Les reprochó Diego uniéndose a Maximiliano.
— ¿Qué se supone que debemos hacer? — Se defendió Francesca. — Es muy fuerte para procesarlo todo en un segundo.
Federico se colocó junto a los otros dos chicos de pie. — Solo deben levantarse e ir a buscarla para solucionar las cosas y apoyarla.

Ni bien cerró la puerta de la habitación tras ella, las lágrimas comenzaron a brotar como si de una catarata se tratase. Tenía una tormenta de sentimientos en su interior y eso nunca la conducía a nada bueno. Hizo su camino hacia el vestíbulo del hotel con la mirada clavada en el suelo y permitiendo que su cabello ocultarse su rostro.
— ¡Vilu! — El grito a sus espaldas detuvo su salida del edificio.
Limpió rápidamente las lágrimas de su rostro antes de girarse. — ¿Qué pasa? — Y antes de poder darse cuenta estaba en medio de un gran abrazo grupal. — Tanto amor me va a dejar sin aire. — Dijo provocando la risa de todos. — No, en serio chicos me están asfixiando. — Los jóvenes se separaron de inmediato para luego compartir una gran risa. — ¿Esto significa que me perdonan?
— ¿A vos que te parece? — Le preguntó Camila con una gran sonrisa.
— No saben cuanta falta me hacían.
— ¿Qué dicen si vamos por un helado para celebrar? — Propuso Andrés.

El grupo de amigos no había parado de reír camino a la heladería, era como si nunca se hubiesen separado, les resultaba tan sencillo fingir que los malos momentos no formaban parte de sus vidas.
— ¡Violetta! — Gritó el joven rubio mientras corría hacia ella. Al reconocer al dueño de la voz, Diego y Federico se colocaron automáticamente entre la joven y el muchacho.
— Justo con vos queríamos hablar. — Se adelantó a hablar Diego.
— Chicos… — Violetta los llamó haciendo que ambos voltearan a verla por un instante.
—¿No crees que ya le has hecho suficiente? Actúa como un hombre por una vez y lárgate de aquí. — Le advirtió Federico.
Joaquín se cruzó de brazos. — ¿Y si no quiero qué?
— Lo haces por las buenas o por las malas, tú eliges. — Dijo Diego dando un paso al frente.
— Quiero ver que lo intenten. — Y acto seguido Joaquín empujó a Diego.
— Tú lo pediste. — Federico cerró su puño con fuerza para luego estrellarlo contra el rostro del rubio, provocando que el labio de este sangrase.
Joaquín limpio la sangre con el dorso de su mano. — Te arrepentirás de esto. — Le aseguró con rabia y rápidamente le devolvió el golpe.
Diego empujó al rubio lejos de Federico y seguidamente le propinó un fuerte golpe en el estómago. — Con mi amigo nadie se mete.
No pasó mucho tiempo para que Joaquín le devolviera el golpe y los tres muchachos quedasen envueltos en un ir y venir de golpes.
Violetta se giró hacia el resto del grupo. — No se queden ahí parados, ayúdenme a separarlos. — Les pidió con desesperación y sin esperar respuesta alguna, la joven comenzó la ardua tarea de frenarlos.
Pocos minutos después, Andrés y Broduey retenían a Federico intentando evitar que volviese a la pelea. Mientras tanto, rodeados por los gritos de las chicas, León y Maxi seguían intentando separar a los otros dos chicos que ahora se encontraban luchando en el suelo. Violetta se dispuso a atrapar el brazo de uno de ellos pero al acercarse, fue golpeada por su codo haciéndola perder el equilibrio hasta caer al suelo.
— ¡Violetta! — Gritaron al mismo tiempo una vez se dieron cuenta de lo sucedido.

Violetta, una historia no tan feliz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora