Capítulo 25.

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Los ojos de Natalia comenzaron a cristalizarse— ¿Cómo pudiste? 
— ¿Cómo pude qué?
— Amigo, en verdad te pasaste. — León habló desilusionado.
Maxi observó a todos sin lograr comprender lo que sucedía. — ¿De qué hablan? ¿Qué se supone que hice?
— ¿En serio te harás el desentendido? — El enojo era evidente en la voz de la chica rubia.
Camila tomó el celular de las manos de su amiga y le enseñó la imagen al chico. — ¿Ahora entiendes?
Luego de observar la pantalla del teléfono móvil, volvió su atención sus amigos. — La verdad es que no, no entiendo nada.
— La foto es muy clara Maxi. — Broduey habló con obviedad.
— ¿Por qué lo hiciste? Te pregunté, me lo negaste y te creí pero ahora la foto… — La voz de la española comenzaba a quebrarse.
— Dime que estoy entendiendo mal, que no estás insinuando lo que creo. — La observó a la espera de una respuesta pero ella se limitó a encogerse de hombros. — Por Dios Natalia, esa foto no significa nada.
— Maxi, se ve claramente como estás con otra. — Señaló Andrés.
— Si, eso no lo voy a negar pero ¿acaso la estoy besando?
Francesca comenzó a decir. — No pero…
— Exacto, lo único que estoy haciendo es tomar un café con ella y nada más.
— ¿Nada más? — Ludmila arqueó una ceja. — Se ve como sostienes su mano.
Maxi los miró incrédulo. — Esperen un segundo ¿me quieren decir que el simple hecho de acariciar la mala de una amiga significa que estoy engañando a mi novia?
— No puedes negarnos que por lo menos es una situación comprometedora. — Habló Federico.
— Una situación comprometedora. — Repitió en tono de burla. — En verdad que no lo puedo creer, pensé que nos teníamos más confianza pero a la vista está que me equivoqué, ni siquiera son capaces de darme la oportunidad de explicarles.
— A ver, danos tu explicación. — Le pidió Natalia.
— Lo que todos ven no es más que una muestra de apoyo, la misma que le daría a cualquiera de mis amigas si me necesitaran y nada más que eso. — Explicó con molestia. — Una amiga necesitaba de mí y punto.
— Nosotras pensamos… — Camila habló apenada.
— Mal, pensaron muy mal. — Completó su amigo. — Lo peor es que me acusan sin saber, y tú Natalia… — Dejó la frase incompleta.
— Las chicas me dijeron…
— Si, ya sé lo que te dijeron. — Desvió su mirada hacia sus amigas por un instante. — Aquí el problema no es qué te dijeron, sino que desconfiaste de mí sin dudarlo ni por un segundo. — Explicó. — Entiendo que esa foto pueda malinterpretarse pero podrían haberme preguntado, en cambio todos sacaron sus propias conclusiones y me acusaron. — Hizo una breve pausa antes de continuar. — Lo siento Nati pero si no confías en mí, yo no puedo seguir.
Los ojos de la chica se llenaron de lágrimas. — ¿Qué quieres decir?
— Yo te amo pero que desconfíes de esta manera no lo puedo soportar, creo que lo mejor es que terminemos.
— ¿Qué? — La voz de Natalia fue casi como un suspiro.
Ludmila se puso de pie frente a su amigo. — Maxi no puedes dejarla por un malentendido, uno que causamos nosotras.
— Te equivocas, yo no la dejo por eso sino por la facilidad con la que creyó que la estaba engañando. — Dirigió su mirada hacia su, ahora, expareja. — A mí también me duele Nati, pero es lo mejor.
— Maxi ¿No crees que deberías pensarlo mejor? — Habló Francesca mientras abrazaba a su amiga.
— No hay nada que pensar. — Suspiro. — Creo que deberían irse y calmar a Nati. — Les aconsejó con calma.
Pasaron pocos segundos en completo silencio antes de que las cuatro muchachas comenzaran a caminar hacia la puerta.
Camila detuvo su paso junto a su amigo. — Deberías pensarlo bien.
— Chau Cami. — Se despidió Maxi.
Una vez el grupo de chicas terminó de salir, Maxi se recostó en su cama e intentando restarle importancia a las miradas de sus compañeros, centró su atención en el celular.
— ¿No crees que fue demasiado? — Preguntó finalmente León.
El joven apartó la mirada de la pantalla. — No crean que lo que dije fue solo para Natalia o las chicas, ustedes también desconfiaron de mí.
— En verdad lo sentimos. — Broduey sonó arrepentido.
— Yo también, siento mucho que mis amigos me creyeran capaz de engañar a mi novia. — Dijo poniéndose de pie.
El resto del grupo lo observó caminar hacia la puerta.— ¿A dónde vas? — Se animó a preguntar Federico.
— Tengo que hablar con Pablo, no me esperen despiertos. — Les informó Maxi antes de cerrar la puerta detrás de él.
— Está realmente molesto. — Señaló Diego mirando a sus amigos.
— Ya se le pasará, siempre lo hace. — La voz de Andrés estaba cargada de seguridad, una que todos deseaban fuese cierta.

Violetta, una historia no tan feliz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora