Capítulo 7.

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— Chicos… — Violetta empezó a hablar. — la verdad es que me dolió que nos trataran de malos amigos, más porque yo si los consideraba mis amigos.
— ¿Considerabas? ¿En pasado? — Preguntó Francesca con tristeza.
Violetta ignoró la pregunta y continuó hablando. — Sentí que las personas que más quiero no me conocían…
Esta vez fue Camila quien la interrumpió. — Vilu, lo sentimos mucho, confundimos las cosas.
—  Yo a Maxi lo quiero mucho pero solo lo veo como un amigo, como a Broduey, a Andrés o a… — Detuvo sus palabras, no podía decir su nombre, no sin mentir. — a cualquiera de ustedes. Si, con Maxi tengo una relación más cercana tal vez pero solo es amistad.
— Ahora lo sabemos pero antes no nos lo habían explicado así y malinterpretamos las cosas. — Ludmila intentó justificar.
Maxi los miró desconcertado. — Cómo íbamos a hacerlo si no hacían más que acusarnos y cuando yo quise explicarles tampoco me dejaron. — Su voz reflejaba molestia.
— Tranquilo Maxi, ahora lo estamos haciendo ¿no? — Violetta dirigió su atención a los chicos. — Pese a todo yo los quiero mucho y no quiero perder su amistad por algo que no fue tan grave.
— ¿Eso significa que nos perdonas? — En la voz de Natalia se podía notar la ilusión.
Violetta les dedicó una sonrisa a sus amigos. — Claro que sí.
— ¿Y tú, Maxi? ¿No dirás nada? — León observó al chico.
— No puedo.
— Pero si ya aclaramos las cosas ¿por qué no podes?
— No es tan simple, Andrés. Yo les advertí que podía ser muy tarde cuando se dieran cuenta, no puedo simplemente olvidar que me trataron de traidor. Perdón pero no. — Al terminar de hablar, Maxi se fue sin dejarlos decir o hacer algo.
— Tranquilos, voy a hablar con él. — Violetta les dedicó una sonrisa tranquilizadora  y fue detrás de su amigo.
— Ojalá lo convenza de perdonarnos. — Francesca hizo una mueca.
— A mí hay cosas que todavía no me cierran.
Ludmila lo miró con curiosidad. — ¿De qué hablas Broduey?
— Sus abrazos, por ejemplo, entiendo que son amigos y se pueden abrazar pero eran más que simples abrazos, me daba la sensación de que siempre la estaba conteniendo. Después está la manera en que Maxi habla de la verdad como si hubiera más y también está el hecho de que Pablo los sacara de clase para llevarlos a dirección y luego los dejara solos porque debían hablar. No sé, me resulta muy raro.
— Sí, es raro todo eso pero ahora va a ser mejor que lo dejemos, al menos hasta que Maxi nos perdone, no le podemos pedir confianza cuando nosotros no se la dimos. — Los chicos asintieron antes las palabras de León, sabían que tenía razón, no podían exigir algo que ellos no fueron capaces de dar y tampoco podían arriesgarse a averiguar por su cuenta y terminar perdiendo definitivamente su amistad.

— ¿Por qué no lo podes hacer? — Violetta habló después de darle un trago a su licuado, había seguido a su amigo hasta el reto bar.
— Vilu, nos trataron de traidores y, aún peor, te hicieron llorar.
— Lo sé, tal vez no estuvieron bien pero es entendible, ellos no saben lo que pasa en verdad y reaccionaron mal. — Intentó convencer a su amigo.
— Pero…
— Pero nada, — Violetta lo interrumpió. — ¿Ya te olvidaste lo que me dijiste en dirección? — Lo miró pero él corrió su mirada. — Me dijiste que lo mejor es vivir la vida con amigos y no creo que eso se aplique solo a mí.
— ¿Cómo puedes perdonarlos?
— Es fácil, sin importar lo que haya pasado estas últimas semanas yo los quiero mucho y por más que yo lo haya querido alejar, la verdad es que me muero de ganas de que las cosas vuelvan a ser como antes.
— Violetta, ya no hagas bromas sobre la muerte. — Maxi la fulminó con la mirada.
— A mí también me duele pero es momento que empiece a aceptarlo, no me voy a salvar. — Su resignación era evidente pero su amigo no podía permitirle que perdiera la esperanza, él aún no estaba listo.
— Te vas a salvar.
Violetta no dijo nada, no podía lastimar a su amigo. — ¿Quieres a los chicos?
— ¿Eso que tiene que ver? — La miró confuso, su radical vuelta al tema anterior lo desconcertó.
— Que si los quieres puedes perdonarlos o ¿vale la pena perder su amistad por una cadena de malos entendidos? Malos entendidos que fueron culpa mía.

Luego de que Violetta se fuera detrás de Maxi, el resto de sus amigos decidió esperarlos en los bancos que se encontraban a la entrada del edificio.
— ¿Y si vamos con ellos? — Camila rompió el silencio.
— ¿A dónde? — Su amiga se encogió de hombros ante la pregunta de Francesca.
León se pasó la mano por la nuca, cosa que hacía cada vez que era preso de los nervios o estaba pensando. — No se pudieron ir muy lejos, aún quedan clases, deben estar en el resto bar.
— ¿Y qué esperamos? — Broduey se incorporó y sus amigos imitaron su acción a modo de respuesta.

— Vilu, Vilu, Vilu... — Pronunció el nombre de su amiga como suspiros acompañados de un lento movimiento de cabeza. — No sé como pero siempre me haces entrar en razón. — Le dedicó una sonrisa y ella se la devolvió acompañada de un abrazo.
— Que raro. — La voz de Andrés los sobresaltó y se separaron para dirigir su atención al grupo de amigos.
Violetta les sonrió. — ¿Qué es raro?
— Que siempre llegamos cuando se están abrazando. — Sus palabras estaban cargadas de diversión y Violetta y Maxi no pudieron evitar solar una pequeña carcajada.
— Lo raro es que no nos estén interrogando. — La única risa que se pudo escuchar fue la de Violetta, el resto se quedó en silencio. — Es broma. — La aclaración les provocó una sonrisa apenada.
— ¿Ya no estás enojado? — Los ojos de Natalia brillaban de alegría mientras intentaba esconder una sonrisa.
— No, ya no lo estoy. — Sus palabras provocó alivio y felicidad en sus amigos. — Vamos, tomen asiento con nosotros. — Sin esperar más, se unieron a sus amigos y ordenaron sus bebidas dispuestos a compartir el tiempo libre que les quedaban. Luego de unos minutos de compartir risas, todo volvió a ser como antes, como si las últimas semanas no hubieran existido o así se permitió sentirlo Violetta. Después de todo, su amigo tenía razón, no todo estaba dicho.

— Gracias a todos por venir. — Comenzó a hablar Pablo luego de que todos terminaran de ingresar al S.U.M. — Aprovechando que Gregorio hoy no podrá impartir la clase, quería utilizar este tiempo para conversar con ustedes. — Antes que pudiera continuar, Ludmila alzó su mano. — ¿Si?
— Tengo una pregunta.
Pablo exhaló con fuerza, conocía a sus alumnos lo suficientemente bien para saber que de Ludmila nunca se sabía que esperar. — ¿Sobre qué?
— ¿Por qué se llevó a Violetta y Maxi a la dirección? — Los presentes la miraron incrédulos ante su pregunta, si bien el resto de su grupo querían saber aquello nunca esperaron que sería capaz de interrogar a su profesor y director, aunque era Ludmila y ella nunca se había destacado por ser predecible. Por otra parte, Violetta comenzaba a ser presa de los nervios y el miedo, no podía interrumpir a su profesor, no solo sería una falta de respeto que ella nunca cometería sino que si lo hacía solo les daría más razones a sus amigos para creer que algo sucedía, solo le quedaba rezar en silencio que Pablo no dijera nada.

Violetta, una historia no tan feliz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora