Capítulo 35.

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Violetta alzó el brazo lista para llamar a la puerta pero al igual que las dos veces anteriores, lo dejó caer junto a ella antes de que pudiera llegar a tocar la madera. No sabía qué estaba haciendo allí parada dispuesta a darle una explicación a alguien que la lastimó, y con quién nunca llegó a ser nada más que amigos. Claro que en su momento él le había confesado estar enamorado de ella y viceversa, pero también era verdad que por un motivo u otro, jamás podían llegar a concretar nada.
Una leve punzada en la cabeza la sacó de sus pensamientos. *Es hora* Se dijo antes de finalmente golpear la puerta.
Segundos después la puerta se abrió dejando a la vista un sorprendido y confundido León. — Tenemos que hablar. — Declaró la chica sin permitirle hablar y se adentró en la habitación.
León caminó hasta su cama y se sentó en ella. — Siéntate. — Señaló el espacio libre frente a él. — Yo también quería hablar con vos.
— No sé si lo que tengo para decir te interese, pero creí que debías saberlo por mí. — Dijo tomando asiento en el lugar que él le había ofrecido. — Lo que sucede
— Espera, por favor. — La interrumpió. — Déjame empezar a mí, no quiero que suceda lo de siempre donde tú hablas y luego yo pierdo el valor de decir lo que en verdad quiero decir.
Violetta lo dudó por un instante. — De acuerdo, habla tú primero.
El chico de ojos verdes se tomó un segundo para tomar aire y valor. — No voy a justificar nada de lo que sucedió, no tiene sentido hacerlo. Tú y yo sabemos lo orgulloso que puedo llegar a ser y ese es uno de los motivos por el cual no te busqué estos días, mi orgullo impedía que volviese a pedirte disculpas. La otra noche estuve hablando con Maxi y me dijo algo que se quedó gravado en mi cabeza, me hizo entender que tú no me esperarás por siempre ni perderás tu tiempo sufriendo por mí. — Violetta cerró sus puños con fuerza, intentando concentrarse en las palabras del chico frente a ella y no en el dolor que estaba sintiendo. — Y entendí que sin importar cuán orgulloso pueda llegar a ser, el amor que siento por vos es mucho más grande y jamás me podría perdonar el haberte perdido por dejar que el orgullo me dominara. Te amo Violetta, nunca dejé de hacerlo.
La fuerza con que apretaba sus puños se intensificó y estuvo segura de que en cualquier momento sus uñas se clavarían en la piel. — Por algo Maxi es como  mi hermano, me conoce a la perfección.
El rostro del joven se entristeció. — ¿Qué quieres decir?
— Yo estaba dispuesta a que habláramos y aclarar todo entre los dos, pero cuando lo hice escuché como decías que ya no me amabas, que solo te confundiste por habernos vuelto a ver.
— Nada de eso era cierto. — Le aseguró. — Estaba siendo orgulloso, no quería admitir delante los demás cómo me sentía en verdad.
Violetta dejó escapar un suspiro. — Ya no importa si es o no verdad, León. — Dijo con cierto cansancio. — Lo cierto es que me lastimaste, primero cuando te besaste con Francesca, y luego al escucharte decir que lo que sentías no era más que un sentimiento causado por el recuerdo. No quiero estar en una constante montaña rusa de emociones donde un día nos amamos y al otro estoy sufriendo.
— ¿Nos amamos dijiste? Eso quiere decir que todavía me quieres, que podemos intentarlo.
— ¿De qué sirve eso sin la confianza? Porque tú evidentemente no confías en lo que yo siento por ti, y yo ya no puedo confiar más en vos.
— Te juro que nunca más volverá a suceder algo así.
— Ya no importa eso porque entre nosotros no puede haber nada. — Suspiró. — Precisamente venía a decirte que decidí avanzar, dejar las cosas que me hacen mal y darme una oportunidad de ser feliz.
— ¿Avanzar? ¿Estás con alguien?
Violetta sintió como los claros ojos del chico atravesaban lo suyos, no podía mentirle pero tampoco tenía el corazón para decirle la verdad. De todas formas ¿cuál era esa verdad? ¿qué estaba dejándose llevar con Diego cuando aún lo amaba a él? Y entendió que había cometido otro error. — Eso no tiene nada que ver, lo único importante es que ya no quiero sufrir más y haré todo lo posible para dejar de hacerlo.
León envolvió las manos de la joven con las suyas. — Prometo que nunca volveré a hacer algo para que sufra. Si dependiese de mí, no dejaría que nada ni nadie te haga sentir una pizca de tristeza.
Sabía que estaba siendo totalmente sincero y aun así no podía aceptarlo. — León, — Dijo apartando sus manos. — no puedo.
— ¿No puedes o no quieres? — La cuestionó molesto. — Te pedí perdón, fui completamente sincero sobre mis sentimientos hacia ti ¿Qué más tengo que hacer para que me perdones? ¿Crees que todo esto es sencillo para mí?
Violetta había vuelto a apretar sus puños pero a diferencia de antes, ahora era en un intento por contener su enojo. — ¿Y cómo crees que me sentí yo cuando besaste a Francesca? Sí, no éramos novios pero creí que finalmente comenzábamos a acercarnos. — El rostro de León se suavizó. — Estoy cansada de sufrir, suficiente sufrí al tener que dejarlos a ustedes, el Studio y mi país como para ahora que vuelvo a tener a mis amigos tener que sufrir porque un chico me engaña.
— Lo siento. — Y en ese momento ya no sabía por qué se disculpaba realmente pero sentía que debía hacerlo.
— Te perdono. — La declaración de la chica lo hizo levantar la vista. — Pero eso no significa que estaremos juntos, la verdad es que no creo que pueda a estar con nadie en este momento. — Y la habitación quedó en silencio por un instante. — Debo irme, los chicos me esperan.

Violetta, una historia no tan feliz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora