Capítulo III

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Ya no siento miedo...
Ahora tengo necesidad de sangre...
Soy consciente que no tengo límites y de lo que puedo...
Mi determinación se ha vuelto más grande...

Mi respiración es agitada, mi pulso es aún peor, no paro de correr ni un solo segundo, no miro hacia atrás, solo corro en dirección a mi casa esperando llegar con vida. Al menos se que todo éste riesgo va a valer la pena, tengo una pista, puedo empezar mi búsqueda, y ahora no hay nada ni nadie que me detenga.

Sigo corriendo cómo si mi vida dependiera de ello, (porque probablemente así sea) pero claro, al parecer me equivoque y no todo está de mi lado. Por ir distraída mirando al frente y no hacia abajo, no me percate de un agujero que había frente a mi en el que metí el pie y ahora se siente muy doloroso.

Intento levantarme rápidamente pero es inútil, además de que el maldito dolor me está consumiendo. De nuevo trato de levantarme, esta vez si lo logro pero 1...2...3... Pasos y otra vez al suelo. Miro atrás buscando la figura del hombre de antes, y no hay nadie. Mirar hacia adelante... Ese fue mi error o acierto.

—Sabes que está prohibido que las niñas bonitas como tú anden a esta hora en las calles,¿no?.—El hombre de antes... De pie frente a mi extiende su mano para intentar ayudarme.—No te haré daño.

—¿Y como sabes que yo no te haré daño ti?.—Los mismos ojos azules de antes derrochan diversión ante mi respuesta.

Pobre iluso, se metió con la chica equivocada.

—Ven, arriba.—Toma mi mano y me ayuda a levantarme de un suave tirón, haciéndome quedar frente a frente con él, mostrándome más de cerca esos ojos oceánicos.

Me aparto con rapidez y comienzo a caminar a como puedo pero es inútil, ese maldito dolor en el pie no me deja. Escucho pasos lentos tras de mi, se que es él, no se que demonios quiere o por qué me ayudo. Le doy una mirada leve mientras el camina con las manos en los bolsillos de su pantalón viéndome fijamente.

—¿Qué demonios quieres?.—Pregunto de forma arrogante girandome por completo hacia el.

—Espero a que cedas y aceptes que no puedes caminar con tu pie en ese estado,—Responde señalando mi pie derecho.— además... Tienes algo que necesito.

—¿De qué estás hablando?.

Él señala el bolsillo de mi sudadera, lugar donde llevo guardado el anillo de león.

¿Para qué lo necesita?.

Decido hacerme la tonta y fingir que no entiendo de lo que está hablando.

—No se de que estás hablando, no tengo nada que te pertenezca.— Digo sonando inocente y éste rueda los ojos con desesperación.

—No vamos a jugar a la niña inocente, Bellage, sabes perfectamente de lo que estoy hablando.— ¡Paren todo!, ¿¡qué!?, como demonios sabe mi apellido.

Al parecer el asombro en mi cara es bastante notable, puesto que los ojos del chico frente a mi se vuelven a llenar de una absurda diversión que no intenta ni ocultar.

—No Sally, no soy un acosador, simplemente se trata de unir información, —Espeta con obviedad en su voz.—¿Que otra chica en Crystal Town sería tan tonta o tan valiente para venir a una escena del crimen a media noche?, esa siempre has sido tú, lo que tienes de linda lo tienes de testaruda.

Intento mantenerme calmada ante lo sucedido, dejar que mi miedo destaque ahora no es un buen plan.

—¿No te parece algo injusto?, sabes mi identidad pero yo no sé la tuya, no juegas limpio.

Cacería MacabraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora