Capítulo VII

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Un hermoso rojo carmesí...
Acompañado de tus gritos de dolor...
Ahora sufrirás cómo yo sufrí...
He reunido todo mi valor...

7:00 p.m

Todas las presentes en la habitación me miran con... ¿Asombro?, ¿desaprobación?, verdaderamente no lo sé, y puede que sea una completa locura, pero ya estoy cerca, no me voy a arrepentir a éstas alturas.

—Sally, no puedes ir a la casa de ese hombre, ¿¡te has vuelto loca!?. —Exclama Dion tan enojada que en momentos probablemente vea sus ojos envueltos en llamas.

—No, Dion, no estoy loca, estoy decidida a proseguir con lo que yo misma inicié. —Le contesto dándole la espalda. —¿Que tengo que esperar?, ¿¡a qué se lleven a otras inocentes!?, no sé qué piensas tú, pero yo no estoy dispuesta a seguir viviendo en este maldito infierno.

—No puedes ir sola Sally, es demasiado arriesgado.—Protesta Morrigan.

—Nadie dijo que sería fácil o seguro, más sin embargo es un riesgo que debo tomar, y no dejaré que ninguna se involucre más de lo que deba en esto, así que iré sola.

Dion se acerca a mi y de repente me abraza, con Laksmi y Morrigan imitandola.

—Si no vuelves... Yo misma te encontré y te mataré, ¿entiendes?—La pequeña "amenaza" de Dion me hace sonreír.

Ella procede a darme la dirección de César y así Dion junto con Morrigan se dirigen al panel de control de la casa, al que Laksmi no tiene acceso. Ambas logran desactivar toda alarma y yo logro salir de la casa para dirigirme a la casa de César.

7:45 p.m

Después de un largo rato, consigo dar con la casa de César,aunque "casa" no es la definición más adecuada, esa cosa es una maldita fortaleza.

Toda camuflada en las sombras con mi sudadera negra, jeans negros, un tapa bocas negro y botas de militar, me escabullo hasta la parte trasera de la fortaleza e intento entrar por la puerta trasera cuidando de que no sea captada por ningún tipo de alarma de seguridad.
Para mi gran sorpresa la casa tiene todos los sistemas de seguridad desactivados y las luces apagadas. Saco la daga situada en mi bota derecha y me pongo en posición defensiva. Camino lentamente hasta llegar a las escaleras y subo con rapidez pero me detengo en seco al escuchar un fuerte golpe.

Habla ya Jiménez, nos hemos encargado de todos tus hombres, ¿crees que nos dolerá matarte?.— Oigo decir a una voz masculina, no muy lejos de mí posición.

Camino con cautela acercándome hacia el sonido de las voces. Ya cuando estoy más cerca pero escondida, logro ver a cuatro figuras masculinas, tres de pie y con máscaras y uno atado a una silla totalmente lleno de sangre. Es César

Puede que no les importe matarme, pero no lo harán, tengo información que necesitan, ¿no es así?. —Les dice César seguido de una sonora carcajada.

Uno de los otros se gira a medias y en cuestión de segundo se gira a César y lo golpea con una manopla.

Ustedes los imbéciles nunca aprenden.— Dice otro de ellos cruzando los brazos.

Decido salir de mi escondite y me acerco a ellos cómo si nada estuviera pasando.

—¿Ésta pequeña perra viene con ustedes?. —Sin pensarlo dos veces me poso frente a él y con la daga en la mano le doy un puñetazo haciendo que se desangre ligeramente.

Uno de ellos comienza a reír y yo me mantengo apuntando a César con la daga ahora llena de sangre.

—Dime en dónde están las chicas.—Amenazo poniendo la daga contra su cuello y éste solo sonríe como idiota.

Cacería MacabraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora