CAPÍTULO 1.

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Los rayos del sol apenas estaban tocando los cristales de la ventana de aquella habitación, pero la joven rubia ya estaba en la ducha, pues como cada veinte de Agosto había despertado antes de lo habitual, pues con anterioridad había planeado todo un día de actividades para esa ocasión especial.
Con sigilo Luna Lovegood bajó las escaleras, quedándose parada en el segundo piso, donde se encontraba otra habitación, y con delicadez tocó la puerta.

—¿Padre? —musitó con suavidad y esperó unos segundos más.

Nuevamente golpeó la puerta; nada.

La rubia no percibía sonido alguno que le indicara que su padre hubiera despertado, por lo que decidió que era mejor ir preparando el desayuno, ya que no quería salir muy tarde.

Llenó la tetera y la colocó al fuego para que se calentara y preparar té. Del horno sacó hogazas de pan y se dispuso a preparar tostadas. El chillido de la tetera hirviendo la alarmó y de inmediato se dirigió a ella para retirarla del fuego, después tomó un par de tazas y colocó unas hojas de hierbabuena dentro de ellas, para después verter el agua hirviendo.
Cocinó un par de huevos con tomate, colocó las tostadas en la panera y lo llevó todo a la mesa.
Miró hacia la escalera pero su padre aún no aparecía por ella. Comenzó a desayunar sola, echando miradas de vez en cuando hacia arriba y tratando de percibir algún sonido.

Unos minutos más tarde ella ya se encontraba en el jardín, cortando unos hermosos tulipanes coloridos que ella misma había plantado unos meses antes, formando un ramo grande que con una sonrisa llevó de regreso a su casa.

Como ya tenía todo listo, decidió sentarse un momento en el sofá.

Comenzaron a pasar los minutos y suspiró.

Se hallaba sentada en la sala, con el enorme ramo entre las manos, pero no había señales de su padre todavía, él aún yacía en la habitación y la rubia a pesar de que el caso era el mismo cada año, no pudo evitar sentir la decepción cruzar en ella.

Pasó una hora de espera y Luna escribió una nota en un pedazo de pergamino que Xenophilus manejaba por toda la casa.

«Padre, el desayuno está preparado.
Me adelantaré un poco, pues seguramente no dormiste muy bien anoche.
Luna.»

Tras aquello, la rubia tomó los tulipanes y se dirigió a la chimenea.

— «Hogsmeade » — pronunció con claridad, soltando un puñado de polvos flu y pronto se vió envuelta en grandes llamas esmeraldas.

Al llegar a la chimenea de la estación de Hogsmeade, Luna salió de ella y se sacudió un poco su ropa que había sido ensuciada por la ceniza de la chimenea. La rubia transitó por el barrio conocido, saludando con amabilidad a muchos de los trabajadores que conocía por el lugar. Caminó unos metros hasta llegar a su destino y suspiró al posarse en la entrada de un enorme recinto empastado. Leyendo mentalmente el enorme nombre que lo coronaba.

Infiltrat [Luna Lovegood/Viktor Krum/Theodore Nott]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora