Thirteen; Song

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Murdoc siempre apreció la buena música desde su infancia. Desde la parte instrumental hasta la voz del cantante, se considera un amante propio de la música.
En lo personal, las voces graves y suaves son sus favoritas. Está harto de ir a recitales o al teatro y escuchar finas voces, capaces de quebrar las copas de vidrio. Agudos tonos que ya habían saturado su cabeza cual grititos de pequeñas campanas. No entiende cómo la gente no se cansa del mismo e insensante canto. Admite que tienen talento, pero escuchar siempre lo mismo; no da.
Es por eso que cuando escucha a Stuart se siente bendecido. Él no canta como esas mujeres u hombres. Su voz no es la misma. Eso le fascina, ha de confesar.

Cuando lo escuchó en la sala, sintió que el cantante que tanto anheló, llegó. Y no sólo lo escuchó una vez, se pasaron la tarde ensayando juntos. Lo oyó varias veces para su deleite. Francamente, cuando se enteró de que la canción la había escrito Harold, se quedó boquiabierto. ¿Tan talentoso llegó a ser este muchacho?

Es tonto, pero ha dejado que el peliazul y su voz lo vulevan a hipnotizar. Espera la señal para hacer aparición. Que no tarda en llegar, porque Emily acaba de salir al balcón...

-¡Santo cielo, Stu! -exclama la chica. Se llenó de alegría apenas lo vio. Recién junta el aire para expresar su sorpresa verbalmente.
Alice la tiró del brazo para que salga, y ya comprende todo el escándalo.

-Buenas noches, señorita mía -Como todo un caballero, saluda a la dama.

Murdoc no evita preguntarse si es que así de ridículo se ve cuando busca conquistar a una mujer.

-Emily, mi amor, vengo a cantarte, lo mereces -Stuart vuelve a su guitarra. Le dirige una mirada a la chica, y luego a las sombras, donde Murdoc aguarda.

Empieza a tocar. Emily se apoya en el barandal del balcón y sonríe bobamente. La guitarra es un toque dulce que desde su infancia la relaciona con el romance. Su padre se le confesó a su madre de ese modo, y más tarde, le propuso matrimonio de la misma manera.

-Si amarte es un delito, entonces soy un renegado, cabalgando -entona Stu, moviendo sus dedos al compás que debe. Deposita su alma entera cuando abre su boca para desplegar un canto.

Emily se sonroja, y es apenas el inicio...

-Seré un chico normal para ti -¡Esa es la señal!

-Siempre pensaré en ti, por eso te vuelvo a llamar -Una nueva voz desconcierta a la chica, que con los ojos cerrados, disfrutaba la melodía.

-¿Murdoc? ¡Murdoc! -Siente un sobresalto. Verlo tan de repente, y con una guitarra, la pone algo confundida. Nunca lo oyó cantar así que es algo nuevo para Emily.

-¡He venido por ti, mi amada! -vocifera Murdoc, con cuidado de no pasarse y despertar a los padres de Emily.

Stuart finge enojo, para su guitarra y lo invita a largarse.

-Yo llegué primero, así que puedes irte.

-Como si tocaras mejor.

-Mejor que tú, seguro.

A pesar de ser palabras sacadas de una discusión de niños, la rubia se agita y les ruega que se detengan desde su posición.

Y como lo dijeron, Stu se indigna y retoma su serenata por donde la dejó:

-Quiero quedarme contigo por mucho tiempo...

-Quiero ser tu piedra, amor -Murdoc sigue como se le indicó.

-Siempre pensaré en ti... -Stuart continúa, como anticipó.

-Por eso te llamo de vuelta...

Y juntos, en una armoniosa colaboración, llegan al clímax de la canción. Pero en realidad, debieron de haber discutido en medio de la canción, antes de terminar la serenata. Para cuando se dan cuenta, Emily los mira sin expresión desde el balcón.

Como idiotas, dejaron que las horas de confianza que sembraron antes florecieran en el peor momento. Miran sus propias guitarras y entre sí de reojo.

Stuart decide improvisar y empezar una disputa. Le guiña a Murdoc discretamente.

-¡Alejate de ella! No tenías que venir y robarte mi canción -empieza a soltar el peliazul.

-¿Yo? ¡Yo pensé en venir primero!

Siguen así, actuando lo más naturales que pueden, pensando palabras rápidas y enojada para decir.
Aunque, de poco termina por servirles:

-¿De verdad te crees tan especial? Emily, cariño, ¿tú me elegirás a mí, no? -Murdoc alza su vista para corroborar lo dicho pero cuando lo hace, la chica ya no está.

La sorpresa la comparten los dos.

No les sirve llamarla a gritos. Sus padres u otros sirvientes escucharían el escándalo. Entonces, callan. No saben qué pasó.

No saben cuándo tiempo estuvieron fingiendo mantener una falsa discusión. Y no evitan sentirse ridículos, porque sólo significa que han fallado su misión por una boba distracción.

quiero mimir, buenas noches bbs qwq

also, estaban tocando Souk eye agsjdm

❝Cliché❞ 2doc/StudocDonde viven las historias. Descúbrelo ahora