Three; Alice

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Alice atraviesa el jardín que decora la entrada de la casona a la que sirve, se para en la calle. Falta arroz para el almuerzo, así que se dirige a comprarlo. Escucha el trote de caballos detrás suyo, y al darse la vuelta, ve que un elegante carruaje se acerca, jalado por dos caballos cafés y controlados por un hombre igual de elegante y con bigote.
Algún hombre que busca al señor Williams por negocios, piensa, ingenua.
Pero cuando el carruaje se detiene frente a la entrada de la casa, sale disparado de su interior un muchacho que no esperó a que el cochero vaya a abrirle la puerta.

La mujer lo mira, paralizada, pues cree reconocer cierto rasgo del joven.

Éste se arregla el pañuelo de su cuello mirando hacia la casa. Da media vuelta y como un niño, le pregunta si se ve bien al cochero que recién baja de su asiento.

-Claro, señor -dice nada más.

-¡Perfecto! -celebra el chico. Y mientras su sirviente se queda atendiendo a los caballos, Stuart suspira para relajar esos nervios y vuelve a mirar a la casa.

Alice, se acerca al joven peliazul lentamente. Y cuando lo ve entrando al jardín de sus señores, no se resigna y le pregunta por su asunto, y por su nombre. Espera que sea quien ella cree...

-Disculpe mi intromisión. Soy Stuart Harold Pot, venía a ver a la señorita de la casa. ¿E-ella está?

Y como si un fantasma fuera el que delante tiene, Alice dijo con el aire entrecortado que sí, que Emily se encuentra.

Sonriente, Stuart pide permiso para entrar. Entonces, camina directo hacia la puerta principal, con la mujer siguiéndole de atrás. Dejará las compras para después, ver la expresión alegre de su señorita es lo que necesita ahora.

Murdoc tira de las riendas de su caballo y se baja de un salto. Le indica al equino, como si le entendiera, que lo espere ahí.
Niccals tiene prisa, y no se retracta cuando ve el mismo carruaje que venía delante de él. Incluso tras tomar un atajo, el malnacido llegó antes, ¿a qué velocidad venían sus caballos? Con bronca, camina con el paso apretado hasta la puerta. Y antes de tocar, se arregla el cabello, el chaleco y finge que rabia no ha invadido su expresión.

Toca la puerta. Espera.

Pero risas, una conocida, se oye a través de la puerta.

Alice atiende, también risueña. Pero cuando ve a Murdoc Niccals, la felicidad se le esfuma de inmediato.

-¡Se-señor Niccals!

-¿Está Emily? -pregunta a pesar de ya saber que ella lo está.

-En la sala... Tiene compañía, por cierto -confiesa, incómoda de que dos caballeros importantes para la señorita vayan a chocar en cuestión de segundos.

La rabia y celos de Murdoc se incrementan cuando siquiera antes de entrar a la sala, la voz de otro hombre logra escucharse. Emily no le dejó en claro el estado de su relación, pero sí le confesó que sus otros pretendientes no merecen una pizca de atención, que sólo él tiene el permiso para cortejarla. Eso le dijo, de eso se ilusionó...

Pero al entrar a la sala, con Alice detrás, no pensó que iría a ver a su dama tomando la mano de otro hombre, con los rostros tan cerca uno del otro, con brillo en sus ojos, y con esos labios rojos formando una auténtica sonrisa. Los dos sentados cómodamente sobre el sofá, mientras Murdoc miraba la escena desde el marco de la puerta.

-Es grato que hayas vuelto... -comenta la rubia, a punto de besar a Stuart, sin notar la presencia del azabache. El peliazul le toma el mentón y también se prepara.

-¡E-eh, señorita! -exclama la mujer alzando los brazos para llamar la atención de la chica y avisarle quién llegó, algo tarde, sin embargo.

UYY, HASTA YO ME EMOCIONÉ

❝Cliché❞ 2doc/StudocDonde viven las historias. Descúbrelo ahora