Murdoc toma asiento en una de las mesas del centro, y con una seña le dice a la mesera que le sirva algo. La jovencita se acerca, apresurada a atenderlo. Su larga falda se contonea y los otros hombres en la posada no se detienen para ignorar ese movimiento.
-Traeme un vino y un poco de carne con puré. Pero no demasiado, no quiero salir reventando de aquí -pide apoyando sus manos sobre su estómago. Sonríe ante su propio sarcasmo, esperando algo de simpatía en la muchacha, pero ella sólo asiente, anota lo pedido y se retira.
Murdoc chista la lengua. Con eso termina de comprobar lo aburridas que son todas las mujeres de Londres, y que ha sido afortunado en encontrar a Emily Williams, la única dama que le presta atención a sus chistes y que se ríe de ellos. Las demás están más atentas en su físico y en la cara varonil que está obligado a llevar.
Mientras espera su comida, la puerta de la posada se abre y otro cliente entra. Niccals, curioso, echa un vistazo y no tarda en extrañarse.
Se pregunta a sí mismo la identidad del tipo que acaba de entrar. No le suena ese rostro ni esa contextura.
Alto, delgado, bien vestido pero de cabellera alocada y brillante, de un color primario: azul. Eso último es lo que más le llama la atención.Los demás hombres que conversan mientras almuerzan también presentan la misma confusión e interés ante el joven.
El desconocido se acerca a la barra y le pregunta al dueño sobre cierta dirección.
-¿Dónde queda la hacienda de los Williams? -Murdoc atiende de inmediato y no despega su oído de la conversación.
¿Por qué ese busca a tal familia? No parece un mensajero ni un familiar que se ha perdido. ¿Cuál es su asunto? Piensa Murdoc, viéndolo de reojo.
-La casa que buscas queda a unos pocos kilómetros de aquí, sólo ve derecho hasta que veas una construcción enorme y prestigiosa. Queda claro que ellos viven ahí -contesta el dueño, Russel Hobbs.
-¡Oh, muchas gracias, señor! -Y antes de que se vaya, feliz por la ayuda, el grandote detrás de la barra no evita interrogarle. Todos los clientes, hasta Murdoc, escuchan lo que tenga que decir el peliazum.
-Espera, ¿eres nuevo por aquí?
-Verá, crecí aquí pero me mudé. Y he vuelto para cumplir una promesa que hice. Es algo absurdo en realidad pero de verdad tenía ganas de volver -dice con la mano en su pecho y una mirada determinante.
Ya, sin ganas de siquiera saber el nombre del chico, Russel abandona la conversación y se da media vuelta para acomodar sus botellas.
Stuart hace lo mismo y se retira con un ligero saludo a pesar de ni estar siendo visto por el dueño, es una costumbre americana que adoptó. Se va tranquilo, sin sentir todos esos ojos sobre su espalda.
Cuando la puerta se cierra, todos murmuran algo, los clientes y las meseras susurran algo entre su propio grupo.
-¡Es muy guapo! Y parece ser todo un caballero, además -El par de chicas a su lado se muerden el labio y le dan la razón en silencio.
-Qué mocoso tan ostentoso. ¿Qué querrá con esa familia? -Los hombres jugando a las cartas se prepararon para dar sus propias hipótesis.
Murdoc, pensativo, no le presta atención a su platillo cuando llega a su mesa: Por alguna razón, tiene el sentimiento de que ese chico esconde algo muy relacionado a la familia de su chica. Se levanta de golpe de la mesa, busca dinero en su bolsillo y lo tira a un costado. Le dice claramente a Hobbs que guarde esa comida para cuando regrese, y antes de que éste responda; Niccals cierra la puerta de un azote.
Algo le dice que Emily y ese peliazul tienen algo que ver. Que eso de "promesa" no es nada bueno para él.
Paranoico, se monta a su caballo lo más rápido que puede y sale disparado a la hacienda de su amada.¿Quién es este caballero del que murmuraban?
uwo
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❝Cliché❞ 2doc/Studoc
Fanficᴵ ʷᵒᶰ'ᵗ ᵇᵉ ʸᵒᵘʳ ˢᵃᵛᶤᵒʳ ᴮᵘᵗ ᴵ ᵗʰᶤᶰᵏ ᴵ ᶜᵒᵘˡᵈ ᵇᵉ ˢᵒᵐᵉᵒᶰᵉ ʸᵒᵘ ˡᶤᵏᵉ ˢᵒᵐᵉᵒᶰᵉ ʸᵒᵘ ˡᶤᵏᵉ Stuart y Murdoc se vuelven rivales tras descubrir que buscan enamorar a la misma mujer, aunque todo termina decayendo en el mismo y soso cliché de las películas romántic...