Eighteen; Loud

397 67 64
                                    

Antes de la llegada de Murdoc a la posada, Stuart pidió un cuarto. Se quedaría ahí por unos días, ya que se sentía atrapado en su propia estancia. Prefería estar lejos de lo que fue su pasado.
Además, necesitaba un lugar privado donde cambiarse...

Pero antes, debía hacer un rápido trato con el dueño de la posada.
Entra y hay gente en las mesas, algunos están jugando al ajedrez y a las cartas. La chica que usó de mensajera sigue ahí, tomando un jugo de lo más alegre.
Harold se acerca a Hobbs a paso decidido y empieza a pedirle un favor.

Pero en su mente, se está desplomando.

—Oye, alguien vendrá a verme en un rato. Quiero que lo dejes pasar a mi habitación, tenemos que hablar en privado —Russel asiente, pero lo exigente de la petición viene en camino:—. Pero esto debe quedar en secreto, entre nosotros, ¿sí? Nadie debe saber que vino a verme.

—¿Pero qué dices? —junta el entrecejo. Hoy la gente se ha estado comportando muy extraño, piensa.

—Júralo, te pagaré más si quieres, pero hazme el favor —Stuart se apoya en la barra y le implora a Russel con la mirada.

—Bien bien, pero no me des nada, largo —El peliazul agradece con una sonrisa y se dirige a las escaleras—. ¿P-pero a quién esperas?

—Hmm, al siguiente que entre y se vea perdido. Gracias, amigo —Sube las escaleras, muy apurado. Sus zapatos chocan contra la madera y el ruido de sus pasos resuena.

Noodle mira a Russel, quien se ve aturdido.

—Ese fue el tipo que me dio el chelín. Qué raro es, pero parece buen chico —comenta, intentando relajar al hombre.

Pasa alrededor de un minuto, y la puerta principal se abre. Hobbs alza la vista y se sorprende al encontrarse con Murdoc Niccals.

—¿Crees que sea él? —supone la japonesa al lado.

—Creí que se refería a una mujer, siendo honesto... —Rasca su cabeza.

Los dos analizan a Murdoc y efectivamente, luce perdido. Mira de reojo las mesas y sus asientos, buscando a alguien bajo mucha discreción. Noodle casi escupe su jugo, piensa que esto se ha vuelto todo un escándalo.

La nipona le hace unas señas con los brazos para llamar su atención. Niccals se acerca por instinto, porque realmente no sabe dónde más meter la nariz.
Creyó que el peliazul estaría esperando en alguna mesa o detrás del establecimiento, revisó antes ahí y nada, sólo un perro dormido.
Además, el carruaje de Pot ya no estaba frente a la posada.

—¿Qué sucede?

—¿Buscas a un chico de cabello azul? —se adelanta a decir la jovencita.

—¡N-noodle! —Se supone que sería un secreto de dos, pero ya se volvió uno de tres...

—S-sí, ¿dónde está? —pregunta desesperado.

—Arriba, te espera en su cuarto. Russ, dile en qué habitación —Golpea con el codo a su amigo, ella se ve muy animada por el escenario tan abstracto.

Murdoc se pone rojo apega su barbilla a su cuello: —¿E-en su cuarto?

—Es la tercera puerta —Murdoc se va de inmediato, sin decir nada—. Se supone que era mi trabajo —reprocha algo serio.

Noodle no responde y prefiere seguir bebiendo de su jugo. Sin saberlo, ambos amigos se ponen a pensar en la verdadera relación de esos dos tipos.

...

Stuart abre el bolso y saca el vestido. Lo extiende sobre la cama y lo admira un rato. Eso le pertenecía a su madre, y aunque se vea como una completa falta de respeto a todo su linaje, está dispuesto a usarlo, porque ya no le queda dignidad propia. Siendo hombre, sería criticado en un millón de maneras, pero ya qué, si jugaba bien su carta, quizás ganaría algo de atención masculina, engañando a muchos y pasando un buen rato.

Cierra las cortinas y empieza a quitarse el saco. Está seguro de que Murdoc llegará en un rato, pero sabe que al menos tendrá la decencia de tocar la puerta, y no lo verá con los pantalones abajo...

—Stuart, ¿estás-...? —Su cabeza se asoma y ve al nombrado delante de la cama, quitándose los pantalones de la pierna izquierda.

—¡IDIOTA, CIERRA LA PUERTA! —exclama, lanzando el bolso ya vacío hacia la puerta. Murdoc la cierra para evitar el golpe, pero aún así se cuela en el cuarto.

—Ya ya, perdona. No fue a propósito. ¿Por qué no pusiste la cerradura? —Se imagina si hubiera entrado a la habitación equivocada.

—¡Te dije que te fueras! —Cubre de inmediato su entrepierna con una almohada y se sienta en la cama, al lado del vestido. Su rostro está rojo, y su corazón acelerado.

—No quiero esperar afuera. Prometo no mirar —Stuart gruñe, y Murdoc lo demuestra, dándole la espalda y cubriendo sus ojos—. ¿Ves? ¡Porque yo no! ¡Jaja!

Una almohada golpea su espalda pero él sigue riendo.

—Ni se te ocurra darte la vuelta —amenaza.

Pero Murdoc fisgonea usando el espejo colgado en la pared, delante de él. Lo localizó hábilmente antes de decir que se quedaría quieto.

Mientras tanto, Russel y Noodle se arrepienten de haber abierto su imaginación a esos dos. Desde que Murdoc subió, se han escuchado ruidos raros.

Noodle abre la boca, como si fuera a opinar, pero se queda en blanco.

—No digas nada... —remata Russel.

Para su fortuna, las pocas personas en la posada era gente mayor, con pésima audición. Sino, sería todo un escándalo.

Escribir estos últimos capítulos me divierte demasiado xD

❝Cliché❞ 2doc/StudocDonde viven las historias. Descúbrelo ahora