CARLO:
Las bodas italianas no me desagradan. Estoy acostumbrado a desenvolverme en este tipo de escenarios, pero hoy, en particular, hay un sentimiento agridulce expandiendo mi pecho. Por un lado, se suponía que sería yo quién esperaría a Aria, la criatura más dulce de la mafia siciliana, al otro lado de la Iglesia, pero por el otro no estoy seguro de que el hecho de que esté por entregarse a alguien más sea una perdida. Se aman. Están esperando un bebé. Su primogénito. Nunca esperé nada más que buena compañía y herederos de mi ex prometida, así que no es como si no pudiera conseguir a nadie más para rellenar el papel. Mi alianza con ella no me habría traído ningún tipo de prestigio o aumento de mi riqueza, todo lo contrario a lo que hubiera ocurrido con su familia, por lo que el vacío que siento probablemente es solo eso.
Un vacío que debe ser rellenado con lo siguiente.
─¿Cómo luzco? ─pregunta cuando su estilista termina de retocar su maquillaje, un velo cubriendo su rostro de ángel.
El vestido que está usando está hecho de encaje y satén. Es del blanco más puro que existe, pero no tan blanco como su piel. Su cabello luce aún más oscuro y brilloso por el contraste. Sus ojos grises, nuevamente, no abandonan los míos. Además de mantenerme la mirada, me hace sentir como si viera a través de mí. A través del hombre que mi familia me hizo para sobrevivir.
A mi alma.
Pero en mi caso, no siempre es visible.
Ese es el por qué hice uso de mi propio dinero y poder para lograr que ella y Constantino pudieran estar juntos sin que nadie interviniera. De alguna forma, él siempre tiene un puñado de migajas de bondad para ofrecerle. Migajas sin las que Aria no sería feliz ya. No después de haberlas conocido y terminar de florecer, convirtiéndose en la bella mujer frente a mí, gracias a él.
─Hermosa ─respondo, un poco incómodo por el papel que me toca desempeñar, ofreciéndole mi codo─. Siendo honesto, demasiado buena para cualquier hombre en esta Iglesia, Aria.
Ella no envuelve nuestros brazos al instante, sino que intensifica la manera en la que me observa mientras dirige sus manos al borde hecho de pedrería. El que no vaya a casarse conmigo no significa que vaya a ser pobre. Constantino puede cuidarla.
─¿Incluso para ti?
Ya que actuar de otra manera sería completamente equivocado, desvío mi mirada al ventanal multicolor que está por encima de nosotros, bañándonos con una especie de arcoíris debido a la manera en la que la luz lo atraviesa. Es la primera vez que una mujer me deja sin respiración y eso, en este momento, es inadmisible. Mis sentimientos, de ser reales, debieron llegar antes. El remolino en mi pecho solo debe tratarse de nostalgia dirigida a un futuro que nunca sucederá, no a cualquier otra emoción extraña y desconocida. Trago un par de veces antes de girar el rostro en su dirección y responder de manera suave.
─En especial para mí.
Ella solo me mira en silencio por unos segundos más antes de alzarse lo más que su atuendo le permite y presionar sus labios rosados contra los míos, lo que no me toma en lo absoluto por sorpresa debido a la naturaleza del beso. Una despedida. Ambos entreabrimos la boca, pero ninguno de los dos se atreve a hacer algo más que compartir aliento. Es un cierre, no una invitación.
─Te equivocas, Carlo ─susurra aun estando demasiado cerca─. No sabes cuántas noches no pude dormir preguntándome qué era lo que me faltaba para ser la adecuada para ti, para que me miraras como lo estás haciendo ahora, pero después de conocer a Constantino y darme cuenta de que el amor de verdad no se trata de cambios, sino de aceptación, supe que nadie nunca es malo o bueno para otra persona. En nuestro mundo no se trata de lo que haces, es sobre lo que eres y lo que creas con alguien más, la manera en la que se complementan, y nosotros simplemente no nos complementábamos del todo. ─Me estremezco al sentir el dorso de su mano contra mi mejilla─. Pero eso no quiere decir que no merezcas ser feliz con alguien más. Por hacer cosas como permitir que Constantino y yo seamos felices juntos cuando hasta mi propio padre amenazó con matarme, quizás eres tú quién es demasiado bueno para cualquier persona en esta Iglesia. ─Cubre su rostro nuevamente. Su maquillaje sigue intacto, por lo que Constantino probablemente nunca sabrá que besé a su esposa antes de que se casara con él─. Incluyéndome.
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Cavalli © (Mafia Cavalli ll)
AcciónUna buena hija. Una buena prometida. Una buena chica. Una buena princesa de la mafia siciliana. Solía ser lo que todos querían que fuera. Ahora, gracias a los asesinos de mi padre, el hombre más rico de la mafia siciliana, soy nada. TODOS LOS DERECH...