Capítulo 34:

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ARLETTE:

Aunque me alejo del galpón donde se aloja mi jet privado, puesto que el que pertenecía a mi padre está en mantenimiento, no me voy hasta que lo veo despegar con Flavio, Vicenzo, Francesco y sus amigos a bordo. Incluso después continúo viendo hacia el cielo, dentro del Cadillac, antes de darle la orden a Luc de salir de la pista y regresar a la ciudad. Escucho su voz mientras reviso mi teléfono, pero no alzo la mirada hacia él, trabajando.

─Sigo sin creer que hayas dejado ir a Flavio ─comenta entre dientes, tuteándome puesto que su esposa también lo hace.

─Yo tampoco lo creo, pero necesito que mantenga su promesa.

Flavio solo tenía un audífono puesto cuando Fósil y yo hablamos, por lo que se enteró del secuestro de Penélope y pasó toda la noche pidiéndome que lo dejara ir con Francesco y con Vicenzo. Ella es mi amiga, dijo, ¿tú no harías lo mismo por tus amigas? Ya que ambos crecieron juntos de la misma manera que Francesco, Vicenzo y yo lo hicimos y ciertamente tenía un punto, puesto que he roto muchas reglas para ayudar a Verónica, Marianne y Hether, siendo involucrarlas en la mafia la principal de ellas, no pude negarme. Llegué a un acuerdo con él. Soportaba los años que le quedaban sin un berrinche más y lo dejaría ir con ellos.

De todas maneras, no es como si fuera a ponerse en peligro.

No realmente.

─Sinceramente, Arlette, ¿crees que Flavio la cumpla?

Si Flavio es como yo a su edad, no lo hará. Mi padre incluso una vez me lo pidió estando tanto el cuello de Vicenzo como el de Francesco en juego y me negué, así que no cometeré el error de pensar que él se volverá obediente de un día a otro, pero al menos tendré algo que sostener sobre él y disminuirá la intensidad y la frecuencia con la que me pide involucrarse en el negocio.

─No. ─Miro a Luc conducir. Su barba ha crecido lo suficiente como para cubrir la porción inferior de su rostro, haciéndolo lucir más rudo. Ese aire, sin embargo, desaparece para mí cuando recuerdo la manera en la que sonríe cuando Matteo tira de ella─. Apenas mi avión esté de regreso en Chicago, quiero que estén listos para despegar. ─Miro hacia afuera, consciente de que aunque el día es soleado, la lluvia está a punto de caer─. Necesito salir de aquí.

******

Cuando llego a casa, sin haber pasado por ninguna de mis oficinas, soy recibida por las emocionadas pisadas de Beatrice. Ella sido arreglada, bajo sus propias órdenes, con un vestido rojo y zapatitos negros con una cinta encima. Sobre su cabeza de rizos rubios descansa una corona proporcional a su tamaño. Una réplica exacta de la que mi padre me dio durante la fiesta de diamantes Cavalli y que perdí con los demás. Una fortuna que me dedicaré a recuperar, rastreando pieza por pieza, apenas esto termine. Los diamantes valiosos siempre dejan un registro.

Tanto dinero no puede desaparecer así como así.

¿Cómo va tu día, mi dulce niña? ¿Qué has aprendido hoy? ─le hago las dos mismas preguntas de siempre, recogiéndola y guindándola en mi cadera mientras caminamos hacia el jardín.

Ella sonríe ampliamente, emocionada.

Bien, gracias, ¿el tuyo? ─Una sonrisa se apodera de mis labios ante sus buenos modales, los cuales suelen aterrorizar a todos debido a su edad, pero se deben a que le dije que si va a hablar, debe hablar bien y para que la escuchen. No solo por hacerlo. Si no es así, es mejor el silencio─. Los números en... en inglés.

Aunque lo dijo bien, dudó, algo que sería suficiente para que la dejara con Petruskha de nuevo, pero estoy a punto de irme de viaje y de dejarla a cargo de ella, Fósil y Hether por unos días, por lo que ignorarla es lo último que quiero hacer. Desde que la recuperé de sus padres adoptivos nunca hemos estado separadas. Dejarla atrás con todos nosotros fuera de Chicago, incluso del país y del continente, es un riesgo, pero debo hacerlo. El modus operandi del juego ha cambiado drásticamente y debo adelantarme a los movimientos de mis enemigos antes de que ellos me adelanten a mí. He acabado con la pasividad.

Cavalli © (Mafia Cavalli ll)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora