No aguantaba, simplemente no.
Todos esos gritos y barullos, el olor a humanidad y esquivar la comida que era lanzada por los aires.
No siempre le pasaba, en general comía en el comedor junto a sus amigos sin problemas, pero ese día era diferente. Estaba irritable y cualquier cosa lo alteraba, esta vez habían sido los chicos, los muy escandalosos chicos.
Había abandonado el espacio con la bandeja en mano y el ceño fruncido, su pequeño círculo de amigos lo miraba, extrañados ante esa actitud tan poco común en el rubio.
—Lo siento… —había murmurado para luego desparecer por la puerta.
Ahora se encontraba deambulando por los pasillos, buscando un lugar donde caer y simplemente comer como un ser humano y no como un orangután. Así era como veía a los demás.
Como unos salvajes, incapaces de comer como seres normales y civilizados.
De pronto se dio cuenta que almorzar en el pasillo sería arriesgado, pues en cualquier momento podía pasar alguien con poder mayor y mandarlo de nuevo a ese infierno. Suspirando se encaminó a las afueras.
El campus era tan amplio que algún lugarcito recóndito y secreto debía tener.
Camino y camino debajo del sol y la brisa algo fresca.
Buscaba un árbol, de tronco ancho y hojas extensas, las cuales pudieran resguardarlo en las sombras, otorgándole soledad y tranquilidad.
Encontró el lugar perfecto, para llegar a este debía pasar por arbustos y malezas. Detrás de todo eso había un pequeño bosque, y en el centro de este un gran árbol, debía tirar su cabeza hacía atrás para observar la copa de este. Sonrió alegre por primera vez en el día.
De ahora en más ese iba a ser su lugar.
Suyo.
Bueno, suyo y de alguien más.
Mierda, ya había gente allí.
Un chico, un chico de espaldas.
Una espalda muy familiar.
Ya conocía…
Conocía a la persona que siempre enrollada las mangas a la altura de los codos, y que nunca llevaba corbata.
Sasuke.
En un momento, en sus castigos, había comentado que no le gustaban las corbatas, le apretaban y sacaban salpullido, así que simplemente no las usaba.
Naruto detuvo su andar, sin emitir un solo sonido. Sasuke tenía apoyada su espalda en el tronco del gran árbol. Con los ojos cerrados.
Todo su ser destilada tranquilidad y armonía.
La leve brisa movía sus cabellos al son de una canción lenta, como pidiendo permiso.
Sin embargo, lo primero que noto fueron sus mejillas.
Tenían líneas, líneas brillantes y mojadas.
Lágrimas.
¿Sasuke llorar?
El peli-negro abrió sus ojos, más aguados de lo que nunca había visto, en ellos se reflejaba la fauna del lugar. Suspiró, y pasó el dorso de su mano por aquella zona. Queriendo borrar rastro de su decaída.
Estuvieron un rato en silencio, Naruto se preguntaba si lo había notado, pero al parecer no, porque Sasuke no se había movido de allí. Su cuerpo aún era víctima de leves espasmos y un sollozo que otro escapaba de sus labios.
Naruto nunca creyó verlo tan vulnerable. Ni siquiera se le había pasado por la cabeza que él sintiera.
Algo estúpido, si.
Pero esa era la imagen que Sasuke dejaba ver al mundo.
Un chico frío, al que no le importaba nada.
Pero no era así, en lo absoluto.
Ver a Sasuke tan humano, tan real delante de él le revolvió el estómago. Sintió cosas raras.
Una sensación extraña, que ahora se apoderaba de su pecho, tenía las incontrolables ganas de estar allí para él, de dejarlo llorar sobre su hombro.
Quería darle la seguridad de que siempre estaría allí para él.
Que era su amigo, y que no importaba nada, que todo lo resolverían juntos. Fuese lo que fuese. Pasase lo que pasase.
Pero, pronto cayó en cuenta, se devolvió a la realidad, donde ellos dos no eran más que conocidos, y que aparte no se llevaban bien.
De pronto no quiso que fuese así, no quería pelear más, no quería sus ceños fruncidos, ni sus insultos. Quería esas sonrisas diminutas, esas sonrisas que se le escapaban. Esas miradas juguetonas y llenas de curiosidad que había tenido el privilegio de conocer sólo limitadas veces. Quería esa nariz arrugada en disgusto, tan chistosa.
Quería a Sasuke, pero como su amigo. No como solo un alumno más.
Ahora lo veía distinto, distinto a esos chicos del comedor.
No era un salvaje, ni alguien revolucionado por las fotos de unas tetas.
No lo veía como alguien tan banal, con gustos tan superficiales, con el único objetivo, con el único deseo en la cabeza de enterrar el pene en cualquier agujero.
Él era diferente. Y Naruto por un segundo se sintió acompañado, acompañado en aquella etapa de su vida, donde él parecía no encajar nunca.
Ya no estaba solo.
Lo tenía a Sasuke y se encargaría de nunca perderlo.
Se acero sigilosamente con su bandeja en mano, el pasto crujiendo bajo su calzado, tomó asiento a su lado. Cuando el azabache abrió los ojos por segunda vez lucía confundido. Pero Naruto sólo le sonrió. Y recostó la mitad de su bandeja en las piernas del moreno.
Sasuke veía todo sin entender absolutamente nada, ¿lo había visto llorar?
No, Naruto se burlaría.
Pero sin embargo, viéndolo allí sentado y sin dejar de hablar, pensó que el no se reiría. Que el quizás lo acompañaría y ayudaría.
¿Cómo alguien podía hablar tanto? Pero lo agradecía. Estando con él se olvidaba del dolor, podía dejar descansar su mente, dejar de recordar y solamente estar. Estar, sentir y vivir.
Lo que el rubio comenzaba a significar: vida.
El nuevo personaje es de... ¡Europa!
Ahora adivinen de que parte.
Y aparecerá en los próximos capítulos.
Les tengo una pregunta.
¿Que trama les gustaría leer en un omegaverse? O qué cosas en específico, con o sin lemmon y esas cosas.
¡Comenten!
Un beso, los amo ❤️🇦🇷
ESTÁS LEYENDO
La Noche Infinita
FanfictionNaruto es un joven hiperactivo, que por cuestiones "sin sentido" se ve obligado a pasar sus años de preparatoria en un internado, un internado a las afueras de la ciudad, encerrado con miles de adolecentes hormonales. Aquello era la perdición para n...