Capítulo Veintidós.

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—¿Por qué no?— preguntó, era raro que Naruto se negara a algo

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—¿Por qué no?— preguntó, era raro que Naruto se negara a algo.

—Verás… Tengo cosas que hacer—murmuró desviando la mirada, hacia ya diez minutos que debería estar en la biblioteca, pero Sasuke no lo dejaba marcharse.

Él no sabía de sus clases particulares, y no es que tuviera vergüenza alguna, sino que al enterarse de esas clases preguntaría con quien, y… Ahí estaba el problema.

Soltó su brazo del agarre del azabache y le sonrió con nerviosismo, si tenía que mentir lo haría pésimo, mal, horrible, no le salían esas cosas, y no le gustaba mentir.

—¡Nos vemos más tarde! —soltó atropelladamente y huyo hacia la biblioteca.

Cuando entro a esta lo recibió el usual silencio abrumador y una mala mirada de la bibliotecaria, pues él había sido uno de los maleantes que había maltratado sus libros.

Miró el lugar en general, buscando al joven pelirrojo que ya conocía de vista, algunas veces se lo había cruzado por los pasillos, y en el comedor, pero nunca habían mantenido conversación alguna.

Lo halló sentado, con apuntes en la mesa y su extravagante cabello alborotado.

—¡Hola!–saludo—Soy Naruto, es un placer—tomo la mano de Gaara y la estrecho amistosamente, sentándose a su lado y vaciando el bolso encima de la mesa, al hacerlo un montón de envoltorios de dulces cayeron junto a los lápices y hojas desordenadas, Tenten era fan de los caramelos y siempre durante las clases comían como cerdos. Los tomo a todos entre las manos y se los guardo en el bolsillo del pantalón de vestir.

Gaara miraba al joven alegre con curiosidad, se esperaba a un bully, a un chico todo puberto y con mala autoestima. Pero en cambio le habían dado a Naruto, que parecía muy energético y feliz a pesar de la situación. Su cabello era rubio y parecía sedoso, tenía un par de ojos celestes que irradiaban alegría y compañerismo, no olvidando la sonrisa ladeada pero sin malas intenciones.

Todo en él le causaba ternura.

Y algo más.

Pero era muy pronto para decir aquello.

—Gaara—respondió como único saludo, tomando los apuntes del rubio y revisando sus anotaciones, eran solo dibujos sin sentidos en los bordes y palabras mal escritas, sin pasar por alto algún que otro pene dibujado por allí.

Suspiró con las hojas—dobladas, como si hubiesen sido abolladas—en las manos, de allí no había nada que sacar, como había sospechado tendrían que empezar desde cero.

Se posiciono recto en la mesa y comenzó su discurso, había iniciado con historia, en la que peor estaba.

Naruto observaba el rostro apacible del chico apenas un año mayor que él y asentía cuando fijaba su mirada en él, solo por inercia, no porque estuviese entendiendo.

La Noche InfinitaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora