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Suspiré manteniendo mi mirada fija en el techo de mi habitación de hotel. Estaba muy aburrido, y lo único que quería era aclarar mi mente.
Los chicos habían ido de fiesta, yo me quedé en el hotel. Tenía que pensar en muchas cosas.
Desde que había abrazado a Elisa por el apagón empezaba a pensar cosas sin sentido, como que me gustaba tenerla entre mis brazos, o que sentía bien cuando ella me abrazaba.
Pero era imposible que a mí me gustara ella, porque no era posible eso.
Escuché ruido afuera de mi puerta, me levanté y fui a abrir, para mí sorpresa, Elisa estaba ahí, iba riendo junto a Walls, Blon a su lado suspiró y los miró.
— llévala a su habitación y déjala dormir, por favor, tengo que hablar con Chemi —dijo el de Barcelona. Ginés asintió y siguió caminando con Elisa que ni siquiera me miró ni un poco.
Lo dejé entrar, Pablo suspiró y se sentó en la cama.
— ¿De qué quieres hablar? —dije mientras imitaba su acción y me sentaba a su lado. — ¿Por qué esta repentina ley del hielo a Elisa? —soltó, siempre era muy honesto, no se andaba con rodeos. — no lo sé... Es que, estoy muy confundido —suspiré — ¿Crees que te gusta Elisa? —preguntó, lo miré. — Sí — es normal —rió — ¿Te pasó a ti también? —negó — claro que no, porque yo siempre he sabido que Elisa es solo mi amiga, nunca la he visto como algo más —alcé la ceja, ¿Qué trataba de decir? — ¿A qué te refieres? Yo también la he visto así siempre —negó. — no es así, lo sabes —sonrió— he estado analizando tu actitud cuando estás junto a ella desde hace ya tiempo y te puedo decir... Que tu amistad con ella nunca fue igual que la mía con ella. —me levanté— porque yo siempre, desde que le hablé por primera vez supe que seríamos buenos amigos. Pero tú no, tú esperabas que ella se fijara en ti, que algo más saliera... —suspiré— y como no pudiste acercarte a ella de otro modo, te hiciste novio de su amiga ya que era la única manera de que Elisa estuviese cerca de ti... —lo miré, mierda, tenía razón— siempre supe que tú la querías, siempre supe que estabas enamorado de ella... — joder, Pablo —me senté— ¿Por qué no me lo dijiste? — porque no creí que quisieras saberlo, sabía que te pondrías como ahora —rió, me recargué en el respaldo de la silla— creo que lo mejor es que seas honesto con ella. — claro que no, ella no siente lo mismo, solo arruinaría nuestra relación —negué, Pablo alzó los hombros. — bueno, pues entonces descubre si ella se siente igual que tú —asentí... Creo que podría hacer eso.
Joder, acaba de caerme la realidad como balde de agua fría. Estaba enamorado de ella, jamás de Úrsula, siempre fue Elisa.
No sabía cómo la vería después de esto, me había convencido de que no era verdad, me lo negué por tanto que yo mismo me creí la mentira de que no la quería...
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