TWENTY FIVE

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Abrí mi ojo y me di la vuelta en la cama, Chemi estaba completamente dormido

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Abrí mi ojo y me di la vuelta en la cama, Chemi estaba completamente dormido.

Sonreí, me senté y saqué mi teléfono. Hoy Simon se iba a Londres y quería despedirme de él porque iba a extrañarlo.

Cuando Simon se iba usualmente no respondía mensajes ni llamadas, porque siempre estaba ocupado, así que, necesitaba despedirme si iba a dejar de verlo por aproximadamente una semana.

Me levanté de la cama y caminé hasta el balcón. Desde ahí lo llamé y esperé a que esté contestara.

— Creí que no ibas a llamarme —dijo con un tono de gracia, reí
— Sabes perfecto que siempre lo hago, te deseo suerte en todo y que todo salga bien —me recargué contra la pared— cuídate mucho por favor —si alguien nos escuchara, podría creer que estoy hablando con mi novio.
— Lo haré linda, y trataré de comprarte algo bonito —sonreí
— no hace falta, pero me gustan los pantalones de tiro algo —solté acompañado de una risa, claramente era un broma.
— a sus órdenes —lo escuché reir— tengo que irme
— lo sé —suspiré— mucha suerte de nuevo
— muchas gracias de nuevo, te quiero
— yo también te quiero —dije en respuesta y colgué.

Me quedé un rato mirando la ciudad, las calles, las personas.

Últimamente todo estaba cambiando en mi vida, y no me acostumbraba a eso. Se sentía muy raro.

Volví a entrar solo para encontrarme con mi cama vacía, ya no había un Chemi ahí.

Caminé hasta la cocina, lo ví sentado en la barra con el celular en la mano.

— buenos días —dije y lo abracé a la par que le besaba la mejilla.

Él estaba enfocado en su celular, me miró y sonrió.
— buenas días —respondió, suspiré y me senté frente a él del otro lado de la barra.
— ¿Qué te pasa? —le tomé la mano, él me miró a los ojos y luego miró a otra parte.
— nada yo... Son tonterias —respondió— debo ir a casa y luego ir a comprar unas cosas. —se levantó. Me dio un beso apresurado y salió de mi casa.

Eso había sido raro, definitivamente.



Estaba en el supermercado comprando cosas para la cena de hoy, sí, iba a preparar la cena yo mismo

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Estaba en el supermercado comprando cosas para la cena de hoy, sí, iba a preparar la cena yo mismo.

Sabía perfecto que Úrsula siempre había querido que le cocinara y honestamente quería terminar con ella bien, así que haría casi cualquier cosa con tal de que ella estuviera bien.

Por otra parte, estaba celoso de Simon y molesto, y me hervía la sangre. Entendía que Elisa era su amiga y no quería ser un tóxico de mierda que le prohibiera verlo.

Pero la llamada de la mañana simplemente me había volado los sesos y no podía pensar más.

Elisa no me había llamado, ni me había mandado un mensaje siquiera después de la salida que tuve de su habitación. Era horrible pensar en que apenas estábamos juntos de menos de un mes y ya estuviésemos teniendo este tipo de problemas.

Suponía que era por lo complicado que siempre había sido todo entre nosotros, desde un inicio.

Bufé una vez más y fui a pagar, tenía mucho que hacer en casa como para seguir matandome con pensamientos de mierda.



— pasa Úrsula —la dejé entrar.

Llevaba un vestido negro, unas botas de tacón y un bolso de mano. Sonrió un poco y entró.

— no puedo creer que José Miguel Manzano me haya preparado la cena —dijo sorprendida, reí.
— Pues como lo oyes —dije— siéntate venga —le recorrí la silla para que lo hiciera.

— y bueno —me miró— ¿De qué querías hablar? —me senté frente a ella y suspiré.
— Escucha —miré la mesa— lamento mucho haberme portado como un mierda aquella vez en el hotel —la miré a la cara por fin— sé que no debí hacerlo y que debí darte mejores explicaciones, pero... Simplemente no lo pensé.
— ya, y los cuernos qué? —pareció molestarse— ¿Quien me los quita?
— Úrsula, no hubo cuernos —le tomé la mano— sé que no me crees, pero te juro que cuando yo y tú éramos algo jamás hubo nada con Elisa, jamás —no mentía, y esperaba que ella lo supiera 
— No sé si creerte Chemi —se acercó un poco más— porque sé que serías capaz de eso —murmuró.
— ¿De ser infiel? —pregunté, ella asíntió.
— sí, de eso —se acercó más, sentía una tensión sexual entre nosotros, y quería evitarla a toda costa. Después de todo, a pesar de que quería a Elisa, las cosas entre Úrsula y yo no desaparecían.— o me vas a negar que en este instante no quieres besarme —la tenía tan cerca que sentía su aliento— que no me invitaste aquí para despedirte de mi de buena manera con un último polvo. Qué sabías internamente que esto podía pasar —negué. Me levanté y le di la espalda.

Tenía miedo de lo pudiera pasar mientras siguiera teniéndola enfrente.

— No Úrsula, amo a Elisa, bien? —dije sin más.
— ¿Ah sí? —se levantó y se paró frente  mi— ¿La amas tanto? ¿Y que hacemos los dos aquí solos? —preguntó— porque Elisa pudo estar invitada perfectamente, y no lo hiciste —alzó la ceja.
— No Úrsula —no quería mirarla a los ojos, me sentía intimidado.
— Quizás, internamente quieres que algo pase entre tu y yo —me susurró al oido— quizás estás molesto con ella porque sigue saliendo con Simon... —¿Cómo sabía ella eso? ¿Que sabía ella que yo no?
— Elisa no sale con Simon... —repetí— solo fue una vez y fue hace semanas —me traté de convencer a mi mismo.
— ¿Estás seguro? —me miró— ¿Estás seguro de que no han salido más veces a escondidas? ¿Estás seguro de que no se llaman cuando tú no estás? —y recordé lo de esta mañana. Ella hablo con él mientras yo dormía, no lo hace cuando estoy despierto, lo hizo cuando no podía enterarme.

Miré fijamente las pupilas castañas de aquella chica, y por impulso del coraje la besé, aunque no quería hacerlo. Aunque trataba de convencerme de que Elisa no estaba haciéndome daño, y de que no era verdad lo que Úrsula decía...

Sentí un fuego dentro, tenía que detener esto ahora mismo o algo más pasaría.

Aʟᴡᴀʏs ﹣ Sᴋᴏɴᴇ (🆃🅴🆁🅼🅸🅽🅰🅳🅰)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora