THIRTY ONE

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Bajé corriendo del taxi y me adentré en el hospital

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Bajé corriendo del taxi y me adentré en el hospital. Me detuve en el gran mostrador con la señorita dentro.

— Soy Elisa Mora, recibí una llamada hace 10 minutos —dije entrecortadamente tratando de calmar mi respiración.
— Sí, yo la llamé —dijo con una cara que no me ayudó a tranquilizarme— Necesito que me acompañé de este lado, su amigo sufrió un accidente hace aproximadamente una hora y los médicos están tratando de hacer lo mejor posible para reanimarlo cuanto antes —sentí que mi vida se me iba de las manos. Mis ojos se llenaron de lágrimas y las piernas dejaron de responderme.

Me fui al piso sin más y comencé a llorar.

— Puede esperar aquí a que las noticias lleguen, pero tiene que levantarse —dijo la enfermera tratando de levantarme— No le puedo asegurar que estará bien, pero debemos tener fe.
— ¿Cómo fue? ¿Qué pasó? —pregunté como pude con la voz deshecha y con las lágrimas sin parar de correr
— El otro auto se quedó dormido y ni siquiera frenó cuando se impactó contra el auto del señor Minter —cerré mis ojos desairada— las ambulancias llegaron lo más rápido posible, debido a que era de madrugada uno de los bares cercanos fue el que llamó al servicio de urgencias, aún con eso al llegar el conductor del auto ya había fallecido... Tragimos al señor Minter lo más rápido que pudimos. El médico dijo que estaba inconsciente.

Asentí, me senté en la silla y me dejé ir a llorar en silencio.

Escuché a la enfermera irse, y ahora estaba sola en la sala fría de espera.

Mi mundo se estaba cayendo a pedazos, Simon era mi mejor amigo, era la mejor persona que había conocido, era un ser especial, no podía irse...

Pasé saliva con miedo, era presa de él en este momento, mi cabeza solo pensaba cosas negativas, y solo podía pensar en que quería morirme yo.

— Señorita —llegó corriendo la enfermera, la miré intrigada— El señor Minter a despertado —me levanté de prisa— sígame, por aquí —me guió por un pasillo hasta que se detuvo frente a un cristal que daba a una sala donde estaba Simon recostado en una cama con múltiples cables saliendo por todas partes y con máquinas a su lado.

Miró hacia acá y sonrió un poco, acaricié el cristal y sonreí de igual manera, limpié mis lágrimas con el antebrazo y puse mi mano contra el cristal.

— No puede entrar a verlo aún, pero puede quedarse aquí mientras los doctores le permiten entrar —asentí.

Volví a mirar a Simon para que se tranquilizara y para tranquilizarme. Su sonrisa me daba luz, estaba bien.



Después de unos 20 minutos, los doctores salieron de la habitación.

— puede pasar —me dijeron con un tono serio, me adentré y me detuve a su lado, quería abrazarlo pero tenía miedo de lastimarlo así que solo tomé su mano.

— No debiste venir aquí, estoy bien —dijo sonriente— ve a dormir a casa.
— estás loco? —reí— me quedaré aqui hasta que salgamos juntos —le apreté la mano— vas a estar bien —dije segura.
— Elisa, ¿Podrías hacerme un favor? —pidió, asentí— Podrías llamar a Abigail y decirle que no se preocupe si no llego mañana? No creo estar en forma para ir a trabajar —rió débilmente. Sentí las lágrimas salir a la par que reía a su lado.
— claro, yo le digo —respondí
— Puedes llamar al doctor, me duele mucho la cabeza —dijo con una mueca, asentí y me levanté para ir a picar el botón que traía a los médicos a la habitación.

Si un par de pasos, pique el botón y me giré, Simon se quedó viendo un punto fijo en la pared, alcé la ceja.

— ¿Estás bien? —pregunté, me acerqué a él.

De pronto comenzó a retorcerse, su nariz comenzó a sangrar a la par que salía un líquido de su boca.

Presioné el botón tantas veces pude hasta que las enfermeras y los doctores llegaron a la habitación y me sacaron de ahí.

Ni siquiera me dejaron quedarme a verlo por la ventana.

— ¡DEJENME VERLO! —Grité sin dejar de llorar, la enfermera me retuvo contra su echo mientras que yo lloraba como una niña.

No sabía que pasaba, no quería que nada malo ocurriera, no quería perderlo, estaba bien, estaba hablando conmigo.

Me sentaron en la silla y me bloquearon las puertas.

Di vueltas por un rato, no sabía que hacer, no sabía nada en ese momento.

— señorita, tiene que calmarse —dijo la enfermera, negué, no podía calmarme. ¿¡COMO MIERDA SE HACÍA ESO SI MI MEJOR AMIGO ESTABA AHÍ Y YO NO SABIA QUE PASABA?!

20 minutos... 20 minutos me retuvieron ahí hasta que salieron los médicos con la cara seri y palida, las manos detrás de su espalda...

— lo sentimos mucho —fue todo lo que escuché antes de que mi cabeza se perdiera en la nada.

Sentí que mi cuerpo se había ido, estaba flotando en un plano ficticio en dónde todo se estaba desmoronando a mi al rededor.

— hay alguien  quien pueda llamar para que venga a darle apoyo moral? —dijo la enfermera poniéndose a mi altura, solo una persona pasó por mi mente.

Solo una persona podía ayudarme ahora que me sentía peor que nunca, ahora que tenía ganas de simplemente morirme, de desaparecer.

Asentí y me levanté sin decir nada, solo salí y saqué mi celular para llamarlo, para pedirle que viniera.

Un par de timbres sonaron antes de que su voz adormilada sonara del otro lado.

— ¿Elisa? —habló— ¿Qué pasa? —sollocé una vez mas— ¿¡Estás bien?!
— Necesito que vengas al hospital... Santa Cristina —se me estrujó el corazón
— ¿¡ESTÁS BIEN?! —Se alteró— ¿¡QUÉ HACES AHÍ?!
— Estoy deshecha —dije sin mas— solo ven por favor, porque no voy a poder salir de aquí...
— voy en camino —sollocé de nuevo— no colgaré, no cuelgues tampoco, no me tardo nada.

Solo miré a la nada, mi vida era una completa mierda. Era una basura, Simon muriendo era la cereza en el pastel de mierda que era mi vida.

No lo merecía... Él no.

Aʟᴡᴀʏs ﹣ Sᴋᴏɴᴇ (🆃🅴🆁🅼🅸🅽🅰🅳🅰)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora