Parque de diversiones

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(Lamento la demora, tenía que solucionar un problema de mi universidad, pero todo bien. Ahora, disfruten)

Narrador omnisciente:

Sana entrelazó su mano derecha con la de la japonesa para luego simplemente caminar por delante de ella presionando su dorso contra su espalda obligando de esa forma a la joven a que le siguiera el paso. La castaña se quedó en silencio observando las casetas iluminadas y cómo los adolescentes se amontonaban en cada de unas de ellas queriendo conseguir algún regalo para sus conquistas. Tzuyu no iba a mentir, el lugar estaba repleto, colapsado a más no poder, y el hecho de saber que al día siguiente no habría clases aumentaba el número de pubertos deambulando por el lugar, la taiwanesa apretó sus labios observando cómo un grupo de adolescentes miraban a Sana para luego descaradamente apuntar su cuerpo con su dedo índice-lo más seguro es que hablaban de su llamativa figura de muñeca-, idiotas, pensó Tzuyu a la vez que, por impulso soltaba la mano de la japonesa para luego velozmente colocarse a su lado presionando su palma contra la pequeña cintura de la joven aclarando de esa manera que la chica no estaba sola; ay no, pensó al darse cuenta que estaba reaccionando en modo Nayeon celosa, avergonzada quiso alejarse, pero Sana tomó su mano puesta en su cadera para luego entrelazar sus dedos obligando a que su cuerpo se mantuviese adherido al de ella.

Tzuyu tomó una buena bocanada de aire intentando mantenerse serena, pero el delicioso aroma que desprendía el cabello de Sana la estaba atontando, menos mal que la chica estaba lo suficientemente concentrada en admirar cada recóndito espacio del lugar como para centrarse en ella. La castaña frunció el ceño al oír como la japonesa sorpresivamente chillaba completamente emocionada por algo que había visto en concreto, confundida Tzuyu entreabrió sus labios dispuesta en preguntar que le sucedía, pero Sana estaba hiperactiva así que no fue para nada sorprendente el sentir como la chica la arrastraba en dirección de una de las casetas, el regordete hombre de camiseta cuadrada y mejillas sonrojadas producto del calor que las luces emanaban le sonrió a la más baja, para luego darle la misma sonrisa a la taiwanesa.

—10 won los diez tiros—comentó el hombre causando que Sana asintiera con su cabeza, completamente entusiasmada comenzó a buscar en sus bolsillos su billetera, pero Tzuyu la sorprendió al sacar de su pantalón lo poco que había ahorrado cuando trabajó, en silencio la chica se inclinó entregando su dinero—tienen que darle al pato, el amarillo da el premio gordo, los demás solo dan los peluches de allá—aclaró los pequeños peluches de bolsillos—si por casualidad de la vida le das a los tres, tendrás que elegir un solo premio, ¿Entendido?—cuestionó notando como la chica asentía con su cabeza.

Por donde se viese era una estafa, pero si la rubia quería jugar, Tzuyu no sería quien para matarle el sueño.

Sana tomó la escopeta y miró a Tzuyu notando como la castaña le hacía una señal con su mano para que disparara. La rubia sonrió como una pequeña niña entusiasmada por la pronta navidad, para luego darle la espalda acomodándose en su sitio antes de apuntar. Con calma la taiwanesa se cruzó de brazos observando igual o más expectante que el regordete hombre a que la japonesa ejecutara los tiros. Bien, Tzuyu no iba a mentir que se sorprendió bastante al notar como, el primer disparo que Sana realizó logró mover al pato amarillo, pero no lo botó, al según disparo le dio al pato rosa, "te quedan ocho", y el mayor no ayudaba a que la rubia se relajara al estar contando cuantos intentos le quedaban.  Sana volvió a disparar, pero falló con bastante distancia así que Tzuyu de manera instintiva dio un paso en dirección de la más baja al notar como la muchacha estaba sosteniendo el arma, por eso falla, en silencio se inclinó presionando su palma contra la cintura de la más baja mientras que su cálido aliento erizaba la nuca de la jovencita, sin mucho esfuerzo la castaña elevó su mano libre presionando sus dedos bajo el codo de la rubia ejerciendo presión en esa zona en específico para que la chica lo elevara. Sana tragó saliva ante la cercanía de la taiwanesa, y a pesar que hizo un gran esfuerzo por no ponerse nerviosa era bastante difícil el lograrlo cuando sentía cada toque por parte de la confiada castaña.

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