Lo bueno siempre termina

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Narrador omnisciente:

Era Domingo, por ende el único día en que no vería a Sana. En un completo silencio la castaña se mantuvo observando el techo de la habitación de su hermana mayor; ahora que estaba ocupando el puesto que anteriormente tenía Nayeon, a la coreana realmente no le quedó de otra más que volver a su hogar. Tzuyu suspiró, en otros momentos se hubiese alegrado de que la pelirroja por fin volviese a su casa, pero por algún motivo ahora se sentía culpable, y hasta enfadada de estar siendo una molestia para Mina-no quería ser una carga para nadie-. La taiwanesa mordisqueó su labio inferior girando su rostro para ver la ventana: esta vez no había otra casa a su lado, no había una bonita rubia caminando por su cuarto que lograba llamar su suficiente atención para levantarse del colchón y acercarse con tal de saludarla, la cruda y fría realidad de Tzuyu era que ahí en la habitación de su hermana solo se podía ver un gran árbol que impedía el poder observar el hogar continuó, y se sintió triste, casi amargada de ser consciente que le quedaban tres días con la japonesa, solo tres días, pensó sintiendo como su pecho se oprimía y las inminentes ganas de llorar nuevamente atacaban su sistema, pero no lloró, con todas sus fuerzas se tragó el dolor. 

Tzuyu rodó sobre el colchón dándole la espalda a la ventana notando velozmente la ausencia de Mina bajo las sábanas, debe estar en la cocina, pensó siendo consciente que ahora la chica comenzaba a tener más independencia al saber bajar las escaleras-la primera vez que la vio intentarlo bajaba de trasero a escalón-, pero ya le agarró la técnica, estaba orgullosa de ella. La castaña se incorporó sobre la cama estirando su mano en dirección de la mesita de noche, con bastante facilidad tomó su teléfono dejándolo descansar sobre su palma, mientras que utilizaba su dedo pulgar para desbloquear la pantalla. A Tzuyu casi se le sale el pulmón al ver el rostro de Sana en la pantalla desbloqueada, sus pómulos tomaron un fuerte tono carmesí que hirvió casi por completo la sangre acumulada en esa zona, estaba avergonzada, y un poco sorprendida por la hazaña de Mina al colocar esa imagen, pero no se tomó la molestia en cambiarla; había que admitir que Sana se veía bastante bien sobre los patines.

La taiwanesa se mantuvo por un rato más sobre la cama, hasta que tomó la decisión de que era momento de levantarse y afrontar otro nuevo día. Esa mañana en particular estaba bastante frío el clima así que no dudó en tomar una de las chaquetas de su hermana envolviendo su torso con esta, con un adorable coleta mal hecha y el evidente cansancio reflejado en sus facciones la castaña salió de la habitación caminando por el corto pasillo en dirección de las escaleras, con calma descendió cada uno de los escalones, aunque cuando escuchó la voz de su padre la hizo detenerse casi de inmediato teniendo la necesidad de oír la conversación-nunca había escuchado una conversación ajena, y menos si era entre sus padres, pero con todo lo sucedido ya no confiaba en ellos-. ¿Recuerdan los tres días que aún le faltaban a Sana antes de ingresar al hospital? pues olvídenlo. Tzuyu dejó de respirar en el instante que escuchó ese claro "La ambulancia llegó en la madrugada, intenté ayudar, pero ellos se la llevaron de inmediato" y no lo quiso creer, así que pensó en una posibilidad de que su padre estuviese hablando de otra persona, aunque todo cobró sentido al oír aquel "Los Minatozaki deben estar devastado" acompañado de la forma en que su madre respondió con un simple "Nunca pensé que Sana estuviera tan enferma". 

Tzuyu parpadeó mirando un punto fijo en la pared escuchando atentamente como Somin y Matthew seguían hablando sobre lo que había sucedido en la madrugada y que ella no había sido capaz de notar; si tan solo hubiese estado en mi habitación, pensó sintiéndose culpable de ser consciente que pudo estar despierta y quizás hasta acompañar a Sana, en silencio permitió que las lágrimas se deslizaron mientras que su mentón no dejaba de temblar amenazando que el pronto llanto no tardaría en brotar por su garganta, y esta vez no tendría ninguna intención de callarlo.

Scary LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora