Ámame

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Narrador omnisciente:

Luego de que el doctor Lee hubiese revisado a Sana y se hubiese asegurado de que la chica estaba bien, bueno dentro de lo que cabía, todo estaba yendo con la normalidad que él esperaba. Después de que el mayor se marchará la japonesa no volvió a hablar con la castaña, estaba molesta, fastidiada de que la chica la tratara como si fuese una muñequita de porcelana, ella conocía su cuerpo, perfectamente podía detectar cuando algo andaba mal, y sabía a la perfección que el sangrado de nariz era netamente provocado por su cuerpo causado por las quimioterapias, y era consciente que no sería la primera vez, ya se había hecho la idea de que se repetiría lo suficiente para volverse una costumbre.

Realmente a Sana le gustaría que Tzuyu lo entendiera.

La taiwanesa se puso de pie cuando se percató de la bonita enfermera ingresando en la habitación con bandeja en mano, sin siquiera despedirse abandonó el lugar tomando asiento en las incómodas sillas del pasillo frente a la ventana. Frustrada la chica se quitó el único guante que aún estaba envolviendo su palma, molesta lo dejó a su lado sintiendo como el corazón no le dejaba de latir con violencia, ¿Estaba arrepentida de haber llamado al doctor? no, claro que no lo estaba, si fuese por ella lo tendría encerrado en esa habitación todo el día solo para asegurarse de que Sana estaría bien. Tampoco se iba a disculpar, quien estaba actuando como niña caprichosa era ella, pero sí que era cierto que no quería estar de esa forma con la japonesa, la echaba de menos, por muy tonto que fuese, a pesar que la tenía al lado, no podía evitar el pensar que no lo tenía realmente, extrañaba su voz, y eso que la había escuchado solo un par de horas atrás, pero no era suficiente, jamás era suficiente en esos momentos. Los señores Minatozaki aparecieron minutos después, ambos observaron con confusión la forma en que Tzuyu estaba sentada con sus rodillas pegadas a su pecho y su mentón apoyado sobre estos dándole un aspecto adorable, pero triste.

Ambos adultos se miraron para luego caminar en dirección de la adolescente tomando asiento a cada lado de su cuerpo, con amabilidad Yubin le entregó un envase de plástico que contenía el pan que había comprado en la cafetería-no era mucho, pero Tzuyu de todas formas se sentía completamente agradecida de su preocupación-. La taiwanesa bajó los pies del borde de su asiento para enderezar su espalda intentando demostrarse calmada por la situación que estaba enfrentando, en silencio aceptó el regalo sintiendo como ella no tardaba en darle cálidas palmadas contra uno de sus omóplatos en un vano intento por calmarla, a pesar que ellos no hubiesen estado presente en el momento en que a Sana comenzó a salirle sangre de la nariz, ni mucho menos habían escuchado la forma en que ella reaccionó ante el vivido temor, sí que era cierto que ya estaban informados por boca de su doctor de cabecera.

Jicheol encorvó sus hombros apoyando sus palmas contra el borde de sus rodillas intentando mantenerse en una buena posición para ver a la adolescente.

—Lo hiciste bien—confesó el mayor a la vez que observaba con bastante atención como la castaña agachaba su mentón centrándose completamente en lo que estaba haciendo con sus dedos. El adulto apretó sus labios intentando no decir nada al notar como Tzuyu lograba abrir el envoltorio llevando uno de los bordes del pan a la boca para llenar su mejilla con el agradable sabor—Sana... bueno, Sana aun no acepta el hecho de que está nuevamente enferma—intentaba de alguna forma que Tzuyu no se sintiera culpable por haber realizado la llamada, quería que ella supiera que el proceso de aceptación también iba acompañado de las quimioterapias, pero estaba seguro que lo superarían juntas, como su esposa se lo había afirmado.

Cuando la muchacha escuchó la seguridad en su voz no pudo evitar el girar su rostro posando sus bonitos ojitos de cachorrito en dirección del adulto sintiéndose indefensa ante la forma en que él le había sonreído para luego estirar con bastante confianza una de sus extremidades presionando su palma contra su cuero cabelludo dándole pequeñas palmadas-literal la trataba como un perro-.

Scary LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora