Promesas de amor

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Narrador omnisciente:

El doctor Lee mintió cuando dijo que al siguiente mes Sana podría estar en su hogar. Habían pasado alrededor de tres meses y medio, y su novia seguia estando encerrada en esas cuatro paredes incapaz de tener un contacto directo con ella o siquiera con sus padres, teniendo que, simplemente conformarse con verla a través de un tonto cristal; era frustrante el tenerla tan cerca, pero a la vez tan lejos, el ver que la ex rubia lloraba ante la angustia y ella no era capaz de hacer nada para limpiar el evidente dolor que corría a través de sus pálidas mejillas. 

Eso no era vida, y tanto Tzuyu como Sana lo tenían más que claro.

Tzuyu suspiró arreglando la larga bata oscura que caía por los costado de su torso, con cuidado lo puso entre sus muslos intentando que el borde de esta no se fuese a ensuciar con el brillante suelo de madera, la chica podía escuchar al director hablando por el micrófono, pero ella no le prestó mayor atención a sus banales palabras carentes de emoción y orgullo que intentaba brindarles a los estudiantes que estaban a punto de graduarse, en silencio cerró sus párpados recordando el primer mes post trasplante, las complicaciones no tardaron en hacerse evidentes en Sana; lamentablemente su cuerpo había comenzando a tener síntomas de rechazo a la médula trasplantada, una tarde, cuando Tzuyu la fue a visitar se enteró por boca del doctor Lee que el rostro de su novia había enrojecido por completo ante el cúmulo de sangre que quedó atrapado en esa zona acompañado por la evidente inflamación de sus facciones causadas por la mala reacción que su anatomía en esos instantes estaba padeciendo, y la taiwanesa no pudo evitar el sentirse apenada por ser incapaz de poder ayudar. La castaña suspiró sintiendo los dedos de Jeongyeon envueltos sobre su muñeca, le estaba dando apoyo, pero ella solo necesitaba estar al lado de su novia, y no estar perdiendo el tiempo en una insignificante ceremonia. 

La taiwanesa aún mantenía fresca en su memoria la forma en que Sana se había acomodado sobre el colchón, ella la veía desde el pasillo, sus largos dedos estaban posados sobre el cristal ejerciendo presión hasta que las yemas perdieron con casi totalidad su color, pero no le importó, podía sentir su corazón latiendo con fuerza, emanando el fuerte fluido de su sangre a través de su torrente hasta llegar a los tímpanos, realmente no había sido capaz de escuchar las palabras de la japonesa, pero si que es cierto que había sido capaz de notar su dolor; La joven Minatozaki había comenzado a llorar a la vez que alzaba su mentón para posar sus ojos en el techo, por impulso suplicó un poco de paz, le pidió a ese Dios inexistente que dejara de torturarla de esa forma, que ya estaba cansada de tanto sufrir, de tanto dolor, y confesó, a través de su llanto que no podía más. La noche fue difícil, el doctor Lee no había dado un buen pronóstico a los avances de su novia, y todos, realmente todos hasta Tzuyu habían creído fielmente que esta vez, Sana no lo iba a lograr. 

Tzuyu suspiró tragando el pequeño nudo que había quedado alojado en su garganta ante esas ganas que tenía por llorar, fue bastante abrumante el darse cuenta que su novia lo logró, ni siquiera el doctor Lee podría explicar como lo hizo, pero mejoró. Al día siguiente las máquinas seguian sonando indicando que ella seguía manteniéndose con vida, su pulso era fuerte, Tzuyu aun podía recordar ese corazón latiendo con ganas de vivir. La taiwanesa alzó su mirada en el momento que escuchó el apellido de su mejor amiga, rápidamente notó como Jihyo se levantaba de su puesto caminando hacia el escenario en busca de su diploma, diez personas, y había contado que, alrededor de diez personas faltaban antes que ella, así que tenía tiempo para poder mantenerse distraída en esos recuerdos que día a día seguian atormentando sus pensamientos. 

La médula de su padre había dado frutos en Sana, de una u otra forma que aún no podían entender el cuerpo de la japonesa había logrado acoplarse al nuevo individuo, aceptandolo como parte de su organismo, así que su novia estaba mejorando gradualmente, pero aún así no había sido capaz de ingresar para tocarla. Tzuyu suspiró acomodándose en su asiento, por impulso giró su rostro notando a sus compañeros detrás de ella, pero no le importó, sus ojos buscaron casi con desesperación algún rostro conocido y lo encontró, metros más allá, estaban sus padres sentados al lado de Mina y Nayeon, estos al encontrarse con su mirada no dudaron en agitar sus manos en forma de saludo, así que ella, avergonzada solo elevó dos dedos como respuesta, ¿Y los señores Minatozaki? y a pesar que no debería por qué estar esperando que su presencia estuviese en ese lugar, de todas formas, muy en su interior quería que también fuesen partes de esto. Tzuyu relamió sus labios y buscó nuevamente con su mirada el rostro de los padres de su novia, pero había demasiadas personas, así que simplemente aceptó el hecho de que ellos no habían asistido. 

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