Narrador omnisciente:
A pesar que Sana había insisto bastante con que ella durmiera a su lado, Tzuyu realmente no fue capaz de aceptar aquel tentador ofrecimiento porque le daba pavor el quedarse dormida y que su subconsciente hiciese una estupidez, como por ejemplo: que al girarse le quitara la intravenosa, así que no iba arriesgarse a lastimar de alguna forma a la ex rubia. La taiwanesa se mantuvo recostada sobre el sofá luego de percatarse que la japonesa se había quedado dormida, con bastante cuidado comenzó a guardar las cosas que había traído consigo desconectado de paso el computador de la televisión-lo guardó en el interior de su bolso siendo consciente que si no lo hacía en ese momento, luego le daría flojera-. Tzuyu suspiró girando su rostro sobre aquel incómodo y duro brazo por parte del sofá para ver de forma detenida la manera en que Sana estaba descansando, sin poder evitarlo se sintió celosa del tonto peluche que la chica había ganado manteniéndose cómodamente entre sus brazos, obviamente era consciente que ella misma puso la barrera, y que permitió que la japonesa se tuviese que aferrar a otra cosa, así que ahora debía aguantarse. Estúpido oso, lo insultó en su mente a la vez que se cruzaba de brazos.
Era de madrugada y aun así no había sido capaz de conciliar el sueño así que tomó la decisión de enderezarse sobre su improvisada cama apoyando esta vez su espalda contra el respaldo, mucho mejor, pensó a la vez que abría sus piernas echando su cabeza hacia atrás, permitiendo que esta vez su cráneo tuviese una mayor comodidad con el borde del mismo respaldo; había perdido todo toque femenino, ¿Pero que importaba?, nadie la veía, y aunque la vieran, no iba a cambiar tampoco. La taiwanesa relamió sus labios mientras que veía el techo del lugar, solo duerme, se ordenó a la misma vez que cerraba los párpados, de manera torpe buscó su chaqueta-la misma que utilizó como almohada-, cuando la encontró no dudó en dejarla sobre su torso cubriendo desde su cintura hasta su mentón, como pudo se las arregló para esconder sus brazos sintiendo con ayuda de sus dedos la fría piel de sus antebrazos desnudos. Ahí se quedó, quieta, fingiendo el dormir teniendo la esperanza de lograr confundir a su cerebro para llamar a Morfeo, pero no lo logró, mierda, pensó inclinándose para apoyar sus codos sobre sus muslos, ¿Por qué no duermes? y fingía el no saber la verdadera razón.
Tzuyu apretó sus labios girando su rostro para buscar su teléfono; le tomó un par de minutos el encontrarlo, pero cuando lo hizo no dudó en tomarlo entre sus dedos desbloqueando la pantalla. como era de esperarse la vergüenza la atacó al ver que ahí estaba la japonesa sonriendo en grande con sus pómulos pincelados de ese atractivo tono carmesí mientras que en su cabeza el gorro que le había arrebato minutos atrás caía por su frente obstruyendo casi por completo su visión, su corazón se aceleró mientras que aquel conocido calor envolvía sus mejillas al darse cuenta que realmente la amaba demasiado. Se ve tan bien, y no podía evitar el pensar que Sana montada en unos patines y con aquel gorro que realmente le quedaba grande era la cosa más adorable que había presenciado en su vida; agradecía al ser que le dio la vida por permitir ver con sus propios ojos a la japonesa en su evidente felicidad, y a pesar que el recuerdo era bonito, de todas formas la amargó de cierta manera ya que inevitablemente aquello la derivó a los diferentes sucesos que la obligaron el estar ahora sentada en la misma habitación en que la chica estaba durmiendo, saldremos de esto, y estaba más que segura que lo lograrían, tenía aún que cumplir todos los deseos de Sana, así que no podía darse el lujo de fallar en la misión.
La castaña de manera impulsiva se puso de pie, en silencio caminó hacia la cama de Sana observando como la chica hacia una adorable mohín para luego agarrar con sus palmas utilizando todas sus fuerzas alrededor del cráneo del peluche para que este no se alejara de su lado, menos mal no estoy ahí, pensó a la vez que inclinaba su teléfono y fotografiaba el momento; a pesar que aun no lo comentaba, si que era cierto que estaba haciendo un pequeño álbum de fotos, que prontamente se lo iba a regalar. Estaba esperando el momento indicado.

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Scary Love
Hayran KurguZhou Tzuyu era la clase de adolescente que prefería estar encerrada en su cuarto que estar perdida en una fiesta de adolescentes hormonales, era la típica chica de 17 años que creía tener el mundo a sus pies a pesar que desconocía la maldad de este...