Un Omega en Apuros // Luzuplay

Capítulo XIV: El Debate

Canción en multimedia: Call It What You Want – Taylor Swift – reputation

-       Luzu, que ya te he dicho que no puedes, joder – un pequeño omega se encontraba exasperado, mientras estaba de pie, con ambas manos en sus caderas en pose de enojo y fastidio, mientras soltaba un suspiro, su cara era un poema de enojo mirando al alfa que estaba tratando de ayudarle con algunas cosas en casa.

-       ¡Que sí puedo! – dijo el alfa al omega que tenía enfrente de él, lo dijo más que nada para convencerse así mismo más que para convencer al omega, Luzu se sentía una carga al estar siempre al cuidado del omega, claro que el omega nunca había mostrado algo de inconformidad o fastidio al respecto, para él era un deleite tener a aquel alfa a su lado, pudiendo olfatearlo siempre, reteniendo el fresco olor a menta que el gran alfa soltaba por toda la casa.

-       ¡Que no, Luzu, déjalo así! – el omega se acercó amenazadoramente al alfa, con pasos decididos y grandes zancadas. Luzu al verlo, dejó de hacer lo que estaba haciendo.

-       No quiero sentirme como una carga, Auron – el alfa bajó su cabeza en señal de tristeza, su lobo interno agachó su cabeza, bajó sus orejas y escondió su cola entre sus patas, esto acongojó más al alfa, se sentía una carga y ahora estaba siendo regañado por el omega.

Esa pequeña imagen le dio mil infartos cardiacos a Auron, si es que el chico moriría de ternura y amor en un santiamén. Se acercó a él, se relajó de hombros y cambio la dureza de su rostro, se acercó quedando muy cerquita de él y, con mucha parsimonia, le tomó del rostro haciendo que levantara la mirada y le viera directo a los ojos, un fundimiento de chocolate, le sonrió muy delicadamente, arrugando sus mejillas y achinando sus ojitos.

-       Nunca serás una carga para mí, Luzu – le vio directo a los ojos, el alfa sintió como una corriente caliente llegaba a su corazón mientras por su espina pasaba una corriente, pero de aire frío, sintió un escalofrío y algo dentro de él se permitió ser feliz, su alfa interno era un mar de alegría, como niño con juguete nuevo, su cola se movía en éxtasis.

-       Te quiero, Auron – el alfa le dijo, muy bajito, como queriendo que el secreto lo pudieran guardar sólo ellos dos, que ni las paredes tuvieran el poder de protestar sobre un asunto que desconocían, que ni Frederick se enterase de lo que pasaba entre esos dos corazones, tan bajito como sólo un secreto puede serlo. Un secreto de dos, sólo lo conoce Dios.

Aun en la misma posición de antes, con Auron sosteniendo el rostro de su amado muy cerquita, podía ver como su pecho subía y bajaba, como sus labios se abrían de a poquito y revelaban ese rosa de helado de fresa del alfa, tan cerquita que podía ver el chocolate de sus ojos, tan cerquita que el alfa podría verle lo rizado de sus pestañas, lo tupido de su barba y lo castaña que esta era, tan cerquita que Auron no se contuvo.

Ambos desaparecieron de este mundo en un cerrar de ojos, cuando la vista desaparece y el único sentido que puede funcionar es el tacto, no había palabras, no había explicaciones para lo que ambos sentían en ese momento, el constante mover al unísono, una mano cruzada por sobre su mundo y otras manos bajaron para sostener el mundo, su mundo. Las palabras sólo son simple vanidad cuando con acciones expresas lo que necesitas saber y ahora Auron y Luzu ya no tenían nada que explicar.

Se separaron, el aire es vital y su cuerpo se los pedía a gritos. Ambos sonrieron, se vieron tiernamente a los ojos aún sin creer lo que estaban viviendo, lo que estaba pasando, pero entender era para los sabios y eruditos, ellos simplemente se dejaron ir en la ignorancia que sus corazones interpretaron como amor.

Pero, nada dura para siempre, alguien tocó a la puerta.

Auron se separó de Luzu, dejó de tomar su mundo entre las manos y su rostro cambió a una mueca de asco, alguien había interrumpido el hermoso momento que estaban viviendo y esperaba que en serio valiera la pena.