Epílogo: Now I Don't Hate Karmaland After All

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Canción en multimedia: Now I Don't Hate California After All – Carly Rae Jepsen – Dedicated Side B

Las cosas no siempre nos salen a la primera, le damos vueltas al asunto una y otra vez sin ni siquiera tocar su superficie porque nos da miedo lo que podamos encontrar (o sentir al hacerlo), pensamos una y otra vez en los acontecimientos, en el futuro, en lo que deparará el mañana que olvidamos disfrutar el hoy, nos vamos deprisa en el mundo que olvidamos que sólo somos momentos efímeros puestos en este lugar que llamaos tierra viviendo nuestra vida acelerada.

¿Alguna vez pensé llegar al punto que llegué? ¿Verme tan feliz en algunos momentos en los que pensé que no habría mejores hasta los destructivos en los que solamente pensaba que no había para más? Claro que no, ¿lo sabía? No, ni siquiera se me pasó por la mente, pero es quizás el miedo lo que me hizo estar más a la defensiva que cualquier otra cosa.

El amor es un misterio, algo que no puede ser expresado en palabras, como probar drogas o ir a retiros religiosos. Es algo difícil de entender, y quizás más difícil de practicar. El amor no tiene sólo blancos y negros, tiene muchos cromas de colores, unos son hermosos, otros apestan increíblemente mal. No todos entendemos "amor" de la misma manera, unos lo confunden, otros no creen en él y poco a poco se les va muriendo en su interior, como Tinker Bell.

Mangel creyó haber encontrado al amor de su vida, hasta que notó que eso que era ya no es, y eso que fue, desapareció. Una tarde se había alistado increíblemente bien, se pudo lo más guapo que pudo y no sabía el porqué de su actitud, no pregunté en lo absoluto, pero algo en mí lo hizo darse cuenta de mi interés – "iré a ver a Lolito" – mencionó tranquilamente viéndome directo a los ojos, me escandalicé en su momento y le rogué me dejara acompañarlo, se negó, dijo que era algo que tenía que hacer solo, y lo comprendí, había visto ante mis ojos el amor propio.

Se fue, no sé qué habrá pasado entre esas cuatro paredes, no sé si hubo jaleo o una simple conversación entre dos esposos recién alejados el uno del otro, no lo supe, Mangel no quiso contármelo cuando asomó por la puerta con su escáner, se acercó a sus cofres y guardando su abrigo, se dispuso a hacer la comida, lo vi tan tranquilo que parecía un sueño, ¿hace cuánto estaba tan tranquilo que casi no tartamudeaba, reía más y temía menos? Supongo que los problemas con Luzu me habían hecho olvidarme del día al día y de todo lo que podía. Su sonrisa fue más que suficiente para entender que había soltado su carga y que ahora era un poco más libre de lo que fue en su momento. Dejó atrás su pasado, se deshizo de él con la persona que lo inició, volteó hacia el futuro y le sonrió con decisión, nada ni nadie le dentendría.

Rubius salió de prisión, eventualmente, sus colegas de la Hermandad Oscura no podían acusarle solamente por su voz, hacía falta más pruebas que eso. Cuando vino un día a casa para hablar sobre lo de Luzu, me lo comentó, flipé en colores de una manera en la que para mí, todo era arco irís. Quise golpearlo tantas veces que hasta mis nudillos sangraran, quise sacar mi espada y dejarlo como cactus recién cortado, pero entendí que por causa de él fue que la Hermandad no me tocó ni un pelo, no pude reclamarle por lo sucedido con Luzu, eso estaba fuera de mis manos.

Se quedó hasta tarde, conversamos un poco. ¿Queréis saber lo que pasó con Vegetta al fin? Claro que queréis saber, vaya cotillas sois, eh. Pues quedaron a hablar y eso, Rubius no es muy bueno con los detalles, ya lo sabéis. Quedaron y hablaron un poco de esto y de lo otro, me tenía tan interesado en su conversación que supuse que seguirían siendo pareja hasta ahora, pero lo que salió de sus labios me dejó perplejo – "... así que ahora estoy soltero" – y sonrió, como si eso fuera lo mejor que le haya pasado. Mi cara de confusión le dijo más que lo que mis palabras podrían decir ahora mismo. Se rió de mí, él se ríe de todo lo que pueda.

Un Omega en Apuros // LuzuplayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora