Capítulo XII: ¡Santo Dios, Luzu!

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Canción en multimedia: Love – Lana Del Rey – Lust For Life 


- ¡Luzu!

El omega sintió su cuerpo pesado, abrió los ojos en sorpresa, el dolor regresó a su cuerpo como una bala directo a su cerebro esperando por una reacción que desencadenara movimientos de alarma, su sudor incrementó y parecía hielo derritiéndose, tan frío como el polo norte, tan frío como el Everest.

- ¿Qué ha sido eso? – preguntó uno de los hermanos oscuros, todos cayeron en silencio, nadie murmuraba nada y el aura se volvió pesada. Auron se tapó la boca con ambas manos mientras intentaba escuchar más atentamente.

- ¿Pasa algo? – preguntó uno de ellos, recostado en el respaldo de su silla con sus manos en su cabeza mostrando señales de relajación.

- ¡Callaos! – el líder habló con voz demandante, como no queriendo la cosa. Los otros hermanos, se recompusieron de inmediato.

- Hermanos, creo que es tiempo de que nos retiremos, algo está sucediendo... – dijo el líder con aires de preocupación mientras se ponía de pie, los otros hermanos imitaron su acción poniéndose de pie casi de inmediato.

- Pero, ¿qué va a pasar con Luzu? – el chico parecía preocupado de que el plan no fuera a ejecutarse por culpa de algo que podría ser cualquier cosa.

- Eso... mis queridos hermanos, ya está en proceso.

Auron salió a corriendo directo a su casa, recordó de inmediato el camino que realizó de la mina a su puerta, no le importó escuchar ruidos extraños en ese pandemónium, no le importó botar varias veces sus antorchas arriesgando en quemarse, no le importó el dolor en sus manos sangrantes, sus rodillas cansadas y sus pies agotados, no le importó la cantidad industrial de sudor que estaba amenazando con salir de sus puros con cada paso a máxima velocidad que hacía a través de esa mina, en este momento nada importaba, nada más que su alfa, nada más que su Luzu a quién él tenía en este momento en sus manos, sus manos manchadas de sangre, en sus manos en las que él tiene el poder de salvarle la vida o dejar que muriese lentamente.

Auron pateó la puerta de madera que conectaba el búnker con la mina, la puerta se rompió en mil pedazos, pequeños vestigios marrones quedaron en el piso de piedra de su vivienda, Frederick, su leal compañero, soltó varias plumas de la impresión y cacareó furioso.

A Auron poco le importó, sólo le importaba conseguir su móvil y avisarle al alfa pelinegro.

- Frederick, hijo mío, ayúdame a buscar mi móvil – le dijo Auron a su pequeño pollo que, en realidad, poco caso le hizo – joputa ­– susurró Auron al aire.

La búsqueda se estaba convirtiendo en travesía, Auron le daba vuelta a su armario, a su cama, a su cocina, a todo sin poder encontrar el móvil con éxito

- Ostia, puta. ¿Dónde coño arrojé el móvil, joder? – Auron se repetía eso constantemente como si fuese un disco rayado, estaba tan abrumado que no podía ver bien.

Frederick, no pudiendo soportar tanta presión, decidió levantarse del lugar dónde estaba y con un leve cacareo, Auron volteó a ver.

- Tú lo tenías, Frederick, que es de vida o muerte, coño – Auron se acercó corriendo hacia ese lugar, apartando al pobre pollo de un manotazo.

- Luzu, Luzu, Luzu – decía Auron mientras buscaba entre sus contactos el nombre del susodicho.

- Aquí estas – Auron marcó al número.

Un Omega en Apuros // LuzuplayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora