Capítulo XXVIII: Mi Auroncito

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Canción en multimedia: Hurricane – Bridgit Mendler – Hello, My Name Is...

"Nada mata más rápido a un hombre que su propia mente".
- Tyler Joseph

A veces, pensar demasiado duele, y a veces no pensar mucho hace falta. Y es que, aunque quería serle fiel a su corazón, serle fiel a lo que lo había conducido por buen camino hasta ahora, parecía ser la mejor opción. Claro. Le llenaba de ilusiones y le hacía sentir que parte de lo que decía tenía mucha razón. Claro que el alfa lo hizo sentir bien, claro que el alfa lo llenó de amor, cariño, comprensión y, lo más importante, protección, aunque el omega no la necesitara, todo necesitamos a alguien que nos proteja.

Claro que su corazón era una maravilla llorona, llena de amor escondido bajo un manto de indiferencia, por eso era tan difícil llegar hasta a él, pero e alfa se metió tan profundo que nadie lo notó, sus alertas no saltaron, sus trampas no se activaron y el tesoro escondido fue capturado, ¿por buenas manos? Lastimosamente podemos decir que no, una parte de tal cosa que se escondía en el interior terminó resbalándosele de las manos, cayendo a los acantilados, sin ser vistos nunca más (o eso creo yo).

Sin embargo, ahí sentado frente a la nada, con su cabello marrón desparramándole por la frente, esa punta que se formaba ahora ya no existía, ahora era una cascada, ya no una montaña, sentía que el pensar no lo estaba conduciendo a nada, porque no estaba pensando, estaba sintiendo.

Aunque su mente quisiese protegerse a sí misma de martirio que supone estar sentado allí, el dueño sabía de antemano que debían pasar por aquella tortura para llegar a una solución. Una batalla campal de nunca terminar.

El amor te ciega, pero no es tonto. El amor duele, pero te sana también. El amor dura mucho, o menos de una semana. En su caso, el amor dolió, pero vaya que lo soltó desde la caída libre. Sin paracaídas. Y sin darse cuenta se estrellaba a toda velocidad hacia el pavimento, sin poder siquiera abrir los ojos para observar dónde estaba cayendo, la caída no fue lo que dolió, sino pensar que quien lo había empujado al vacío había sido a quien más había amado.

Y ahora ahí estaba, recogiendo sus piernas, apoyando su pecho contra sus rodillas, observando desde lo lejos aquel pequeño y rural pueblo del que tantas maravillas había escuchado cuando estaba en casa, ahora sólo eran bonitos recuerdos de lo que quedaba en sus memorias, pasando una mano por su cabello alborotado, ni siquiera intentaba peinarlo, era un desastre (eso no era lo único que estaba así) y así se quedaría, soltó un suspiro que se lo llevó el viento hacia quien sabe dónde, de algo estoy seguro, ese suspiro significa muchas cosas, emociones y sentimientos no dichos.

La respuesta era un simple monosílabo, pero joder, sí que le estaba costando pronunciarla. Un monosílabo podía cambiar muchas cosas, un monosílabo podía significar el inicio del final, o el precipicio sin poder verlo. Un "veo el final desde el principio", o un "desde aquí no veo nada". Pero es que costaba mucho y le rayaba la cabeza pensar demasiado, no era de los que pensaba mucho, casi ni pensaba, las cosas las hacía por inercia o impulso, un don y una maldición, le encantaba de esa forma, sin filtros ni tapujos, justo como todo debería ser, pero ahora era momento de pensar, pensar los pros y los contra, pensar lo que debería hacer y lo que no...

- ¿Qué piensas tanto? – no era el único en aquel lugar, no podría estar solo, necesitaba compañìa aunque sea sólo para evitar la sensación de soledad, aunque ya estaba acostumbrado a estarlo.

- La respuesta – fue lo único que salió de sus labios, mientras bajaba su mirada, sus labios estaban tensos, sus ojos se veían demacrados, su cabello ya no brillaba como siempre lo había hecho y su barba se encontraba desaliñada, pensar te jode el instante (o la vida entera).

Un Omega en Apuros // LuzuplayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora