Eyes...❞ |Usamex.

05

—Entonces...¿Se te olvidó pasar por él?

—Да —Respondió el más alto posando su mirada en el otro.

—¡No mames! Estás bien pendejo ¿Cómo se te va a olvidar tu celular?

Rusia se encogió de hombros sin detener su caminar, el latino le miró con una sonrisa.

—Ay, de veras contigo...—Susurró siguiendo al otro a lo largo del pasillo, solo para después detenerse al llegar al salón en el que habían tomado clase con anterioridad.

—Я жду и остаюсь здесь [Espero y siga aquí] —Dijo el eslavo sacando de su mochila un juego de llaves para acto seguido elegir una y abrir la puerta, algo que el otro miró sorprendido. 

—Ay wey ¿Desde cuando tienes uno? 

—Они дали его мне, когда мы вошли в комитет [Me lo dieron cuando entramos a lo del comité]. 

—¿Y no está prohibido hacer esto? —Cuestionó el más bajo un tanto inseguro mientras veía a su alrededor. 

—Я не знаю, но к этому времени все уже ушли. Ты спокоен [No lo sé, pero a esta hora ya todos se fueron. Tu tranquilo].

Y dicho esto ambos ingresaron al aula en silencio, cerrando la puerta tras de ellos.

—Ты можешь посмотреть на стол? [¿Puedes buscar en el escritorio?].

—Simón, perame.

México caminó donde el otro le indicó y procedió a buscar en los múltiples cajones que el escritorio tenía, pero el teléfono del mayor no se encontraba en ninguno de ellos, o eso creyó hasta que llegó al último cajón, el cual estaba cerrado. El de origen Azteca miró esto extrañado y forcejeó para tratar de abrirlo, pero nada.

—Achis, este está cerrado —Anunció.—Chance y está ahí ¿No te dieron la llavesita de los cajones?

—Нет, только двери [No, solo de las puertas].

—Chale, entonces...¿Puedes fijarte por ahí atrás si no hay un clip?

Rusia asintió y obedeció la indicación, buscó un clip por todo el salón para finalmente encontrar uno de suerte tirado.

—Toma —Le dijo esta vez en español dándole el pequeño objeto y agachándose junto a él. 

—Va, aguanta —Le dijo tomándolo para después modificar su forma con los dedos e introducirlo a la cerradura.

El de climas fríos observaba todo en silencio, analizando nuevamente la forma del pequeño country que se encontraba agachado junto a él. Una imperceptible sonrisa se dibujó en sus labios al sentir un ligero cosquilleo. 

Solo tuvieron que pasar un par de segundos para que el cajón fuera abierto.

—¡A huevooo! —Exclamó con felicidad. Introdujo su mano y sacó el teléfono ajeno, solo para después extenderlo al contrario.—Toma wey.

—Gracias —Respondió el ruso levantándose. 

México suspiró.

—Bueno, ahora si ya vámonos —Dijo el latino dispuesto a reincorporarse igual, sin embargo, a la hora de hacerlo golpeó accidentalmente con su codo una pequeña caja de materiales que se encontraba sobre la mesa provocando que todo lo que había adentro quedara regado tanto en el escritorio como en el suelo.—Ay que la chingada...