Una pálida tarde decoraba aquella gran ciudad de Rodinia, el viento soplaba con tranquilidad y arrastraba consigo las múltiples hojas que caían desde las ramas de los árboles, el cielo nublado daba un toque un tanto frío al ambiente, un clima que se presentaba con frecuencia en ese lugar y más aún por las fechas que cruzaban; era temporada de lluvias.
Las calles estaban casi desiertas, pocos eran los que se atrevían a salir sabiendo que pronto llovería, a excepción de los padres, claro, estos debían recoger a sus hijos de su respectiva escuela, no querían que se resfriaran y tener que gastar en medicinas.
La campana de la escuela primaria sonó, de manera casi inmediata las puertas se abrieron y una gran cantidad de niños comenzaron a salir desde su interior. Algunos corrían alegres a los brazos de sus padres, otros simplemente caminaban al lado de sus amigos, fuera como fuera ninguno quería permanecer más tiempo de lo que debía en ese lugar, por lo que la escuela no tardó mucho en vaciarse después de algunos minutos.
Entre toda esa bola de mocosos estaba un niño, un niño pequeño de primer grado que además de todo había sido el último en salir, pues minutos atrás había lidiado con amarrar la agujeta de sus zapatos. Nada muy difícil en realidad, pero tomando en cuenta lo torpes que solían ser sus dedos y que además de todo no poseía más de seis años, esa acción había representado todo un reto para él, un reto del que se sentía orgulloso por haber cumplido sin ayuda.
En fin, ahora mismo se hallaba sentado en la banqueta afuera de la escuela, esperando ansioso a que su padre llegara por él. Mantenía los dedos entrelazados, rodeando con sus pequeños brazos la lonchera que cargaba sobre sus piernas y tarareando una canción infantil por lo bajo.
Esperó.
Estuvo ahí por algunos quince o veinte minutos, sin embargo, su progenitor jamás llegó.
Recordó lo que este le había dicho antes de salir:
«—Si no estoy ahí pronto regresa a casa, seguramente estaré ocupado...»
Convencido por aquella frase, y sin darle más vueltas al asunto se levantó de su asiento y comenzó a caminar de regreso hasta su residencia, no era algo que le molestase en lo absoluto, después de todo era un niño, por el momento no pensaba más allá de lo que le hacían creer, aún era muy pequeño e inocente como para hacerlo.
Él y su familia acababan de mudarse a la ciudad hace unas pocas semanas, por lo que aún estaban comenzando a familiarizarse con el ambiente y la gente que vivía ahí, todavía tenían mucho que arreglar, pero a decir verdad esa era una de las cosas que menos le importaba al pequeño USA, por ahora solo se preocupaba por no pisar las líneas y grietas de la acera por donde caminaba.
Ya no faltaba mucho para llegar a su casa, quizá solo unas cuantas cuadras y ya, por lo que de manera inconsciente aceleró su paso y corrió hacia su nueva dirección, sin embargo, estaba más concentrado en llegar pronto a su hogar que no se fijó por donde iba y al doblar la esquina chocó con alguien, haciendo que se tambaleara un poco, casi al grado de caer.
—Oh no! I really sorry...excuse me...—Apresuró a disculparse el niño con timidez en su voz. Solo recibió un empujón un tanto brusco de respuesta.
—¡Fíjate por donde vas, idiota! —Respondió de manera agresiva el contrario.
—¡Casi lo tiras, imbécil! —Dijo seguramente el amigo del chico.
Ambos eran un poco más altos que él, posiblemente le ganaban por uno o dos años de edad, no lo sabía con exactitud, sólo sabía que se veían molestos y eso le preocupaba un poco.
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Eyes...❞ |Usamex.
Hayran KurguQue asco. Eres horrible. No vales la pena. Nadie podría estar con alguien como tú. Vives bajo una mentira, finjes ser alguien que no eres para agradarle a los demás, pero la verdad es que a nadie le agradas, hablan de ti a tus espaldas y ciertamente...