capítulo 10

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PATRICIA

Aún me pregunto ¿Qué hago aquí? ¿Cómo es que acepte casarme aun sabiendo que él va a ser padre y que probablemente me siga engañando como lo ha estado haciendo durante esto cinco años? Es que soy tan estúpida que estoy aquí mirando mi vestido de novia, mientras Adamaris, Lucy, Maria, Carla y Samantha anda de un lado para otro haciéndome, el pelo, las uñas, el maquillaje y quién sabe qué más. Yo solo estoy como en piloto automático pensando en ¿Cómo es que me casare con el hombre que me engaño, que abusó de mi amor, de mi confianza, que me traicionó de la peor manera que puede existir? Pero también es el hombre que amo con todo mi ser, que solo con verlo, tenerlo cerca, sentir su aroma, su calor corporal, todo mi cuerpo reacciona y solo quiero que me haga suya, que me haga el amor hasta que nuestros cuerpos ya no puedan más. Y es que Albert es el hombre más guapo que es visto en mi vida, pero también es un perro infeliz traicionero, pero sexy ¡Muy sexy! ¡Dios! ¿Por qué no puedo dejar de pensar en el? En su cuerpo sobre el mío, sus manos recorriendo todo mi cuerpo, sus besos llevándome a la gloria.

—¡Ey!, nena te estamos hablando en ¿Qué está pensando? —me pregunta Lucy, sacándome de mis pensamientos y automáticamente me sonrojo.

—Seguro estaba pensando en su sexy hombre y en la gran noche que tendrán hoy que no ves su cara está como tomate —dice Maria haciendo que me ponga más roja todavía. La señora Adamaris solo sonríe, mientras yo estoy muriendo de pena y de vergüenza, pena porque ¿Como le digo a mis amigas que no habrá noche de boda? Y vergüenza con Adamaris que tenga que estar escuchado todas las locuras que dicen mis amigas. Ayer hicimos una despedida de soltera en mi casa hasta la señora Adamaris estaba y vio toda la lencería que me regalaron estas locas y yo solo pedía que la tierra me tragara. Sé que ella es una mujer también y que eso no me debería de importar, pero es su hijo y me algo de pena.

—Chicas ya déjenla, por favor que no ven que está muy nerviosa. En una hora se casa no la abrumen más —dice Adamaris y la verdad es que sé lo agradezco ¡Estoy muy ansiosa! Cuando Adamaris y yo comimos el sábado y me dijo que la boda sería hoy y aquí en su casa casi me ahogo con el vino que estaba tomando. No pensé que fuera tan rápido y más tomando en cuenta que para este punto Albert, ya debe saber que ve a ser padre. A él no lo he visto desde el viernes cuando cometí en error de besalo, aunque hoy me mandó flores y me dijo Adamaris que el mismo la escogió la verdad me gustaron muchísimo.

—Ya es hora del vestido cariño, el juez ya debe de estar por llegar y los invitados ya están abajo —me dice Samantha descolgando el vestido del perchero. Me paro de donde estoy —Te dejaremos sola para que te cambies —dice sacando a las demás.

—Cualquier cosa estaré afuera —me dice Adamaris cerrando la puerta y yo me quedo aquí mirando mi vestido de novia con unas ganas inmensas de llorar.

Me miro una y otra ves al espejo y es que aún no entiendo ¿Por qué permití que Adamaris me comprara este vestido? Diego es hermoso y me queda perfecto. El vestido es blanco, corte tubo que se adapta a mi cuerpo está elaborado con tela rayón y lycra, forrado en encaje, las mangas son de hombros caídos, largas hechas de encaje con detalles en los bordes de los hombros y cuello. La verdad es que el vestido es hermoso y me queda perfecto, pero me siento mal porque sé que esto es una falsa que en dos años esto se va a acabar y el se va a casar con la mujer que le dará un hijo y yo me quedaré con el alma destrozada. Siento como mis ojos pican por las lágrimas que amenazan con salir.

—¿Esta lista cariño? —me pregunta Adamaris entrando al cuarto —Esta bellísima cariño mi hijo es un hombre muy afortunado —dice llegando hasta mi y yo no puedo más y empiezo a llorar como si de ello dependiera mi vida —Cariño no llore sé que mi hijo y tu no están en su mejor momento, pero de verdad espero que puedan superar esto y ser felices —y con eso aumenta mas mi llanto porque ya nunca más podremos ser felices —Mírame —me pide tomando mi rostro entres sus manos —Patricia, Albert es mi hijo y daría mi vida por él, pero si de verdad crees que lo que está pasando es más fuerte que tu amor por él ¡No te case! Porque solo sufrirán los dos. Mi hijo te ama de verdad y no lo digo porque soy su madre, sino porque lo he visto como se desvive por ti, como siempre busca la manera de que este bien, de que te sientas bien y ese brillo en sus ojos cada vez que te vez o se menciona tu nombre ¡Mi hijo es feliz contigo! Y me duele que ahora ambos estén sufriendo. Pati, por favor en nombre de ese amor que se tienen te pido que hables con el, cuéntale lo que está pasando y si después de que lo hablen no pueden seguir con la relación aléjense para siempre, pero por favor ya no lo hagas sufrir más viviendo en la ignorancia de no saber qué está pasando. Te dare unos minutos para que te arregles el maquillaje y recuerda lo que te dije. Si no quieres o no puedes casarte con Albert, no lo hagas y vete por la puerta de atrás para que no te vean. No pienses en nadie más que el ti y si te vas enviame un mensaje para hacérselo saber a mi hijo —me dice caminando a la puerta y sé que tiene razón. Sé que debo decirle a Albert que es lo que esta pasando ¡Lo sé! Todo eso lo sé. Debo enfrentarlo de una vez y por todas.

La Boda Del MillónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora