No lo podía creer. Me suspendieron por golpear a Priscila. Bueno las palabras exactas del director fueron: señorita Roberts tiene usted una semana de suspensión por su gran escándalo en los predios escolares. Usted ha dejado en mal estado a Priscila Prescott y debe ser castigada.
¿Pueden creerlo? A mí me suspendieron y a ésa iguana toda huesuda la dejaron así tan fresca como una lechuga. Por lo menos me di el gusto de quebrarle la madre así mismo a lo mexicano, carajo.
Mi madre fue poseída y me insulto, grito y pataletio como loca. Hasta me ha castigado, pero fui recompensada por mi padre. ¿A qué no saben que me regalo? UN MÓVIL POR HABER PUESTO EN SU LUGAR A LA RUBIA.
Mi padre casi se orina cuando le conte que le dí con el zapato en la cara. Pero bueno mi móvil es de pantalla táctil aunque no es de la última generación me encanta. Es prepagado, todos los meses tengo que recargarlo. Incluye llamadas y mensajes de textos ilimitados. Hasta decirlo me emociona.
Solo tengo un maldito problema. Ya he llamado a Laura como quince veces, pero ya no me quiere tomar la llamada. Inclusive ya he texteado un montón de veces a mi hermano, pero me ignora.
Estúpido, Bryan.
Solo tengo dos opciones comenzar a llamar a Lucas o tomar el directorio telefónico para hacer unas cuantas llamadas. La primera es inaceptable porque desde aquél beso con Lucas estoy que me escondo hasta debajo de la cama.
Maldito rico beso. Desearía que supieran como besa ése bombón.
No lo sé, pero ése beso me movió hasta el alma. Su forma de pasar su mano por mi cuello me conmociono. Fue un beso tan dulce que siento mi corazón latir con fuerza tan solo pensarlo. ¿Lucas estará sintiendo lo mismo? Creo que no. Además tal vez tenga alguna chica a quien darle ése tipo de atenciones. Maldito y estúpido, Lucas.
Tal vez puedo llamar a los vecinos para hacerle saber todas las cosas que ellos no saben. Por ejemplo, la vecina de al lado, Alejandra. Ella es cornuda. Su marido la engaña con su hermana, pero obviamente ella no lo sabe.
Puedo ser algo así como La hada de la verdad. Es muy feo vivir en una mentira y yo puedo sacarlos de allí. Además de alguna que otra mentirita para la estúpida Barbara, otra de mis vecinas. Ella me rompió mi Barbie, cuando tenía seis añitos y ya es hora que pague por eso.
Al ataque.
Tome mi móvil —hasta decirlo me emociona— en las manos y marque el número de la vecina. ¿Por qué lo tengo? Pues porque mi madre es algo así como su amiga, pero no tan apegadas.
Primer tono...
Aguante la risa.
Segundo tono...
Continuaba apretando los dientes para no reirme.
Quinto tono...
Ya me estaba comenzando a molestar.
— ¿CUÁNDO CARAJO PIENSA COJERLO? —grite furiosa y luego escuche cuando lo tomaron.
— Sí, buenos días. ¿Quién me habla? — saludo muy animada la madre de Barbara. Una mujer casi llegando a los cuarentas, un poco bonita.
Trate de poner mi voz lo suficiente gruesa para que no me reconocieran—. Buenas días. ¿hablo con Barbara Montero? — pregunte con mi falsa voz y reprimi las ganas de reirme.
— No, pero ella es mi hija. Yo puedo hacerle llegar el dato — respondió esta vez con voz chillona. Aquí va.
— Es que a la joven se le quedo la prueba de embarazo en nuestro consultorio. Tal vez fue por la emoción de que sera madre. Felicitaciones sera abuela. — Tape el auricular del móvil y me reí.
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¿Sin suerte?
ComédieSoy una chica normal de dieciséis años con problemas normales y una vida normal ni tanto que digamos. Soy la reina de la mala suerte y cuando digo mala suerte es que la tengo. Siempre me pasan cosan increíbles para no decir horribles, pero tampoco...