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Estoy molesta, iracunda, furiosa y no se que más sinónimos buscarle a mi estado de animo.  Se me revienta el hígado cuando me viene la maldita regla.  Por eso es que yo digo que el día que me case, le pedire a mi marido que me dejé bien embarazada para que luego me saquen la matriz y no volver a sufrir con tanto dolor. 

¿Por qué la mujer tiene que sufrir tanto?

Ellas tienen dolores de reglas.

Soportan parir a un bebé cabezón.

Tienen que enseñarle las tetas y la vagina al ginecólogo.

Eso para mi es una humillación profesional y haré todo lo que este a mi alcance para que todavía no me toquen.

Tienen que cuidar de los hijos.

Limpiar la casa.

Tenerle al marido la comida lista.

Y otras tantas cosas más que son una jodienda mientras que los hombres le dan un catarro y ya se están muriendo.  Además tienen el maldito descaro de decir que no los consideramos.

Admitanlo saben que tengo razón.   Mi padre lo hace a menudo. 

— ¿Estudiaste para el examen de matemáticas? — pregunto mi amiga maldita que quiso joderme con petardos.  Ésa me las debe. 

Abrí los ojos como dos cohetes a punto de despegar—.  ¿QUÉ EXAMEN?

— La semana pasada lo anuncio, Dana.  Vamos que va a comenzar la clase — Me halo del brazo cuando todavía no había salido de mi asombro.

¿Un puto examen? ¿En qué estaba pensando toda esta semana?  En como vengarme de los cabrones de mi familia. 

Llego la hora del examen y yo estaba mirando el examen como si yo tuviera dos cabezas.  Esto era obra del diablo.  No entendía nada, de nada y estaba aterrada por la nota que sacaría.  

— Maldita bruja te detesto — musite apretando la mandíbula. 

¿Por qué los profesores son tan cabrones? Los odio.  Desearía que un cometa cayera en cada una de sus casas para que dejen de jodernos.  Porque eso es lo que hacen jodernos la vida.

¿Qué ha dicho señorita Smith?

Jesús, María y José.   ¿Qué he hecho yo para tanto castigo? Necesito el puto cometa ahora.

¿Debería mentirle? ¡Sí! 

— No he dicho nada.

La profesora no aparto los ojos de mí—. Tiene cero por ofenderme — dijo quitandome el dichoso examen.

— ¿PERO QUÉ HICE?

— BAJE LA VOZ SEÑORITA.  ES USTED UNA FALTA DE RESPETO. — Me apunto con el dedo como si fuera mi madre. 

¡Ah, no.  La única que me grita es mi Hitler personal!

¿Yo le he faltado al respeto?  Faltarselo sería decirle que tiene unos dientes más amarillos que mi fallecido perro, faltarselo sería decirle que siempre su aliento huele a mier...

— RETIRESE A DIRECCIÓN — chillo fuera de si mientras muchos alumnos se reían.

Acabo de declarle la guerra a la profesora y no creo ganarsela al final del año.

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— ¿Por qué cojones pegan los chicles debajo de los asientos? — Me preguntaba molesta mientras continuaba sacando con una espátula cada uno de los chicle que habían en los asientos.

¿Sin suerte?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora