Capítulo 4.

87 9 2
                                    

No es que disfrute en exceso de esto, pero es lo que toca. Correr, estirar, hacer cuatro ejercicios; vida sana, ¡claro que sí! Lo peor es el batido de después, de verdad que no sé lo que le pone Mark a ese brebaje, pero, desde luego, no es agradable. Si tuviera que hacer esto por mí mismo, creo que beberme eso sería el paso que quitaría, simplemente es insoportable.

Sonará ridículo, pero no puedo dejar de pensar en ella. En qué estará haciendo, en si se lo está pasando bien o si, al menos, me está echando en falta. Hablamos menos de lo que me gustaría, cosa que entiendo, porque cuando yo tengo libre, ella está ocupada y lo mismo pasa a la inversa. Al menos hemos convertido nuestras videollamadas de la noche en una rutina. Al menos, siento así que me duermo junto a ella, que le puedo cantar para que lo haga en paz.

Tengo a Fallon a ratos, pero yo la echo de menos y la echo de menos porque la quiero todo el tiempo. Extraño poder oír su voz en directo, extraño poder tocarla, extraño la suavidad de sus labios y la espontaneidad de nuestra compañía. Y cuando más la extraño es cuando me voy a dormir y cuando despierto. Porque ella tiene razón, como la mayoría de las veces, vivíamos juntos y nos encontrábamos en la misma sala, pero cada uno concentrado en algo distinto; y cuando estábamos en la cama... Los dos nos entendíamos a la perfección ahí. Y no solo por el sexo, eso no es lo único que me importa, aunque debo decir que se nos da de maravilla... Lo que quiero decir es que siempre aprovechábamos ese momento para hablar, para acariciar, para sentir la cercanía del otro, para ser nosotros. El principio y el final del día me daban la vida y eso hacía que lo que ocurriera en medio no importara. Quiero recuperar eso.

Pero a ella se la ve tan bien en España. Sin tener que mentir, sin tener que esconderse, simplemente siendo. Ocupada todo el día viendo a aquellos que su estancia aquí no le permite. Desde luego, si esto saliera a la luz, ella perdería un gran peso en ese sentido, pero sigo pensando que nos sumaría uno mayor a ambos. La sociedad es demasiado impredecible y sigo teniendo miedo a perder el control. Como si no confiara en ella. Como si no confiara en nosotros.

El otro día lo estuve pensando, después de que Fallon me dijera aquello de que llevamos más de un año juntos, me replanteé cuántas cosas, realmente, habíamos hecho como pareja formal.  Y llegué a la conclusión de que con mis otras parejas me arriesgué mucho más de lo que lo hago con ella. Sí, vamos al cine, pero entramos y salimos por separado siempre. Sí, la llevo a cenar, pero en el jardín de mi casa y soy yo quien abre la puerta al repartidor, aunque para ello tenga que dejar cualquier cosa a medio hacer. Sí, nadamos juntos, pero en mi piscina y sin invitados. Sí, viene a mis conciertos, pero sin pase VIP o al backstage y sin canciones o besos que pueda dedicarle públicamente. Ni siquiera le he concedido una cena con mi familia. Ni siquiera me he molestado en conocer a la suya. Y sí, sé que ella no se queja. Sé que ella es mucho de estar por casa y que hay planes que, simplemente le agobian. Pero también sé que moriría por poder ir por la calle conmigo cogido de la mano, que le encantaría poder enseñarme la ciudad en la que se crió, que moriría por ir a alguno de los festivales de música en los que participo... Y no hace nada, por precaución.

Nunca he conocido mujer más paciente que ella y, aun así, ¿por qué? ¿Por qué es así? ¿Por mí? Ni que yo valiera todo esto. Ella merece una vida normal, una vida que yo no tengo por un trabajo extraordinario que yo elegí, pero que ella se encuentra por tener un novio que la sumerge sin control. A veces tengo miedo de ser posesivo, de estar alejándola de su vida por el simple hecho de querer tenerla más tiempo cerca.

Supongo que vivir juntos era mi manera de sentir que la relación era normal y Jimmy, aquel maldito día, me dio en las narices con aquel comentario sin gracia ni fundamento.

Me asomo por la ventana y miro la calle que envuelve mi casa. Cada vez hay menos paparazzi e incluso juraría no estar viendo ninguno ahora mismo. No pueden acercarse mucho, ni sacarme fotos en casa, pero todos se mueren por la exclusiva de un Niall Horan con una novia estable. Me pregunto si algún día conseguirán publicar la noticia sin que eso conlleve a una ruptura inminente. Porque si Fallon es una droga, yo soy un adicto y, desde luego, intentar desintoxicarme no es más que una utopía.

Suspiro. Suspiro porque necesito sacar toda esa tensión que llevo dentro, porque necesito coger todo el aire para poder respirar, porque me ahogo con mis decisiones, pero no sé tomarlas mejor. Y me voy a desayunar, porque el día solo empieza y yo ya no lo aguanto más.

Me preparo, como siempre, un café con tostadas. Algo rápido que me ayude a enfrentar el día que me espera. Llamo a mi agente mientras todo se prepara y consulto mi agenda, desde luego hoy no pararé ni un solo segundo y dudo que me queden energías por la noche, conociéndome, me dormiré nada más sentarme en el sofá.

Tal vez debería avisar a Fallon de que hoy tal vez se rompa nuestra rutina. Rutina que solo lleva días, pero que ya destruyo, porque soy así, porque no sé hacerlo mejor.

Fallon: "¿Has desayunado ya?"

Hablando de la reina de Roma. ¿Cómo lo hace?

Niall: "No, a eso iba"

Niall: "¿Sabes que justo iba a llamarte ahora?"

Fallon: "¡Qué conexión!"

Fallon: "¿Te apetece desayunar juntos por videollamada? Así me cuentas lo que ibas a decirme"

Niall: "Voy a por el ordenador, dame un segundo"

Y así, sin más, el sol vuelve a brillar de nuevo. Y así, sin más, la música vuelve a conquistar el ambiente. Porque solo ella, porque solo su presencia, porque no necesito nada más.

- Buenos días - me dice con una sonrisa. En el escritorio de su habitación y con el hurón de peluche que le regalé de fondo. Con su pijama favorito y una taza de café entre sus manos - ¿Cómo has pasado la noche? Yo ya empiezo a extrañar eso de usarte de colchón, ¿sabes?

Nuestra historia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora