Capítulo 23.

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Me precipité. Lancé mis cartas y fallé. Me impulsé por el amor y las ganas, pero también fue un intento desesperado por no perderla. Si Fallon viene a vivir conmigo, verá que yo soy mejor que Ian, me perdonará lo que haya hecho, me querrá de nuevo. Simplemente, me amará.

Han pasado dos días y, aunque hablo con ella a cada segundo, todavía no tengo respuesta. Vivo junto al móvil con la esperanza de recibir un sí que no llega.

- ¿Qué tal te fue? - me pregunta Edgar.

Hoy ha venido a verme; no para darme clase, sino como amigo. Como cotilla más bien.

- Hablé español todos los días casi sin perderme. Fallon quedó impresionada. Fue un éxito - me chuleo.

- Me alegro, pero acabas de demostrar que yo tenía razón, te dije que aprendías por una chica - me guiña un ojo - Me dijiste que aprendías español porque tenías unas reuniones en España y no querías hacerles traer traductor, eso preguntaba, si te habían ido bien, - ríe - pero, ya que te sinceras, ¿todo bien con tu chica? Quedó impresionada con el idioma, pero ¿y con el viaje? ¿y contigo?

Soy un idiota, yo mismo me he hundido. ¿Hablaré con él lo que no hablo con mis amigos?

Nuestra historia se la cuento resumida y en inglés. Mi cabeza se pierde en ella y he de hacer un sobreesfuerzo por concentrarme. Le cuento cómo están las cosas ahora, la espera continua y, por primera vez, me alegra no haber sido criticado. Él me aconseja de la manera más sensata, sin meterse mucho. Se lo agradezco, por primera vez, alguien me da ánimos.

Mi móvil empieza a sonar y, aunque esperaba que fuera Fallon, es mi mánager el que se encuentra al otro lado del teléfono. "¿Recuerdas que tienes una gira?" - me pregunta en cuanto respondo y a mí se me cae el alma a los pies. Ya de por sí lleva un mes de retraso, tengo que irme ya, pero, entonces, ¿qué pasa con Fallon? ¿Vivirá conmigo? ¿Vendrá conmigo a la gira? ¿Se quedará en casa?

Edgar entiende que debe marchar en cuanto ve mi cara. Se despide un poco incómodo como si de repente estuviera en un entorno demasiado íntimo, y se va. Pienso en decirle algo, agradecerle al menos sus clases y apoyo, pero tengo tanta urgencia por contactar con mi novia que dejo eso para más tarde.

- ¿¡En dos semanas!? Niall, no da tiempo a nada.

- Sí que da. Fallon, por favor, ven conmigo a la gira. Iremos en el mismo avión, estaremos en la misma habitación y podrás venir al backstatge siempre que quieras. Por favor. Volveremos juntos a casa y te mudarás conmigo. Seremos una pareja normal.

- En tu vida no hay nada normal - suspira derrotada - Niall, las cámaras tal vez no, pero tus fans sí pueden publicar cosas mías. ¿Recuerdas que me lo dijiste? Tan solo nos pillarán si las fans nos ven. Nos arriesgamos con Disneyland, pero esto ya es un suicidio.

- No tiene por qué, lo haremos bien, lo prometo - no se oye nada más que su respiración al otro lado - ¿Por qué no vienes una semana a casa? Las dos si quieres. Vivimos juntos la nueva vida que te prometí y, cuando me toque marchar, decides si te vienes conmigo o si te vas a España.

- Me parece buena idea - responde tras sopesarlo durante lo que parece un largo rato - Vendré mañana.

- ¿Te compro el billete?

- No, da igual, yo me encargo. Hablamos mañana, ¿vale? Ahora he de hacer unas cosas.

- Claro, siento haberte interrumpido.

- No es eso. Adiós, amor, mañana nos vemos.

Cuando cuelgo, no sé si sentirme bien o mal. La noto muy cerca, pero también lejana. Solo espero que estos días juntos nos ayuden.

Durante lo que queda de día, no puedo pensar en otra cosa que no sea ella. Más de lo normal, quiero decir.

Paso la mañana con mi equipo dándole a la gira sus últimos retoques, después ensayo un poco las canciones que haré. La mañana se convierte en mediodía y esta en tarde. Cuando acabo, a escasas horas de la cena, la llegada a casa se convierte en una urgencia. Me invade la ansiedad y en lo único en lo que pienso es en que, si no todo es perfecto, ella se irá.

Dejo la casa más limpia de lo que jamás ha estado. Lo recojo todo y aprovecho para darle más espacio en el armario. Vacío uno de los comodines para ella y me encargo de reponer todos sus champúes o alimentos para que ya se sienta, más que nunca, parte de este lugar.

Necesito tirarme en la piscina cuando acabo. Sumergirme bajo el agua y quedarme debajo hasta que los pulmones suplican clemencia y mi cuerpo vuelve a la superficie. Nado de un lado a otro, hago tantos largos como puedo. Siempre he dicho que, aunque Fallon sea chica de agua y le vaya mucho mejor entrenar así, yo soy chico de tierra y un par de estiramientos y carreras son mi mejor opción, aun asi, sienta bien, por una vez, ponerme en su lugar y sentir lo que ella siente.

La adrenalina recorre mi cuerpo y me siento constantemente emocionado. Me recuerdo a ese Niall Horan que hace casi dos años conoció a una chica y poco después se murió de vergüenza e ilusión al invitarla a pasar el fin de semana en casa.

Las emociones vuelven al principio, pero no los motivos. Pienso en nosotros, en como hace unos meses éramos la pareja más feliz y, ahora, no sabemos si llegaremos juntos a la cena.

Fingimos que sí, pero incluso comer los entrantes juntos se ha convertido en algo que celebrar.

No me entra más que un sandwich y, al acabarlo, necesito de un maratón de Modern Family para quitarme toda la histeria que llevo dentro. Así es como quedo dormido ante el televisor, concentrado en una vida que no es la mía para poder relajarme.

Y no es hasta que sueño con ello que me doy cuenta de que Fallon en ningún momento me ha dicho la hora de su llegada y ni siquiera sé si he de ir a buscarla.

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