Capítulo 26.

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Esto lo hago más por ella que por mí. O lo hago más por el miedo que por ella. Miedo a que me rechace, a que no me ame, a que ya me haya olvidado, a ser yo el único que sufre, a verla sufrir, a descubrir que lo que hice fue imperdonable.

Existen dos bandos, como el ángel y el demonio que se colocan sobre tus hombros. Uno me dice que me rinda, que la deje ser feliz, que no luche por una relación en la que no sé estar, que Fallon no está preparada para salir con un famoso, que es muy joven como para entender lo que ha perdido. Al otro lado tengo los que me dicen que luche por ella, que solo son seis años, que el brillo en mis ojos era distinto a su lado, que uno aprende de sus errores y no nace ya sabido, que uno no está preparado para ser famoso ni para estar con uno, pero se supera si el motivo vale la pena. La conocieron poco y pocos, pero los que sí saben de ella no dejan de decirme que ella es diferente a las demás, que su inocencia y picardía, que su timidez y su descaro, que su alegría y rebeldía son dignas de admirar, que no suele encontrarse todo junto, que hay que luchar por alguien como ella, sobre todo si ella fue echa para mí.

¿Y quién dice ahora que ella fue hecha para mí? ¿Quién lo sabe? ¿Quién puede poner la mano en el fuego y afirmar o mostrar cómo el hilo rojo nos une? Las filosofías del amor son muy sencillas, eso es lo que intento decir, pero llevarlo a la práctica, ese es el verdadero reto. La vida es complicada y los consejos insultantemente sencillos.

Le he dado más vueltas de las que acostumbro y eso es complicado. Dedicar más de 24 horas en un solo día a pensar en una persona suena casi inhumano. Pero ahí estoy yo. Pensando qué hacer incluso mientras canto, incluso mientras hablo, incluso mientras duermo. Mi hermano dijo que era corto de miras, pero no me dijo como ir mucho más allá.

Cuando nadie me ve, cojo mi móvil. En él guardo fotos y vídeos de ella, de nosotros. Algunos ni se creería que existen, pero ahí están, mostrándome sin compasión una de las mejores épocas que he vivido. Nuestra relación cuando todavía era feliz, cuando nadie se había equivocado.

Me descargo una aplicación con la que editar vídeos y empiezo a unirlo todo. Creo una película con todo lo que tengo de ella y, para no perder detalle, añado subtítulos en aquellas partes del vídeo más importantes, como cuando me dijo que me amaba, como cuando se lo dije yo.

Me distraigo los suficiente como para no pensar durante un tiempo. Y para no pensar en otra cosa al mismo tiempo. De Bélgica a Alemania el tiempo vuela y, cuando llego a Múnich, el material está listo para ser mi principal instrumento de tortura.





Cuando me subo de nuevo sobre el escenario, veo un mundo de posibilidades. Mi banda comienza la prueba de sonido y, mientras tanto, yo la imagino ahí, frente a mí, escuchándome cantar mis canciones, sonriéndome, esperándome para poder estar después a mi lado. Aunque eso, sinceramente, llevo esperándolo desde el primer concierto. Sin perder la esperanza ni un solo segundo. Como si las cosas fueran a solucionarse en un solo instante.

- Niall, deberíamos ensayar.

- ¿Eh? Sí, claro, lo siento. Tocad Still, necesito hacer esa.





- Necesito que cuando cante Black And White, pongáis esto. Es muy importante que vaya todo al compás.

- Niall, no sé si... 

- ¡Por favor! Sé que los cambios de último momento no ayudan, pero mientras ensayaba antes, se me ha ocurrido y ya no puedo pensar en otra cosa.

Suspira. 

- ¿Funcionará?

- Es lo único que ansío.





El público a mi alrededor grita a pleno pulmón. Canta conmigo y me grita todo aquello que yo debo descubrir. La sensación de euforia vuelve, me siento feliz con ellos, con todo el amor que me profesan. Y a pesar de mi corazón ensanchado, solo por esta vez, me permito llorar cuando canto Flicker, porque esa es su canción favorita, la más importante, y por ello nos une incluso habiéndola escrito mucho antes de conocerla.

- ¡Hola, Múnich! - grito - Curioso saludar cuando ya llevo medio concierto, ¿verdad? - todos ríen - Pero es que tengo algo muy importante que confesar. Vosotros sois mi familia y, por ende, merecéis saber algo que llevo dos años callándome - todos quedan en silencio - Chicos y chicas, ¡tengo novia! - se oye un gran grito ahogado - O más bien la tuve, la perdí hace cuatro meses cuando ya no pudo soportar más el encierro. Tenía tanto miedo de perderla que la eché y ahora no sé hacer otra cosa que no sea extrañarla. Intento contactar con ella, pero no hay manera, sinceramente, creo que me ha bloqueado. En muchas entrevistas he reconocido ser mal comunicador en las relaciones y esta no ha sido una excepción, pero siempre me guardo un as bajo la manga y esa es mi siguiente canción. No mentiré, Heartbreack Weather no es un disco que yo le dedicara a ella, pero, aun así, diré que sí hay una canción que escribí pensando en ella.  Queridas mías, aquí os presento Black and White. Te quiero, mi vida - el público enloquece.

Las imágenes reflejan la nostalgia, la realidad a la que quiero volver. Las fotos que nos hicimos en nuestras primeras citas son lo primero que sale en la pantalla tras de mí, después comienzan los vídeos. A veces nos grababa cuando estábamos en la piscina, cuando jugábamos al pilla pilla y, al alcanzarnos, nos empujábamos al agua, cuando nos tirábamos en el suelo y nos reíamos sin parar, cuando nos retábamos en cada momento con la única intención de provocar al contrario. A veces, cuando llegaba tarde a casa, grababa el momento en el que me encontraba con ella para así dejar reflejada su reacción, la sonrisa que ponía nada más verme y cualquier cosa que me dijera. A veces, nos montábamos bailes improvisados y yo grababa la gran pista de baile con la excusa de usar el vídeo para mejorar. A veces, cuando mi primo se quedaba en casa, los grababa competir por algo solo por diversión. A veces, simplemente la grababa a ella, porque se ponía nerviosa al sentir la cámara y podría mostrar su cara más natural, aunque riera o divagara por puro nerviosismo. No existe vídeo fuera de casa, pero así se refleja la realidad de nuestra relación. La felicidad, el amor, pero siempre en el encierro. Y la última imagen, nuestro mejor beso; aquella foto que nos hizo su hermano para bromear, aquel beso que tiene Disneyland de fondo.


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