Capítulo 6.

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Tuve un mal presentimiento al despertar, no lo negaré. Uno de esos que te dicen: "Pase lo que pase, no salgas de la cama" y que te replanteas mientras vas al baño. Lo cierto es que nunca he sido un chico muy supersticioso, pero, al menos hoy, debería haberme hecho un poco de caso.

El primer susto viene al coger el móvil, son las 9 de la mañana, nada inquietante, incluso diría que es temprano, pero... ¡Y esas 20 llamadas perdidas! Además las 20 son de la misma persona, Fallon. ¿Qué día es hoy?

¿¡Hoy es martes!? Mierda, mierda, mierda... Me dijo que su vuelo llegaría a las seis y media y yo prometí ir a buscarla. ¡Menuda cagada! ¡¡Va a odiarme!!

Cojo la ropa que dejé ayer sobre la silla de la habitación, me pongo los pantalones y los zapatos, salgo corriendo sin abrocharme nada y sin camiseta. Lo cierto es que esta última me la empiezo a poner bajando por las escaleras, poco me falta para caerme rodando y, sinceramente, no sé qué habría preferido.

No necesito llegar al último escalón para verla. De pie frente a la puerta, con los brazos cruzados y la maleta a su derecha. Lleva el pelo desordenado, los vaqueros manchados de algo raro y la camiseta arrugada; parece como si hubiera estado en la guerra. Desde luego, sea lo que sea lo que ha pasado, me ve a mí como el responsable... Y con toda la razón.

Su cara no puede transmitir mayor enfado. No sería la primera vez que peleamos, pero hoy... Sus ojos transmiten puro odio y este va dedicado a mí. Casi creo poder oír rechinar sus dientes.

No mentiré, estoy asustado. Arrepentido también, pero sobre todo asustado. Es como una cuenta atrás hacia una explosión inminente. Y yo estoy en el centro.

Me abrocho el pantalón, me coloco la camiseta y empiezo a dar los primeros pasos hacia ella. La verdad es que mi imagen también debe ser un cuadro, pero eso es algo que, ahora mismo, no me puedo ni replantear. Me acerco hacia ella, poco a poco, pero no he podido dar más de tres pasos cuando ella me hace un gesto para que pare. Y yo obedezco al instante. Tanto tiempo echándola de menos, queriéndola a mi lado, predicando que la necesitaba aquí conmigo... Empieza bien la cosa.

Sean pasa por mi lado de repente, ni siquiera me había acordado de él. Lleva la mochila a cuestas así que supongo que estaba preparándose para volver con Jordan. Buen momento, por cierto, dejando a su primo solo ante el peligro.

Se acerca a Fallon, ella le da un beso en la mejilla, le muestra una breve media sonrisa y le desea que se lo pase bien con su chica. Después le agradece que le haya venido a buscar al aeropuerto. ¡Mierda!

Cuando Sean cierra la puerta tras de sí, cuando ya sé a ciencia cierta que hemos quedado solos, el pánico se apodera de mí. ¡Necesito que diga algo! La tensión me está matando.

- Lo siento, Fallon, - menciono suplicante - yo... - pero ella me hace callar.

Coge la maleta con fuerza y me mira desafiante.

- ¿Puedes apartarte? Voy a dejar las cosas en la habitación.

Me aparto enseguida, la dejo pasar, pero mi súplica no cesa.

- Por Dios, cariño, di algo.

- Tengo tantas cosas que decir ahora mismo que no sé ni por dónde empezar.

- Princesa, yo...

- Calla.

Y lo dice tan firme que no puedo más que obedecer otra vez.

La veo subir las escaleras con paso decidido. Sigue la rutina, pero sola, porque no quiere ni verme. Está aclarando ideas. Yo me siento estúpido, no sé ni qué tengo que hacer. Me quedo ahí quieto, pasmado, sin cambiar casi ni el semblante. Esperando a que ella dé el siguiente paso. Y lo hace...

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