Capítulo 27.

50 4 8
                                    

Aquella noche, no solo sentí una emoción distinta en el público, si no que, además, fue el principio de algo.

Aquella noche, recibí muchísimas llamadas. Todo familias y amigos que, sabiéndolo o no, necesitaban hablar conmigo para que les contara qué había pasado, qué pensaba yo o qué sentía.

Aquella noche, mis redes sociales ardieron. Cada tweet que se publicó con mi nombre mencionado, preguntaba por ella. Fallon López Carrasco colapso mi concierto y, para ello, ni siquiera necesitó estar presente.




Hoy han pasado 3 días y sigo sin tener noticias de ella. Empiezo a pensar que no le importo tanto como la esperanza me gritaba. Al menos no me ha denunciado todavía por haber usado su imagen. No sé si eso es señal de paz o si no es más que la evidencia de su falta de interés.

Hoy actúo en Bolonia, Italia. Y, como en el resto de ocasiones, sigo con la esperanza de que ella esté entre el público. La esperanza no me abandona a pesar de las veces que ha errado, a pesar de todos los conciertos en los que la he esperado sin respuesta. Cada día, me despierto con ilusión y me duermo con pena. Pero ahí me mantengo, firme y con la cabeza alta.

Me paso todo el día con los chicos de la banda. Hablamos, bailamos, bebemos y jugamos juntos. Me mantienen distraído.

Durante meses me he negado la distracción. Tenía que hacerlo. Torturarme era la mejor opción cuando me sentía merecedor de tal tortura. La ruptura fue mi culpa por lo que el dolor debía quedármelo yo, ella solo debía tener las cosas buenas. Pero no puedo seguir así, algún día tengo que parar. Le hice esa demostración delante de Múnich para luchar por ella, pero más no puedo hacer, no hasta diciembre al menos. Si sigo machacándome, no llegaré vivo y no podré volver a verla.

En ocasiones sueño con que no me quiere de pareja, pero sí de amigo. Cualquier cosa por, al menos, mantenerla a mi lado. Ella es mis pulmones y mi corazón. ¿Qué sería de mí sin ellos?






- ¡Y va Niall y le tira el balón a la cara!

- ¡¡No es cierto!! - me río - Avisé de que iba a pasarle el balón y él no estuvo atento, por eso le dio.

- Ya, eso dices ahora, pero bien que te reíste mientras me quejaba con la oreja roja.

- ¡Eran nervios! Me moría de la vergüenza y la culpabilidad.

- Ya, sí, seguro.

Las melodías celtas se convierten en nuestra mejor compañía, ellas nos conceden la distracción y, aun así, no podemos dejar de hablar. Todos se meten conmigo mientras, por turnos, vamos demostrando nuestros dotes en el baile. Me convierto en el centro de la charla y, junto a mí, todos reímos a base de anécdotas que no cesan ni un solo instante.

Desde luego, una de las mejores decisiones que tomé fue elegirlos a ellos para forman mi banda. Sin cada uno de ellos, yo no sería más que una voz perdida en un horizonte incierto. Con ellos, tengo aquí a una familia.






Hoy, en Bolonia, cuando salgo al escenario, todas los fans gritan tanto y más que en los conciertos anteriores. Vuelvo a sentir la adrenalina, de repente, ellos se convierten en el centro de mi mundo. Soy feliz con ellos. Me dan mucho más de lo que creen.

Hoy, en Bolonia, no lloro al cantar Flicker y mucho menos pongo su vídeo en Black And White. 

Hoy, en Bolonia, no le canto a ella, si no a ellos. Muestro mi disco como si fuera un día cualquiera, como si nada fuera por ella. Convierto a los fans en los protagonistas porque eso es lo que merecen.

Hoy, en Bolonia, pongo los pies en el escenario y me convierto parte de él sin dejar que nada externo me influya.

El público aplaude apasionadamente cuando las últimas notas acaban de sonar. No quieren que me vaya, por ellos, pasaría cantando toda la noche.





Sonrío mientras, lanzándoles besos, salgo del escenario, pero mi corazón late desbocado solo pensar que ahora llega el momento en el que me enfrento a la realidad. El momento en el que voy a mi camerino y ella no está. El momento en el que me doy cuenta de que, una noche más, estar esperanzado ha sido en vano.

Por primera vez, en el proceso, Mark no me deja solo. Se mantiene a mi lado por temor a quién sabe qué. Me sigue al camerino y me distrae con chistes tontos mientras yo me cambio para que el recorrido sea más cómodo. 

No, desde luego, una vez más, no está aquí. No ha venido ni vendrá, tendría que empezar a decírmelo ante el espejo para ver si así me lo creo.





De nuevo en el autobús, todos me miran. Siempre lo hacen, es una especie de rutina. Comprueban si entro solo desde Múnich, manteniendo conmigo una tonta esperanza que jamás llega. Son mis amigos y les agradezco esto, pero ¿de qué sirve más que para alimentar el dolor?

- Chicos, dejadlo ya. Creo que he de empezar a hacerme a la idea de que no va a venir. Se ha ido, se acabó. Lo intenté y no lo conseguí.  La próxima vez lo haré bien desde el principio.

- En tres días estaremos en España, Niall, a lo mejor...

- A lo mejor, pero muy probablemente no sea así. Aguantó mucho, no es que siquiera me diera una oportunidad, ¿sabéis?

- Pero ella te ama.

- Y yo a ella. Pero no fue suficiente.

Nuestra historia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora