- No puedo creerme que hayas reservado una habitación de hotel teniendo la casa de mi hermano. ¡Vamos! Os lleváis muy bien, demasiado diría, ¿por qué no dormimos ahí?
- Creo que necesitamos nuestra intimidad, nada más. En esa casa, tu hermano está cada cinco minutos entrando para ver si estamos haciendo algo.
- Y no puedes pasar ni dos noches sin mojar, verdad - se cruza de brazos - Lo hace de coña, es más, si nos pillara besándonos, bastaría para que dejara de venir. Es bromista, pero no soporta verme con algún tío, le da cosilla - sonríe.
- Bueno, ahora ya está. Total, solo quedan dos noches, el viernes me vuelvo a casa.
- Niall Horan, porque en dos meses viajas con toda mi familia a París, porque si no, juro que te colgaría de las pelotas y te dejaría aquí encerrado - suspira.
Se encierra en el baño y yo me quedo ahí, tirado en la cama y pensando. Pensando que no entiendo qué ocurre ahora, he venido aquí, he conocido a su familia y amigos, he decidido aprender su idioma y le he prometido un futuro lleno de aventuras fuera de casa; pero me sigue pidiendo más. ¿Ahora también hago mal por vivir en un hotel? Vale que ella viene a casa, pero, sinceramente, es un favor que yo le hago, se ahorra el dinero del hotel - que a mí no me molesta gastar - y, además, así pasamos más tiempo juntos, porque yo no podría ir ahí tanto como ella puede hacerlo ahora. No sé, no veo el punto negativo en todo esto, pero ella parece no estar nunca satisfecha al 100%. Incluso cuando sonríe, ríe, salta y baila; sigo viendo en sus ojos un brillo que falta, que necesito y que no sé recuperar.
- Vístete ya, hemos quedado con mi hermano para cenar.
Se levanta de la cama, la miro fijamente. Me ha sorprendido mucho cuando ha salido del baño y se ha tirado encima mío, pero, sinceramente, me alegra. He disfrutado de ella, de su cuerpo y, diría más, de su enfado, descargado de la mejor manera posible. Ahora la veo ante mí, desnuda, buscando su ropa esparcida por la habitación. Y yo me quedo aquí, tumbado en la cama, hipnotizado por su figura, totalmente ensimismado.
Se pone la ropa interior, busca su vestido y, antes de ponérselo, me mira y alza una ceja.
- Niall, como llegues tarde, este habrá sido tu último polvo, primer aviso.
Me da la risa. Ruedo por la cama jugando con ella y creo que también con su paciencia. Cuando paro y la miro de nuevo, ella ya está lista y solo le queda peinarse.
- Niall... - me advierte.
- Sí, señora - me acerco rápido y la beso - Voy a pegarme una ducha rápida.
No viene conmigo, tampoco me lo esperaba. La ducha se convierte en mi momento de relajación, en mi respiro; al salir, me visto, me miro en el espejo y suelto un último suspiro.
- ¿Debo ser el único que se siente en un barco a la deriva? Cuanto más intento acercarme al timón, más la cago - me susurro - Y no sé por qué.
Cuando salgo, descubro que esa música que llevaba rato escuchando provenía del móvil de Fallon y que esta se encuentra bailando alrededor de toda la habitación. Sonríe mientras inventa o copia alguna coreografía de alguna de sus canciones favoritas y, al acabar la canción, sonríe al mirarme.
- ¿Listo?
- ¿No ves lo guapo que estoy?
- Más guapo te he visto en la cama mirándome - me besa.
De repente, parece que todo va bien otra vez. Y me confío, me alejo del timón con la plena convicción de que lo estoy rozando.
Hugo me da un fuerte abrazo al verme, Irene me saluda desde el sofá. Los dos me sonríen, sé que les caigo bien, que incluso me quieren por cómo ven que hago sentir a Fallon y lo más divertido es que yo siento lo mismo. La recepción ha sido rápida.
- Tío, ¿por qué te has ido? ¿No estabas cómodo con nosotros? - me pregunta su hermano al quedarnos solos.
- Solo quería mi espacio, no pensé en nada más. ¿Te ha molestado?
- ¡No! Claro que no, pero creía que te habíamos hecho algo y que no te sentías querido aquí.
- Para nada y siento que os hayáis sentido así. Creo que ahora entiendo por qué Fallon parecía tan enfadada antes.
- Me alegra ver que sigo estando por encima de cualquiera.
- Desde luego. Primero tú, luego el resto, es vuestra regla.
- ¿Te habló de eso? - se ríe - Es la promesa que nos hicimos cuando ella tenía seis años.
- Y quince años después todavía lo mantiene, será verdad que siempre cumple sus promesas - reímos.
La cena es extremadamente agradable, no me molestaría ni por un segundo que esta fuera mi realidad diaria. Estar con ellos, verlos de vez en cuando, poder hablar, contarnos cosas, descubrir; sería una gozada.
Mi novio y yo nos quedamos solos en un momento en el que la pareja se va a la cocina por el postre. La miro, ella me mira, pero ninguno dice nada, estamos muy absortos en pensamientos desconocidos que ni siquiera ahora puedo descifrar.
- He hablado con tu hermano y ya entiendo el enfado, en ningún momento fue mi intención hacer que se sintieran mal - le digo en el oído - Ya lo he solucionado con él, ¿me perdonas tú? Prometo hacerlo mejor la próxima - le beso en la mejilla y me separo.
- Si él te perdona, yo no soy nadie para enfadarme - me coge de la mano y la aprieta.
Me siento reconfortado.
- Muy bien chicos - dice Irene - ¡Que empiece la fiesta! - grita con una decena de pancakes en una bandeja - No habrá alcohol, pero... Ahora mismo me comería yo todos y los voy a compartir, así que que nadie me lleve la contraria.
No podemos evitar echarnos a reír.
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Nuestra historia.
FanfictionUna historia sin principio y sin final, simplemente... Nuestra historia.