Los inicios

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20 años atrás

- ¿Es que acaso tú eres mi papá? – dijo una pequeña niña de 6 años de cabellos negros y ojos esmeraldas.

- Así es Lena, soy Lionel Luthor, tu padre – le extendió su mano

- Si tú eres mi padre – se sujetó el mentón y le dirigió una mirada amenazante, digna de un Luthor- ¿dónde estuviste metido todo este tiempo que te necesitamos? - le soltó la mano al hombre que decía ser su padre y se cruzó de brazos.

- Lena, acércate por favor – le extendió la mano una vez más – anda, ven conversa conmigo, te prometo que te explicaré todo – la niña cedió y se acercó

- Te escucho, no pienses que por la situación en la que estoy aceptaré irme sin más contigo. Sé que mi mamá ya no está conmigo, pero ya tengo edad suficiente para arreglármelas sola – lo miró fijamente esperando a oír lo que tenía para decirle.

- Estoy más que seguro de que no me necesitas – suspiró – pero yo sí te necesito a ti. Lamento mucho haberme perdido tus primeros años. Si tu mamá tan solo me hubiese dicho antes que iba a tener una hija de mí, te aseguro que jamás hubieses tenido que pasar por tanto.

- ¿Estás diciéndome que es culpa de mi madre el hecho de que no supieras nada de mi existencia? – entrecerró los ojos.

- Pues sí Lena, sé que puedes no creerme, pero es la verdad. Me acabo de enterar de tu existencia puesto que tu madre dio indicaciones a su abogado para que me busque cuando ella falleciera – sonrió de costado.

- Te creo Lionel, mi mamá me contó de ti antes de que muriese – se irguió – ahora deseo que me cuentes lo que tienes planeado para mí, no puedo irme contigo sin saber cómo cambiará mi vida.

- ¿Cómo es eso de que sí lo sabías? ¿Entonces por qué tantas preguntas? – Lionel se encontraba confundido

- Sencillo, tenía que saber si eras digno de confiar. Detesto a esos adultos que tratan como menos a los niños y nos quieren explicar todo con manzanas. Eso se lo dejo a los niñitos tontos, yo soy muy inteligente y me gusta que me digan las cosas directamente siempre. Haz eso y te prometo que nos llevaremos bien – estas palabras lo sorprendieron gratamente, tenía una hija excepcional, lamentaba demasiado todo el tiempo perdido.

- Así será hija, tenlo por seguro. Y sobre tu futuro, debo informarte que en menos de una hora saldremos en un vuelo hacia Metrópolis, ahí está mi casa en la que viven mi esposa y tu hermano mayor Lex. Estoy seguro de que se llevarán bastante bien, él es tan inteligente como tú, serán un desafío el uno para el otro – la abrazó, se estaba muriendo por hacer eso desde que la vio por primera vez y felizmente Lena no lo rechazó.

El abrazo no fue incómodo para ninguno de los dos, si bien es cierto recién se conocían pero Lionel podía verse reflejado por completo en su pequeña hija; mientras que Lena sabía que debía aprender a por lo menos llevarse bien con él, seguramente el cariño vendría con el tiempo y para ser sinceros, la pequeña por más fuerte que quería aparentar ser, acababa de perder a su madre y le urgía sentirse segura con alguien.

- Lena, cariño, hemos llegado – su padre le acarició el rostro para despertarla, acababan de aterrizar.

- Unos minutos más por favor mamá – al terminar de decir dichas palabras, la pelinegra se despertó sobresaltada y un tanto desubicada.

- Tranquila, soy Lionel, tu papá. Acabamos de aterrizar en Metrópolis – la ayudó a ponerse en pie.

- Sí claro, ya estoy bien, descuida, no necesito ayuda – se soltó de su padre, agarró sus pertenencias y se dirigió a la puerta del Jet.

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