Todo en su lugar

344 43 1
                                    


- ¿Por cuánto tiempo más planeas prolongar esta pausa? – Atenea comenzaba a molestarse con la situación. Sabía que pronto Lena lograría lo que estaba persiguiendo y para entonces, ella debería de haber hecho un par de cambios.

- El tiempo que sea necesario. ¿Es que acaso temes perder contra mí? – se mofó

- En lo absoluto. Simplemente estoy aburrida de verte hacer el ridículo, esperando una pelea que jamás llegará porque esas dos se quieren más de lo que lo demuestran

- Solo han pasado 48 horas, estoy seguro de que pronto ocurrirá la pelea que tanto estoy esperando porque se siente la tensión en el ambiente. Ni siquiera soportan estar en la misma habitación – se burló el mayor de los dioses.

- Tío por favor – intervino Afrodita – sabes muy bien que ya este turno debió acabar hacer mucho. Estamos esperando una pelea de la cual no hay ni un solo indicio. Deberíamos volver a lanzar.

- Además, las reglas lo exigen porque ya se han desencadenado todos los hechos posibles – añadió Atenea.

- Las reglas también permiten que se extienda un poco más el turno si todos los jugadores están de acuerdo. Lleguemos a un trato, 24 horas más y si no ocurre nada, lanzaremos los dados – es muy probable que Hades estuviese un poco desesperado por obtener el alma de Kara, tanto que estaba completamente ciego.

- 24 horas y ya, ni un segundo más – sentenció Atenea y los demás afirmaron.

Mientras tanto, en la Tierra, un nuevo día comenzaba. Otro día en el que aparentemente Kara y Lena no cruzarían más palabras de las necesarias y esto es. Durante las últimas 48 horas, la pelinegra se había metido de lleno en su trabajo, LCorp se había vuelto su mañana, tarde y noche; mientras que Kara, estaba concentrando todas sus energías en sacar adelante sus sentimientos. Sabía muy bien que la confusión no se iría de un día para otro, pero al parecer tampoco sentiría una mejoría pronto.

- Lena ya se fue - dijo en un susurro al oír el sonido de la puerta mientras estaba tumbada en su cama y bajaba pesadamente las sábanas que se encontraban cubriendo su rostro - Qué raro, es bastante temprano, nuevamente - pensó mientras veía al reloj marcar las 7:00am.

Kara sabía que las cosas entre las dos no se encontraban del todo bien desde el día en que el tema de James explotó, las dos habían comenzado un no tan interesante juego de gato y ratón. Habían pasado dos días en los que apenas y se habían dirigido una que otra palabra por cordialidad. Lena llegaba muy tarde y se iba muy temprano, la joven rubia no se encontraba muy segura si era por asuntos reales de trabajo, si simplemente le quería dar su espacio o si quizás existía la posibilidad de que la pelinegra estuviese molesta por su reacción, aunque la verdad no la podía culpar, ella sabía muy bien que tampoco había sido la persona más comunicativa últimamente; encerrada la mayor parte del día en su habitación, intentando distraer su mente haciendo lo que mejor sabía hacer, escribir. Hace tiempo ella le había ofrecido un artículo a Lena, uno que fuese el primero de muchos que escribiría bajo un pseudónimo para su nueva columna, claro, siempre y cuando Lena aún mantuviese su ofrecimiento en pie a pesar de todo.

- Maldición – dijo exasperada mientras borraba por décima vez todo el último párrafo que había redactado - Se suponía que esta tarea debía mantenerme entretenida y a la vez debía funcionar como un medio de catarsis, pero está siendo una completa pesadilla – dio varios golpes a las teclas de la computadora - ¿Quizás deba cambiar de tema? Solo a mí se me ocurre redactar algo sobre pérdidas importantes en nuestras vidas y las distintas fases del duelo – dejó salir un largo suspiro. Estaba lidiando con demasiado en ese momento, entre lo de James y el querer volver a la normalidad con Lena. No sabía cuánto se había acostumbrado a su presencia hasta ese momento. En los últimos días, el vacío en su pecho se había agrandado en demasía y todo era culpa de ella misma que no se atrevía a enfrentar que quizás la muerte de James no le chocaba tanto como esperaba porque al parecer alguien más andaba haciendo que su corazón se salte un par de latidos. – Es imposible no sentirme culpable – dijo en voz alta mientras escribía – Es horrible saber que sobreviviste y tu ser amado no, es horrible saber que estás siguiendo adelante mientras tu ser amado ya no tiene un mañana – en su interior, Kara quería creer que la velocidad con la que estaba asimilando todo, era dado que, en su subconsciente, ella conocía la verdad sobre el accidente desde el inicio y había tenido cierto tiempo para procesar toda la información. Además, su situación era cualquier cosa menos normal, no podía esperar que sus reacciones lo fueran – En conclusión, lo peor de sobrevivir, es tener que vivir – concluyó su artículo.

QuédateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora