Algo debe de cambiar

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- ¿Qué diablos acaba de pasar ahí abajo? – se levantó enfurecido y comenzó a lanzar bolas de fuego por todos lados.

- Creo que Kara es especial – afirmó Afrodita – Tu orden funcionó al inicio, pero su puro corazón no se vio afectado por tanto tiempo como lo deseaste.

- Sabías que era un riesgo, no podemos modificar su esencia. Somos poderosos, pero no tanto – se encogió de hombros Atenea – Incluso los dioses tenemos límites.

- ¡Agh! – la llama sobre su cabeza incrementó más su tamaño si es que eso era aún posible – No comprendo, nadie puede ser tan noble – negando con la cabeza mientras andaba de un lado a otro – Deberé romperla primero desde su interior – sonrió maléficamente.

- Lo que tú digas tío querido – se mofó – ¿Podemos nuevamente tomar asiento? Aún hay eventos que deben terminar de ocurrir para continuar con nuestro juego – todos ocuparon sus lugares.

Alex se había ido hace unos minutos de la casa y el silencio reinaba en aquella sala desde entonces. Kara aún se sentía rara por sus cambios tan repentinos de humor, mientras Lena buscaba las palabras exactas con las que podría contarle su historia a la rubia sin lastimarla más.

- Kara – silencio – tenemos que hablar – se acercó a ella e intentó reconfortarla una vez más como en la mañana, pero al parecer esta vez no funcionaría, pues la atravesó.

- ¡Oye! – se cruzó de brazos – ¿Podrías por favor no hacerme eso? – volteó a verla

- Lo lamento, no fue mi intención. Pensé que podría tocarte como sucedió en la mañana. Al parecer no estás de humor para que eso suceda – estaba tan nerviosa y confundida – En serio Kara, te debo una conversación que por algún extraño motivo deseo tener ya mismo antes de que se me vaya el valor.

- Lo sé Lena, tenemos que charlar. Es lo que venimos repitiendo una y otra vez, pero no sé cómo hacerlo en este momento. Me siento tan confundida y mis emociones están tan inestables luego de haber visto a mi hermana – posó su cabeza sobre el hombro de Lena.

- Lamento demasiado por todo lo que estás pasando. Te daré tu espacio – intentó separarse de la rubia para irse a su habitación, pero una mano la detuvo.

- No te vayas Luthor, estoy triste. ¿Acaso jamás te enseñaron que debes quedarte cuando alguien pone su cabeza sobre tu hombro? – la miró seriamente.

- Mmm, la verdad ¿no? – ella no sabía cómo actuar ante situaciones de vulnerabilidad, sentirse así o verse envuelta en un momento así, no era común en su vida – En mi familia nadie se muestra vulnerable. Desde muy pequeña he aprendido a siempre estar fuerte ante el mundo y solo sentirme triste cuando estoy escondida en la soledad de mi cuarto. Cosa que pasa una vez al año a lo mucho. Lamento nuevamente no saber cómo ayudarte.

- Ya deja de disculparte Luthor, me comienza a fastidiar esa frase – volvió a colocar su cabeza en el hombro de la pelinegra – Te educaré mientras esté por acá. Lección n° 1, no te puedes ir si alguien se ha recostado en tu hombro porque se siente mal y está buscando ser reconfortado. ¿Entendiste? – alzó su cabeza rápidamente para encontrarse con el rostro confundido de Lena.

- Sí, me queda claro, soy bastante inteligente por si no lo habías notado – hizo una mueca rara que resultó cómica para la rubia y la hizo reír.

- Pues tu cara dice todo lo contrario, pero fingiré que te creo que has entendido – otra mueca rara – Ahora que estoy más calmada, me gustaría tener esa charla pendiente. Pero no te cambies de posición, esto es cómodo – no entendía el motivo, pero se sentía segura estando tan cerca de su nueva amiga, la menor de los Luthor.

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