CAPITULO 10: Enredo En El Establo

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Mi ánimo no podía estar mejor ese día.

Después de un abundante almuerzo, cortesía de Onew, me sentía satisfecho y feliz.

Aunque ayer había sido una maldita montaña rusa de emociones, enojo, ira, tristeza y hasta pánico, que me drenó hasta los huesos dejándome agotado a más no poder, hoy podía decir que estaba más estable, o al menos no había pasado nada que me pusiera los pelos de punta. Debía admitir que el día anterior había estado un poco-bastante-dramático. Creo que todo el tema del sicario me tiene algo sensible y realmente tuve un susto de los buenos cuando pensé que había matado, sin querer, al pequeño pollo, ahora pato.

En ese instante, recuerdo como mi mente se puso en blanco, y un terror profundo me recorrió de arriba abajo. Si no fuera por Chanyeol, no sé qué habría hecho.

Fruncí el ceño ante ese recuerdo. Chanyeol.

Decir que el hombre era un misterio para mí, era poco. La verdad no entendía su doble personalidad, esa habilidad de ser un oso gruñón y al mismo tiempo alguien tan...comprensivo.

En vez de enojarse o culparme, Chanyeol buscó tranquilizarme. Ayudarme.

No sé si fue mi expresión lo que lo hizo actuar así o qué. Solo sé que su calma, seguridad y confianza fueron suficientes para apaciguar mi agitado pecho, el terror profundo en mis huesos disipándose como la neblina en la mañana.

Su mano tomando la mía cuando llegó Baekho, siendo el soporte que necesité...

Sentí mi cara enrojecer ante ese último recuerdo, un rio de emociones corriendo con velocidad desde mi estómago a mi pecho.

Negué con la cabeza intentando borrar la sensación. De ordenar mi mente y mi cuerpo.

No podía confundir las cosas. No podía permitirme generar emociones, cuando Chanyeol solo había sido amable. No podía permitirme soñar como un adolescente­...

Un fuerte relincho a mi lado me sacó de golpe de mis pensamientos.

- Parece que el caballo no está satisfecho con tu servicio- bromeó Chanyeol y yo solo bufé.

Miré con mala cara a la yegua quejumbrosa que me habían encargado esa tarde, volviendo a mi trabajo. Peinarla. Con parsimonia, pasé el cepillo por su larga crin marrón.

Chanyeol se encontraba un poco más allá, acicalando el caballo que Onew había usado ayer, mientras que Baekho se encontraba a un lado nuestro a cargo del semental negro, revisando sus herraduras. Mientras pasaba el cepillo por el caballo, no pude evitar más de una vez desconcentrarme y quedarme viendo los brazos de Baekho. En serio, era increíble la fuerza que mostraban sus brazos cada vez que se flexionaban y debía admitir, otra vez, que me sentía envidioso de ellos.

Si cortar madera me parecía imposible, ni que decir intentar cambiar las herraduras de un caballo.

Era claro que Baekho se había formado en el campo, los músculos de sus brazos y su fuerte espalda una clara prueba de ello.

Miré en cambio mis brazos. Delgados y blancos, parecían fideos chinos, apenas unos músculos dibujándose formados a partir de llevar bandejas con bebidas y emparedados.

Bueno, eso podía empezar a cambiar. Ahora que estaba en el campo podría comenzar a formar un poco más de musculatura con todo el trabajo.

Eso me animó.

- Iré por heno para los caballos- anuncié cuando terminé mi trabajo, la yegua ahora relinchando de gusto y moviendo la crin recién peinada como si quisiera lucir su cabello.

Tú, Yo y el Sicario [ChanBaek/BaekYeol]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora