Tú, Yo y el Sicario [ChanBaek/BaekYeol]

CAPITULO 24: ¿Estamos Vivos?

No podía ser. No otra vez.

¡No otra vez!

- ¡Chanyeol!- grité mi garganta doliendo, su cuerpo inerte cayendo sobre mí, yo apenas logrando sujetarlo con las manos aún esposadas.- Chanyeol, despierta, no te atrevas...no te atrevas a morirte de nuevo, no puedo...por favor

Las lágrimas caían, la mancha roja creciendo sobre su espalda, sobre su camisa.

Tenía que hacer algo, tenía que salvarlo.

- Chanyeol, resiste- susurré mientras intentaba darme la vuelta, con mis manos esposadas, el metal lacerando mis muñecas magulladas mientras intentaba colocarlo en posición, de subirlo sobre mi espalda.

Pesaba. Pesaba mucho. Pero si él me había logrado traer hasta aquí, yo podía sacarlo de ese bosque.

Solo debía dar el primer paso para alejarme de ahí, de escapar de Z.Tao, de...

No había alcanzado a levantarme del todo cuando un disparo dio directo en mi pierna, el dolor lacerante explotando en mi pantorrilla antes de caer irremediablemente contra el piso, las hojas de los pinos clavándose con dureza en mis palmas.

El sonido de las hojas resquebrajándose bajo las mortales pisadas, me alertó, mi respiración agitándose mientras alzaba la cabeza para ver a Z.Tao, mirándome.

- Son como cucarachas y pensar que la mejor forma de aniquilarlos era disparándoles- murmuró ladeando su cabeza, sus ojos vacíos- Igual que Romeo y Julieta, ¿aún intentado salvar a tu Romeo?

Enterré las manos en la tierra con impotencia, el cuerpo de Chanyeol sobre el mío, apenas respirando sobre mi oreja.

- Es inútil Baekhyun- siguió hablando Z.Tao, levantando su pistola directo en mi cabeza, yo apenas escuchándolo demasiado abrumado por el dolor en mi pierna, sobre pasado por la situación- Y ahora, igual que Julieta, morirás al final en brazos de Romeo

Cerré los ojos entre medio de sollozos y respiraciones entre cortadas.

Una última inhalación. El sonido tranquilo del bosque. El último recuerdo con Chanyeol, su mirada, su sonrisa y...

El disparo sonó y otros más vinieron. Temblé mientras terminaba de caer al piso del todo, mi cabeza casi rebotando contra la tierra.

Escuché gritos a lo lejos, mis ojos apenas abriéndose para ver un borrón, un cuerpo tirado en el piso a lo lejos, alguien bloqueando de repente mi visón.

Unos preocupados ojos fue lo último que vi, junto con el sonido de una voz extrañamente familiar llamándome.

Pero yo no podía más.

No podía más.

***

Un pitido constante. Mi cabeza explotando entre una mezcla de dolor y mareo. El olor a desinfectante entrando a raudales por mis narices.

Llevaba tres días ahí y aún no me acostumbraba al hospital. Bueno, aunque si era justo, recién había despertado ayer, así que era normal que aún me estuviera adaptando al cambio. Mi pierna enyesada, era uno de ellos. Por lo que me había dicho el médico, la bala había impactado contra el hueso, haciéndolo trizas.

Él creía que el dolor me había hecho perder la consciencia. Parece que nadie le había dicho por el infierno que había tenido que pasar antes de eso.

Bueno, tampoco es que hiciera mucha diferencia.

Un golpecito en la puerta me distrajo, la enfermera haciendo acto de presencia. No recordaba su nombre, pero se veía amable.