CAPITULO 11: Supermercado y Verdades

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No sé cuánto tiempo me quedé dormido. Sólo sé que ante un movimiento del auto mi cabeza golpeó contra el vidrio, haciéndome recuperar la consciencia. Adormilado y mis ojos siendo dos rendijas, miré hacia la exterior al tiempo que el auto se detenía del todo.

Esperaba ver los conocidos y grandes árboles que siempre nos recibían, pero en vez de eso, me encontré viendo un aparcamiento en medio de un pueblo.

Pestañeé desorientado.

- Es hora de comprar provisiones – anunció alegremente Jongdae como si hubiera leído la confusión en mi rostro a través del espejo retrovisor - Bella durmiente, te encargo a tu príncipe roncador. Los esperamos dentro del supermercado

Con la mente aún lenta y procesando a uno por hora, miré a Jongdae sin entender. Lo único que obtuve de respuestas fue el golpe de la puerta al cerrarse, el ruido terminando de despertarme.

¿Supermercado?¿Príncipe roncador?

Esperen...¿Yo era la bella durmiente?

Parpadeé y miré por la ventana justo a tiempo para ver como Jongdae entraba a un local junto a Minseok, las grandes letras de neón anunciando que era un supermercado. Bien, ya me estaba ubicando mejor, el borroso recuerdo de una conversación en la mañana llegando a mi cabeza, la voz de Jongdae avisándonos que en la tarde iríamos al supermercado ya que ayer había sido imposible...

Un fuerte ronquido trajo mi atención de vuelta al auto, mi cabeza girándose por inercia hacia la causa.

Totalmente desparramado en el asiento, sus largas extremidades en curiosas posiciones para caber en el reducido espacio y con la cabeza echada hacia atrás, estaba Chanyeol. Su boca entre abierta era un punto más a su adormecida posición, un nuevo gran ronquido saliendo de ella terminando de completar el cuadro. Era como un oso en hibernación.

O Darth Vader.

- Príncipe roncador encontrado- murmuré irónico, moviéndome más cerca de él.

¿Por qué siempre me tocaba a mí despertarlo?

Si no era porque me aplastaba, era porque llegaríamos tarde al trabajo y ahora esto. Y lo peor que todas las veces había terminado besándolo.

T-O-D-A-S.

Y muy para mis adentros sabía que en ninguna de las veces me había desagradado, es más había sido todo lo contrario. No entendía que tipo de atracción podía generar en mí el besar a alguien con quien no parecía congeniar el noventa por cierto de las veces. Mejor noventa y nueve.

Y aun así, pese a todo, estaba ese pequeño porcentaje. Ese uno por ciento en donde Chanyeol me reconfortaba con sus palabras y su toque, me protegía y me hacía perder la cabeza cuando sus labios estaban cerca y más aún cuando los besaba...

-¡Es sólo una calentura!- me grité mentalmente, espabilándome, mis ojos viajando a cualquier parte menos a su boca.

Tratando de retomar la compostura, fijé mi vista en Chanyeol y antes de que cualquier otra idea pasara por mi cabeza y terminara montando un numerito en la camioneta de Jongdae, le pegué un codazo en las costillas y abrí su puerta para que el frío le diera de lleno en la cara, despertándolo.

Haciendo un sonido chistoso al despertar y brincando por el inesperado frío, volteó a verme con expresión confusa.

-¿D-donde...?

- Jongdae nos trajo al supermercado por provisiones, nos espera adentro- anuncié tan rápido como pude. Apenas había terminado de hablar cuando ya estaba bajándome del auto, cerrando la puerta sin darle ni un vistazo.

Tú, Yo y el Sicario [ChanBaek/BaekYeol]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora