| ¡Cuidado con el lobo! | ~YM~

c a t o r c e

JungKook rio mientras sujetaba con fuerza su mano. Relatándole varias aventuras que había tenido mientras estaba en el trabajo de su padre. Ciertamente, JungKook siempre había tenido un lazo más fuerte con su padre que el propio JiMin. A sus diez años, andaba de un lado a otro pegado del pantalón de papá.

—Kook... —su madre le llamó con reproche—. JiMin necesita descansar ¿Te parece si me ayudas con la cena?

—¡Vale! —gritó mientras corría a la cocina.

—Solo dormiré un poco, bajare en media hora —aseguró mientras terminaba de subir las escaleras.

—JiMin... —le habló su madre cuando llegó arriba—. ¿No te has sentido mal de nuevo?

—No —contestó—. De hecho, me siento mucho mejor que antes —sonrió sosteniéndose de la pared. Se sentía un poco mareado por la lejanía con su pareja, pero no podía decirle nada a su madre. Le había hecho una promesa a YoonGi—. Ya sabes, como debe de ser.

—Si lo sientes de nuevo, dímelo cariño —la escuchó subir las escaleras—. Me preocupo por ti, eso es todo. Tu madre te quiere mucho, JiMin.

—Lo recuerdo —mordió su labio.

Su madre siempre había evitado su celo, ahora lo entendía. Prevenía siquiera que los primeros síntomas aparecieran, haciéndole creer que era un cambiaformas normal. ¿Su cuerpo estaría en perfecto funcionamiento para albergar cachorros? Esperaba que las medicinas no estropearan nada.

—JiMin... —sintió la voz familiar en su oído.

—¿Eh? —respondió dándose cuenta que sus pensamientos lo habían apartado de la realidad.

—Que vayas a dormir, no pareces estar bien —escuchó el tono confuso en su voz. Irguiéndose enseguida para evitar preguntas que no debía contestar—. ¿Debería llamar al médico?

—¡No! —gritó agitado—. Perdón, quiero decir, que no es necesario. Estuve en el hospital, si estuviera mal ellos lo sabrían.

—Tiene sentido para mí —asintió, dejándolo ir—. Anda, debo bajar antes de que tu padre y Kook incendien la cocina.

Cerró la puerta de su cuarto, tirándose en la cama. Su cuerpo se sentía aun cortado y todo le daba vueltas. La marca en su cuello se sentía seca y picaba. Solo quizás, dejarse morder por YoonGi no parecía la mejor de las opciones en ese preciso momento, pero JiMin lo amaba y haría cualquier cosa por su alfa.

Era su deber como Omega.

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