Capítulo 15

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Ambos seguían abrazados, era obvia la atracción entre ellos. 
-¿Estás seguro de lo que dices?-preguntó Alex. 
-¿Por qué?
-Creo que no debemos apresurar las cosas, decir Te amo, significa muchas cosas ¡Podemos ir con calma. 
Fernando pensó en las palabras de Alex, tenían mucho sentido. 
-Lo sé, tienes razón, es que no puedo negar que me gustas, pero haré lo que tu me pidas.- se separaron y él le dio un beso en la frente. 
-Te lo agradezco.- ella le dirigió una sonrisa, volvió al coche y sacó su bolso- Ya debería irme. 
-Está bien- Fernando le dió un beso en la comisura de los labios al despedirse- Hasta mañana. 
-Hasta mañana- Alex entró rápidamente a su apartamento, Fernando la veía irse y pensaba en lo que había pasado, ella tenía razón, debían irse despacio, él aún no cerraba el ciclo de su vida pasada y no quería hacerle daño, pero si le atraía mucho. Se dio la vuelta y subió a su coche. Avanzó unos metros y salió a la autopista, estaba tratando de sintonizar su autoradio, cuando se percató que había una camioneta negra que lo iba siguiendo, a una distancia prudente. él lo ignoró por unos minutos, pero ya avanzado unos kilómetros, vio por el espejo retrovisor que la camioneta, seguía en su mismo rumbo. 
-¿Que hago?- decía Fernando en voz baja. 

Mientras en la camioneta, el hombre al volante tomó su aparato de manos libres, y buscó su teléfono, al hallarlo marcó un número. 
-Lo tengo en la mira señor- tenía una voz dura- ¿Que debo hacer?
-Por ahora nada, sólo síguelo, debes ver donde vive, la Güera necesita que él se confíe, y cuando menos se lo espera, ella misma acabará con todo.- La mano derecha de la Güera cortó la llamada, estaba esperando órdenes de la Güera, pero aún no era el tiempo. 
Fernando llegó a su departamento en el centro, ya más tranquilo porque la dichosa camioneta había ido hacia la dirección contraria, pero pensando que tal vez esa era una advertencia, su vida y la de los suyos seguían en peligro, la Güera quería acabar con él, pero estaba esperando el momento preciso. 

Alex y Fernando no tuvieron el tiempo para pensar en su amor naciente, al dia siguiente de su inicio, tuvieron que separar su vida amorosa porque el trabajo no les daba tregua. 
Las semanas siguientes regresaron los ataques a agentes, esta vez sin embargo estaban dejando rastros.   
-Se han hallado dos almacenes fuera de la ciudad, según la confesión de los detenidos, es donde guardan las armas y la droga.- dijo Alex. 
-Así es, pero no quieren decir más- dijo Rubén, estaban los tres en la sala de juntas, tenían sobre la mesa, papeles y un mapa, marcado con los lugares donde habían encontrado los almacenes.
-Tenemos que seguir buscando ¿y que fue del detenido del evento de caridad, no dijo nada más?- dijo Fernando, dando vueltas dentro de la sala, Alex lo notaba nervioso.
-Estamos haciendo lo que podemos, ellos no quieren hablar sin abogado, y la ley no ayuda mucho, sin pruebas los soltaran. 
-No podemos permitir que salgan libres. 
En eso entró Ricardo, tenía cara de preocupado. 
-Señor, hubo otro ataque. 
-¿Donde fue esta vez?
-Aquí- Ricardo le mostró la tablet que llevaba, Rubén lo recibió y vio las imágenes, Fernando seguía caminando desesperado. 
-Esto se acabó. No permitiré que siga esto, 
-¿Qué harás Fernando?- preguntó Rubén. 
Fernando no respondió, salió de la sala y se encerró en su oficina, buscó su arma, guardó sus cosas y tomo sus lentes de sol, estaba determinado a hacer algo para terminar con esto. En eso alguién llamó a la puerta. 
-Fernando abre- decía Alex. 
Él dudó, pero era mejor afrontar su decisión, lo tenía que hacer. Abrió la puerta y estaba ella mirándolo con dureza. 
-No me detengas- salió casi empujándola- Esto se acaba hoy. 
-¿Qué piensas hacer?
-Voy a ir a ese lugar, de seguro ella nos está vigilando, así la haré salir de su escondite, así ustedes podrán atraparla. 
-¿Te das cuenta que está actuando impulsivamente?
-No quiero que más compañeros mueran-Fernando avanzaba por el pasillo, estaba guardando su arma, llevaba su radio comunicador visible, se puso sus gafas de sol y estaba poniendo su dedo en el botón del ascensor. 
-No puedo quedarme aquí viendo cómo la gente muere por mi culpa. 
-¿Quien dijo que es tu culpa?- Alex le habló muy seriamente
-¿Cómo dices?
-No creas que la queremos atrapar sólo porque está detrás de ti, creo que no lo has entendido. 
-Entiendo muy bien agente Vega, esa mujer me quiere muerto. Y está matando gente para atraparme, no quiero más muertes, no quiero que esas familias se queden sin sus hombres y mujeres
-Puede ser que te quiera muerto, pero ella y su banda tiene más cola que le pisen, además las personas que ahora sufren, sabían muy bien a lo que se metían, era su deber defender la justicia. 
-No quiero que nadie pierda a un ser querido, yo no tengo a nadie que me espere en casa, yo puedo terminar con todo. 
-¿No tienes a nadie?¿ Y yo? ¿Y tus compañeros? ¿La gente que te aprecia? ¿Crees que no nos preocupamos por ti?¿Crees que yo no sufriría al verte muerto?
Fernando no habló, ella lo dejó mudo. 
-Ya veo que tu pasado aún no se ha ido del todo, me dijiste que harías todo por mi, pero tu pasado te lo impide. 
Alex se dio la vuelta y se dirigió a su despacho, Fernando estaba ahí, pensando rápido, una parte de él quería seguir su plan, pero la parte quería dejar de luchar, Alex tenía razón, pero su deseo de terminar con esto lo nublaba, en un momento dudó de hacerlo, pero se regresó sobre sus pasos y fue directo al despacho de Alex, ella había dejado la puerta entreabierta, y al llegar la escuchó llorar, Fernando entró, se sentía miserable. 
-Sé que tienes razón- dijo él. 
-No quiero juzgarte, sé que la cosas no han sido fáciles para ti, perdiste tu vida gracias a un psicópata, y su mujer ahora te quiere matar, pero lo que tu quieres es sólo terminar tu venganza, no tengo derecho a pedirte que no te arriesgues, pero tengo miedo de perderte. 
Fernando la veía agachada triste llorar, quiso acercarse pero no lo hizo. 
-Estas semanas hemos tratado de sobreponer nuestro trabajo a lo que sentimos, te he visto recordar tu pasado, te he visto ser ese hombre duro e implacable, porque tu pasado no ha cerrado la puerta, y eso me duele, tú eres el hombre que ha curado mi mente y mi corazón, has tratado de entrar en mi vida y sanar lo que me hicieron, y eso te lo agradezco, pero si no estás aquí, si te mueres, no podré ser la misma. 
-Alejandra. 
-No me digas nada, pero no me gusta la idea de perderte, y por algo que no vale la pena, si de verdad soy algo importante en tu vida, no lo hagas, tu te has convertido en el médico que sanó mis heridas, no lo hagas, deja ese rencor. 
Fernando la abrazó y le secó las lágrimas con una de sus manos. 
-Perdóname mi niña, no lo ví desde esa forma, tienes razón, soy demasiado impulsivo. 
-No te culpo, ellos fueron los que te hicieron daño, pero no les des el gusto, me moriría si escucho que ellos acabaron contigo. 
-Te quiero, eres mi pozo a tierra, perdóname mi vida. 
-Tú prométeme algo, júramelo. 
-¿Que cosa?
-Que no dejes que las cosas malas de tu pasado, arruine tu presente y tu futuro, que cuidarás tu vida para mi, por mi, si lo haces entonces sabré que me amas, como dices.
-Te lo juro, te amo,
-Yo también.-Ambos se besaron así abrazados. 
-¿Es mucha tensión verdad?- dijo Fernando. 
-Si es verdad- Alex se separó y se secó la cara- pero los jefes exigen resultados, lo que debemos hacer es planear otra emboscada como la que hicimos. Otra jugada. ¿Estás conmigo?
-Lo que tu decidas, estoy contigo. 
Ambos se miraron y sonrieron, fue un momento muy tenso, pero felizmente las cosas se aclararon. 
Pasados dos dias del último atentado, se enteraron que habría un evento de caridad cerca a la playa, en un exclusivo resort. 
-Tenemos que infiltrarnos- dijo Fernando en la reunión. 
-Es verdad, ya hemos emboscado dos almacenes, pero de seguro hay más, no creo que la Güera se haya rendido tan fácil- dijo Alex, esa mañana llevaba una blusa blanca muy holgada y una coleta en el pelo, Fernando estaba mirándola fijamente, la noche anterior habían salido a cenar y sentía que se enamoraba cada día más de ella. 
-Lo sé muchachos- dijo Rubén, miraba a su amigo con algo de picardía- Ricardo logró obtener dos pases VIP para ustedes dos. 
-¿Lo dos?- dijo Alex sorprendida. 
-¿Acaso no te agrada la idea?- dijo Fernando mirándola- Estaremos el fin de semana los dos solos. 
Se miraron cómplices, ese fin de semana cambiaría su vida para siempre. 

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