Capítulo 16

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Un día antes del evento, Fernando y Alex se estaban alistando para salir de viaje, la playa donde irían estaba al norte del Estado, cerca a la Frontera, era un lugar de ensueño, el evento se llevará a cabo en el mejor hotel y sobre todo, habría mucha gente importante. 
-Debemos tener mucho cuidado, habrá civiles ahi- dijo Fernando, estaba alistando su maleta y hablando por teléfono con Alex. 
-¿Crees que ella esté ahi?- le decía Alex. 
-Si mi niña, tengo una corazonada. 
-Yo tengo miedo, Fer. 
-¿Miedo de qué?
-Ella puede hacerte daño, y te conozco. 
-Ya lo hablamos, haré lo que tu deseas, sólo me arriesgaré si es necesario, yo tampoco quiero alejarme de ti, eres todo lo que necesito. 
-Te amo Fer. 
-Y yo a ti, sueña bonito. 
-Tu también sueña bonito- y Alex colgó. 
Fernando terminó de arreglar su maleta y se dispuso a acostarse, de pronto vio en su mesita de noche la foto de Sofía. 
-Sofía ¿Qué me pasa? tengo un mal presentimiento sobre esto- la sonrisa de su esposa le decía que debía confiar, se acostó y cayó rendido por el sueño. 

Al día siguiente, ambos se embarcaron en el avión y volaron rumbo a la playa, fueron recibidos por la comitiva del evento, ellos se presentaron como esposos y ricos hacendados sureños, los condujeron hacia el resort, un enorme complejo a orillas del océano, donde habían muchos espacios privados y sobre todo arena blanca. Entraron en su habitación, una suit matrimonial, Alex estuvo algo nerviosa al ver sólo una cama grande. 
-Tranquila amor, yo dormiré aqui en el sofá y tu en la cama. 
-Yo no quiero incomodar, no me parece justo que tengas que dormir ahi. 
-Mira discutiremos sobre eso después ¿Quieres dar un paseo?, el lugar está bellísimo y no podemos desperdiciar la ocasión. 
Fernando le ofreció la mano, y la invitó a salir, Alex le sonrió, estaba sintiéndose muy plena en su compañía. era el único hombre que la haría sentir segura, ambos se pusieron ropa más cómoda y salieron a dar un paseo por la bahía y la playa, se quitaron los zapatos y se pusieron a caminar sobre la arena. Alex estaba mirando muy pensativa hacia el horizonte. 
-¿Qué pasa Alejandra, te noto muy abstraída?
-No lo sé, siento algo feo en el pecho, algo malo va a pasar. 
-Yo también lo sentí anoche, pero será mejor olvidarnos de eso, quiero disfrutar esta tarde a tu lado. Hace tanto que no tenía paz. 
Alex lo tomó de la mano, él la miró sorprendido, era la primera vez que ella daba el primer paso. 
-Sé que te han pasado cosas feas. 
-Pero llegaste tú, cambiaste lo malo de mi. 
-Y tu cambiaste mi vida también. Te amo. 
Fernando la atrajo hacia él, la tomó por la cintura y puso su otra mano sobre su nuca, tenía tantas ganas de amarla, de besar sus labios, de saberla suya, ella respondió el beso con ternura, pero no quiso avanzar más. 
-Tranquila, tranquila mi amor, no lo haré si tu no quieres, sé que es difícil para tí olvidar lo que te hicieron. 
-Te lo agradezco, ¿Seguimos caminando?
-Está bien, lo que tu quieras. 
Fernando la condujo por la playa, Ambos de la mano, caminaban y hablaban de su vida pasada, de las cosas en común que tenían, de lo que esperaban sus jefes, de su infancia y muchas cosas más. 
LLegado el atardecer, Fernando la invitó a cenar, comida italiana y a tomarse una copa de vino, conversaban alegres y tranquilos, tratando ya de planear lo que harían mañana en el dichoso evento de caridad. 

Al entrar a su habitación, Alex se puso a contemplar la vista panorámica desde la ventana, la luna llena iluminaba mágicamente la playa y las luces del resort parecían luciérnagas en la negra noche. 
-La luna está hermosa. 
-Igual que tú- dijo Fernando, revisó el minibar que tenían en la habitación, sacó una botella de vino y dos copas, y las llevó hacia la mesa de noche, luego interceptó a Alex por la espalda y la tomó por la cintura. 
-La luna es bella, pero tu lo eres aún más- empezó a besarle el cuello, Alex sentía que su cuerpo empezaba a temblar, pero no era miedo, era deseo. 
-Tomaste demasiado vino Fer. 
-No es eso, es que estas tan bella- Fernando seguía besándole el cuello, era adictivo. Pero al sentir los temblores de Alex empezó a contenerse- Discúlpame mi niña, no puedo controlar las ganas de que seas mía, lo siento- se alejó de ella. mirándola fijamente a los ojos. 
Alex tenía una lucha interna, quería ser ella misma y entregarse a Fernando, pero su miedo y sus traumas la frenaban, entonces tomó una decisión. Sabía que lo hacía, ya no habría marcha atrás.
-No te detengas Fernando- él la miró sorprendida- Por favor no te detengas, bésame. 
Fernando la miró con ternura, se acercó y la besó suavemente, ella cerró los ojos. 
-No temas, no soy ese hombre, no soy un ser violento, quiero que ese dolor te deje libre, mereces ser amada, ser deseada, que tu cuerpo reciba amor y caricias. 
Esta vez Alex empezó a besarlo, ella quería dominar sus miedos y amarlo, lo necesitaba. Fernando respondió el beso ya de forma salvaje, inició un juego de pasión en esa boca que tanto deseaba, luego empezó a besarle de nuevo el cuello, y sintió como Alex vibraba deseosa. 
él le quitó el vestido con los dientes, con suaves besos por todo el cuerpo, ella se concentró en quitarle el cinturón, buscaba a ciegas la hebilla y se chocó con otra cosa. Fernando estaba ansioso y muy lujurioso, siguió con la tanda de besos y despejó todo indicio de ropa de su bella novia, mientras la volteaba y se perdía en sus ojos marrones. 
-Déjate llevar mi niña, no te cohibas, saca esa mujer que llevas dentro, esa mujer de la que yo me enamoré. 
Ella obedeció y terminó de sacarle el cinturón, las ropas cayeron al piso totalmente, él la levantó con delicadeza y la besó con euforia, así la llevó hasta la cama y la depositó suavemente, para luego volver a besarle todo el cuerpo, y con una de sus manos, recorrer de arriba a abajo su geografía. 
Alex no aguantó más, suspiró profundamente deseosa de más, eso excitó mucho más a Fernando y siguió con los besos, al regresar a los labios de Alex, los mordió ligeramente. Ella tembló, quería más. 
-Te amo Alex, te amo. 
-Te amo más Fernando, no lo puedo negar más, quiero ser tu mujer. 
Fernando no lo dudó más, mientras las besaba aún más salvajemente, la hizo suya, ambos se sintieron totalmente compenetrados, ambos suspiraron llenos de euforia, habían sucumbido ante sus deseos carnales, pero aún más fuerte que eso, ambos habían sucumbido ante el amor. 

La cama blanca de la habitación, fue el único testigo de ese amor, ellos no pararon, fueron horas de eterno placer, besándose, sintiéndose uno parte del otro, ellos no pararon, era como si el mundo se hubiera detenido. La noche estaba radiante, la luna llena era la causante de tanta pasión, ellos no querían parar, querían detener el reloj. 

-Te amo mi niña, te amo más de lo que te imaginas- dijo Fernando horas después, ya habían bajado la  revolución de su ímpetu.
-Yo también te amo Fer, mi cielo, has sanado mi cuerpo y mi alma y ahora soy tu mujer, Dios te puso en mi camino para enseñarme a amar. Gracias. 
-Gracias a ti, por existir, eres tan hermosa- le empezó a acariciar con el dedo sus mejillas estaban rojas por la euforia- Ahora ya somos un mismo corazón. 
Alex se puso algo pensativa. 
-¿Habremos hecho lo correcto?
-Claro, nadie puede ocultar el amor, eso es imposible ¿O te arrepientes?
-No Fer, no hay remordimientos, te amo y eso es para siempre.  
Fernando la abrazó, la acurrucó en sus brazos y le dió un beso en la frente. 
-Ahora descansa, que mis brazos sean tu cobijo, no permitiré que nadie te haga daño. primero muerto antes que alguien te toque de nuevo. 
-Yo te quiero vivo, y vivo sólo para mi. no hables de muerte mi cielo.- ella le besó la mano que la acurrucaba y cerró los ojos, quedándose dormida casi al momento. Fernando la contempló unos minutos más antes de quedarse también dormido. 

Era un momento mágico, ambos dormidos y sumamente enamorados, ahora que ya eran uno solo, no tenían miedo a nada, y pasarían todas las pruebas para demostrarle al mundo cuanto se amaban. 

El Agente Shadow Donde viven las historias. Descúbrelo ahora