Capítulo 2

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El funeral fue muy sencillo, Fernando no tenía muchos familiares en la ciudad, había perdido a sus padres años atras y no tenía hermanos, Sofía y su hija era lo único que tenía y se lo habían arrebatado. Sus compañeros de la Fiscalia fueron todos a brindarle su apoyo, miembros del juzgado y autoridades, todos ante los dos ataúdes dedicaban palabras de dolor, de lamento y de impotencia, pero para Fernando, eran nada más simples muestras de lástima, nadie podía entender toda el ira y deseos de venganza que afloraba en su rostro, los puños cerrados, las ganas de mandar todo al diablo y hacer justicia por su mano, esa justicia que tanto había defendido, todo eso para él ahora no tenía sentido, lo único que habitaba en su vacío corazón eran las ganas de matar a las personas que habían provocado esto. 
Tras los abrazos de condolencia, la gente fue dispersandose poco a poco, tan sólo quedó Fernando frente a las tumbas, pidió que las enterraran juntas, así les sería fácil encontrar el camino hacia el otro lado. Miró de soslayo para ver si alguien más estaba y puso su mano sobre la lápida de su hija. 
-Te juro mi amor, que no habrá paz en la vida de los desgraciados que hicieron esto, El Chacal y su gente ni siquiera se darán cuenta cuando llegue a ellos, y como una sombra tenebrosa, acabe con sus vidas, por que tú, que apenas empezabas a vivir, no merecias esto. Te lo juro mi Camila- se secó las lágrimas con fuerza- hasta que toda esa lacra se haya extinguido, dejaré de ser yo, y me convertiré en su verdugo, en su sombra, después de eso, talvés mi corazón encuentre la paz. 
Se fue lentamente, dejando en esas dos lápidas, su vida, su carrera, su amor, todo, con la consigna de no regresar hasta que haya terminado su venganza. 

Pasaron unas semanas, Fernando había presentado su renuncia a la Fiscalía, ante el asombro de todos, quienes trataron de convencerlo. 
-No se puede ir señor. 
-Usted es el mejor, la justicia está siempre de su lado. 
-Fernando, vamos, eres un Fiscal implacable, encontraremos a los culpables y la ley te apoyará. 
-Lo siento muchachos- dijo Fernando- yo sé que ustedes son un gran equipo, ya no necesitan de mi, es una decisión tomada y no tiene vuelta atrás. 
Abrazó a todos sus compañeros y salió hacia el parqueadero, con una caja llenas de cosas personales, libros, algunos apuntes, y las fotos de su esposa e hija. Abrió la cajuela de su coche negro y estaba acomodando la caja cuando alguien se puso a sus espaldas. 
-Vaya con que es verdad que te retiras de la Fiscalía.- dijo el hombre. 
Fernando dejó de acomodar y se dio vuelta, la voz le era familiar. 
-Así es, no hay vuelta atras, Comandante Trujillo. 
-Es una gran pérdida para el sistema de Justicia del Estado- el comandante le ofreció la mano, Fernando la estrechó.
-Lo siento Tellez, en verdad, lo de tu esposa y tu hija fue trágico. 
-Gracias Rubén. 
-Sé que esa es la razón por la que dejas todo. 
-Una de las razones, pero no es la más importante. 
-Ya veo, vamos Fernando, te invito una copa aqui a la vuelta, creo que tú y yo necesitamos hablar. 
-Preferiría no hacerlo. 
-Insisto, creo que te conviene. 
Fernando esbozó una sonrisa, era verdad que necesitaba hablar con alguien, la soledad lo empezaba a consumir, así que cerró la cajuela y caminó con Rubén hacia la gran avenida. 
Rubén Trujillo era el Comandante General de la Policía, habían empezado juntos en la lucha contra la delincuencia, cuando eran jóvenes, era de los pocos grandes amigos que tenía Fernando, a pesar de que sus responsabilidades los tenía muy ocupados, siempre se mensajeaban y se llamaban, se había formado una gran vínculo de amistad. 

Caminaron en silencio una cuadra hasta llegar a un pub llamado El Corsario Negro, muy conocido en la zona, Fernando no era de beber, pero lo que necesitaba ahora era compañía y alguien con quien poder hablar y desahogarse, Rubén lo sabía y por eso lo había invitado. 
Se acomodaron al fondo en una mesa estratégicamente escondida, lejos del bullicio de la concurrencia. El mozo se acercó para tomar la orden. 
-Un tequila por favor- dijo Rubén, miró a Fernando- ¿Tu que pides amigo?
-Un vaso de agua por favor- dijo Fernando serio. 
-Está bien, con su permiso- el mozo apuntó la orden y se marchó 
-Te conozco Fernando, vamos suéltalo. Yo sé que esto es muy doloroso, y no puedo imaginar lo que estás sintiendo. 
-No sabes la rabia que hay dentro de mi, esos deseos de terminar con mis propias manos con los malditos que le hicieron esto a mi familia. 
-Por eso te vas de la Fiscalía, porque tu quieres vengarte de esos hombres ¿verdad?, pero Fernando no sabes quienes fueron. 
-Una voz de hombre dijo que era un mensaje del Chacal. El teléfono de Sofía aún seguía encendido y ese malnacido lo sabía, por eso dijo eso. 
-Y tu quieres Venganza.
En eso llegó el mozo con sus pedidos, ambos guardaron silencio mientras les ofrecía sus bebidas, al irse el muchacho Fernando habló. 
-Haré hasta lo imposible por encontrarlos, y acabaré con cada uno de ellos, la Justicia me ayudaría pero eso llevaría tiempo, y no estoy dispuesto a esperar, ¿Te das cuenta que ya no tengo nada que perder? si mato a todos. incluido al Chacal, al menos podré vengar a mi 
familia. 
-Sé que dirías eso, te conozco muy bien Fernando- Rubén tomó de un sorbo su tequila acompañado de limón y sal- por eso te traje aquí, sé que no ayudaría en mucho a sanar tus heridas, pero lo que te ofrezco sirve a tu propósito. 
-¿De qué hablas?
-Pues, estamos empezando un proyecto en la Policía, un escuadrón de Gente encubierta, que pueda infiltrarse, dentro de los lugares donde radica la delincuencia, extorsión, todo lo que tu has tratado de erradicar por años, pero que las leyes a veces blandas no nos permiten. Tu tienes presencia, clase, sabes de Jurisprudencia y además posees un buen estado físico, eso podría ayudarte a encontrar a los secuaces del Chacal y poder encerrarlos, y aumentar la condena del desgraciado. 
-Ser un agente encubierto- dijo Fernando tomando un sorbo de agua. 
-Te daría facilidad de moverte dentro de ese mundo, siendo agente, podrías ir atando todos los cabos y desentrañar al grupo del Chacal. Desde una oficina no puedes hacer eso, pero estando en acción, puedes lograr lo que quieres. 
-Lo que quiero es matarlos- dijo Fernando, pero la oferta le era tentadora- pero tu oferta es tentadora, ¿y quien es el jefe en ese grupo?
-Al ser un proyecto en desarrollo, yo me encargaré de supervisar, queremos ver cómo resulta para hacerlo oficial. 
Fernando no lo pensó mucho, como lo dijo antes, no tiene nada que perder, sólo tenía esta nueva vida por delante. Le extendió la mano a Rubén en señal de asentimiento, y Rubén lo miró emocionado. 
-Acepto, trabajaré contigo. 

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