Capítulo 5

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Fernando estaba llegando al lobby, se puso a observar el techo, las paredes y el piso, todo era de lujo, su reflejo se veía muy claro, todo brillaba, al avanzar vio como se volteaban a verlo. 
-Ricardo, ¿Dónde está el objetivo?
-A las nueve en punto señor- dijo el muchacho. 
Fernando giró la cabeza hacia su izquierda y vio a la mujer, sentada en unos de los sofás, con el pelo suelto, un vestido negro pegado a su cuerpo y sujetando su celular, al parecer estaba conversando con alguien mediante mensajes. Fernando no negó que era guapa, pero sabía que tenía un trabajo que cumplir, y cuanto más rápido lo haga mejor. 
Tomó una copa de Champagne que ofrecía uno de los muchos camareros, y se acercó sigilosamente hacia ella. 
No sabía si romper el hielo o dejar que ella se acercara, mientras miraba con mucho cuidado si alguien observaba. Hizo el ademán de sacar su celular, para conversar con alguien. 
-Señor, hay dos hombres a las doce- dijo Ricardo.
Fernando miró de frente, y vio dos hombres completamente de negro mirándolo. 
-Ya los vi, ¿Alguna señal del Chacal?
-No señor, afuera tampoco hay movimiento extraño. 
De pronto, Fernando sintió una sensación de peligro rodeando su nuca, volteó casi de inmediato. 
-Buenas tardes Madame- dijo al ver que Sara se le había acercado. 
-¿Busca a alguien?-dijo Ella, con una mirada seductora. 
-No en realidad. 
-¿Usted es nuevo por aqui verdad?
-Asi es, soy nuevo en la ciudad, Robert Durand, para servirle- como todo un caballero, tomó la mano de la mujer y le dio un beso, Sara no le quitaba los ojos de encima. 
-Sara González.
-¿La Influencer?- dijo Fernando en un tono muy sutil, ella se emocionó.
-¿Sabe quien soy?
-Como no hacerlo, he admirado su trabajo filantrópico, por eso estoy aqui. 
-Es un honor Señor Durand ¿Y es usted filántropo?
-Debemos devolver al mundo todo lo que nos ha dado- Fernando tenía un estupendo manejo de las conversaciones y le alegró que Sara haya caido tan rápido. 
-¿Me acompaña a tomar una bebida?-ella lo miraba con ojos muy seductores.
-Será un placer. 
Fernando le ofreció el brazo y la llevó hacia la barra de cocteles que estaba a su derecha, los hombres de negro avanzaban despacio conforme la pareja caminaba, Ricardo le hablaba al receptor. 
-Señor, los hombres avanzan acechándolo, afuera no hay nada anormal.
Fernando carraspeó en señal de asentimiento, y movió la solapa de su frac un poco, para el  muchacho tenga mejor visión. 
Sara se desvivía en atenciones y lo llevaba a presentar con los socialités de la reunion, Fernando estaba empezando a desesperarse, pidio permiso para salir al retrete, y asegurandose que nadie estaba adentro, cerró la puerta con seguro. 
-Ricardo esto se está dilatando mucho, si en media hora no vemos nada anormal tenemos que abortar la misión y hacer otro plan. 
-Aguanta un poco más Shadow- se escuchó la voz de Trujillo, que había llegado a la oficina para verificar el avance- Usa tu arte de seducción, y sácala de ese lugar, tal vez ella te lleve a un lugar más privado y abra su corazón. 
-Está bien jefe- Fernando se arregló la corbata y salió del retrete, su acompañante la esperaba ansiosa. 
-Vaya Robert pensé que te habías ido- dijo ella. 
-No ¿Cómo crees?, es sólo que. 
-Lo sé esto se pone cada vez más aburrido. ¿Te parece si nos vamos?
-Pero si eres la Organizadora del Evento ¿Cómo lo vas a dejar asi?
-Mi gente ya sabe como proceder sin mi. 
Fernando tenía una corazonada, así que le sonrió y la siguió. La mujer sabía que los hombres de negro la cuidaban a ella, así que le dijo a Fernando al oído que primero saldría ella y que a los minutos saliera él. le había indicado un camino muy discreto que sólo ella conocía. 
Al llegar a su encuentro, fue cuando vio unas cajas de madera muy grandes, al parecer misiles de guerra, acondicionados para que parecieran llevar obras de arte, Fernando se detuvo unos segundo y trató disimuladamente de que la microcamara pudiera ver todo alrededor. 
-¿Lo tienes Ricardo?
-Si señor. 
-Vamos Robert, por aqui- Sara gritaba desde un convertible rojo, Fernando la alcanzó y se subió al coche. A ella al parecer le fascinaba la velocidad , así que en unos cuantos minutos estaban en la autopista, en rumbo a la bahía. 
-Dime qué hace una mujer tan interesante , sola en un evento de caridad. 
-Pues la verdad, eso es en lo único que puedo divertirme
- ¿Acaso alguien te prohíbe otras cosas? ¿ O tu novio es celoso?
-Pues la verdad, si es por mi novio- ella se veía algo triste, pero Fernando estaba atento, de seguro lo siguiente sería crucial- él no está aquí en la ciudad, y me tiene muy vigilada. 
-Si me di cuenta, nos escapamos de esos hombres de negro, ¿Y tu novio por que no está aquí?
-Bueno es el un hombre muy importante, pero siento que solo soy un juguete que él usa para divertirse, necesito alguien arriesgado, educado, tierno, alguien como tu- lo miró con una gran sonrisa. Fernando devolvió el gesto, aunque se sentía miserable por dentro, era como traicionar la memoria de su esposa, pero era trabajo, además estaba haciendo justicia. 
-¿A dónde vamos?
-Hay un yate en la bahía, normalmente es mi modo de escape de la realidad, y quiero que compartas este escape conmigo, no sé pero parece que hubiera una gran conexión entre nosotros. 
Fernando no dijo nada y se volteó a ver hacia dónde se dirigía, estaba llegando a la bahía, entre todos los yates anclados en el puerto, el de Sara estaba al fondo, el más grande de todos, no tenía gente vigilando y estaba algo escondido, a pesar de su tamaño, bajaron del coche y le pidieron las llaves al cuidante del puerto, ella estaba demasiado feliz, se quitó los tacones y los llevó en la mano derecha, con la otra, jaló a Fernando, para que la siguiera. 
Ambos llegaron hacia el yate y Fernando se dio cuenta que en el lugar estaban las mismas cajas que había en el evento, estaban muy apiladas y en mayor número que en el otro lugar. Fernando volvió a pararse unos minutos más, para que la cámara tomara capturas. luego siguió a la mujer hacia el camarote, que era muy amplio, ella dejó los tacones en la cama junto con su bolso y su celular, Fernando harto de la corbata ajustada, se la quitó siendo ayudado por Sara. 
-Eres alguien muy apuesto Robert, en serio, no sé que me pasa contigo. 
-Lo mismo digo- trató de disimular Fernando, temiendo lo que vendría. 
-Eres tan Irresistible- ella se acercaba peligrosamente hacia la boca de Fernando- lo siento, pero no aguanto más- no se resistió y ella tomó la iniciativa, se le acercó a Fernando, poniendo de puntillas, puso su mano sobre su nuca, Fernando simplemente cerró sus ojos y pensó en su esposa, y la besó simplemente siguiéndole la corriente. 
-Eso fue muy especial- dijo ella, al terminar de besarlo. 
-Lo sé- djo Fernando, ese beso no significó nada, era parte de su trabajo
Sara después, empezó a contarle de su vida y como había llegado a ser Famosa, Fernando simplemente la escuchaba, así se la pasaron toda la tarde. 
-Ya es tarde, debería irme- dijo Fernando después de haberla escuchado por varias horas. 
-¿Volveré a verte Robert?
-El destino lo dirá, Sara. 
-Por favor necesito verte de nuevo- ella lo miraba ansiosa, Fernando sonrió, le pidió su celular y grabó su número en él. Ya no hubo beso de despedida. 
Fernando estaba apenas dejando el yate cuando se dio cuenta que había un auto negro estacionandose en el puerto, de donde salían dos hombres de negro. se ocultó detrás del yate vecino para no ser visto. 
Los hombres eran los de la fiesta, y bajaron para abrirle la puerta a su jefe. 
Fernando tenía en frente a Gerardo Lopez, el Chacal, que estaba más delgado que antes, pero seguía esa mirada malévola en su rostro, él cerró los puños, reprimiendo su ira y las ganas de ir a ahorcarlo, pero se contuvo porque era primordial encerrarlo vivo.
El Chacal, avanzaba hacia su yate, conversando por teléfono. 
-Volví al negocio- le decía al que le hablaba por celular- esta tarde descargaron tu mercancía, sabes que nunca fallo, desde adentro estuve trabajando, y ya tu pedido está listo. En ese evento dejé algunas de las cajas, para no levantar sospechas, pero la mayor parte está en mi yate, ven cuando quieras. 
Fernando estaba oculto escuchando, vio como el criminal entraba al yate y empezaba a besuquear de manera tosca a Sara, y al parecer eso le gustaba a ella. 
-Esta vez Chacal, no podrás escapar de mi- pensó para si mismo. 

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